Categoría: RDA

Imágenes de la RDA

Encuentro de la FDJ en Berlín Este de la RDA 1989, Free-German-Youth, GDR Youth, Thälmann pioneers, GDR Children, GDR Pioneers.

Una selección de imágenes que he subido a Twitter estos años, acompañadas de varias piezas musicales contenidas  en el álbum Immergrüne Melodien de 1968 publicado por el sello AMIGA de la RDA (con excepción de la penúltima, Kleinen Stadt, incluida en el documental Schlager einer kleinen Stadt – Bad Kösen, de la TV de la RDA, del año 1965). La orquesta es la Grosse Tanzstreichorchester des Deutschlandsenders de Berlín (RDA), dirigida por Günther Hermann (1927-2018), formación que dirigió desde 1958 hasta su disolución, prácticamente con el fin de la RDA, en 1991

Otra visión de la RDA

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Lejos de la deformada propaganda occidental, en este documental se muestran diversos aspectos de la capital, Berlín Este, de Karl Marx-Stadt, de la industria química-farmacéutica y la salud y de la nueva ciudad Halle-Neustadt que se construyó a partir de 1964, fundamentalmente para los miles de trabajadores de la planta química de Buna Werke Schkopau. Los documentales fueron producidos por la DEFA, la productora de cine y TV de la RDA. Los correspondientes a Karl-Marx Stadt, La industria química-farmacéutica y Enfermedad y su tratamiento pertenecen a la serie Das sind wir (Lo que somos), de 1969.


Al final de los documentales de la DEFA, he añadido unas entrevistas a ciudadanos de la ex RDA que realizó el año pasado la Kommunistische Organisation y que sirven como contrapeso a la inagotable propaganda demonizadora, ignorante y revanchista contra el que fue Estado de obreros y campesinos, el único Estado comunista en suelo alemán. Frente a la propaganda demonizadora y difamadora de Occidente, una visión diferente de la RDA, la que se correspondía con una realidad que han pretendido ocultar durante décadas. La música que acompaña al documental sobre Karl Marx-Stadt es de la compositora de la RDA, Brigitte Unterdörfer.

CLICAR ABAJO A LA DERECHA en 1080p, para mayor resolución del video, en el caso de que no salga por defecto.

El último 1º de Mayo multitudinario en Alemania Oriental: ¿Por qué se hundió la RDA seis meses después? (y 3)

 

Berlin, Parade von Kampfgruppen zum Mauerbau

25 AÑOS DEL MURO ANTIFASCISTA, REZA LA LEYENDA EN EL PALCO DE AUTORIDADES

 

El fin de la RDA se debió, fundamentalmente, a dos hechos no concurrentes en el tiempo y no, necesariamente, relacionados entre sí. En primer lugar, gracias a una elaborada estrategia de tensión, acoso y derribo que hizo fortuna en la llamada “guerra fría” donde la propaganda de Radio Free Europe, la infiltración de saboteadores (el muro antifascista de Berlín sirvió para frenar, de alguna manera, la penetración de la OTAN y la CIA) y también, probablemente, a algunos errores políticos de bulto de las autoridades germano-orientales hicieron que el país fuese minado paulatinamente. Por otra parte, se gestó, en la ya “histórica-histérica” fecha de 1989, el conocido golpe de Estado a cargo de varios miembros del partido comunista germano oriental (Gregor Gysi, Hans Modrow, etc), quiénes pactaron con los presidentes de la entonces URSS, Mijail Gorbachov, Helmut Kohl de la RFA y Ronald Reagan, de EEUU la rendición de la RDA y su anexión, incondicional, a la Alemania del Oeste y, por tanto, a la OTAN, en lo que constituía la piedra de toque de la expansión imperialista de la Alianza Atlántica a toda la Europa del Este (incumpliendo, de este modo, el “pacto”-farsa al que Gorbachov y Occidente habían llegado para que la OTAN se “quedase” donde estaba y no fuese más allá de las antiguas fronteras del bloque oriental).

La pomposamente llamada “reunificación”, por los medios capitalistas occidentales, no fue tal sino una herramienta de propaganda para tergiversar y manipular la historia, puesto que para que hubiera existido tal “reunificación” debería haberse plasmado la misma en un acuerdo mutuo, expreso y firmado, en igualdad de condiciones y respetando todos los pactos previos (la no expansión de la OTAN), por parte de los presidentes de las dos Alemanias, no mediante la imposición de una de las partes a la otra. La RFA, apoyada fuertemente por EEUU y sus socios de la OTAN, hizo su particular “anschluss” con la RDA a precio de saldo. Lo que ocurrió después, con éste último país, es de sobra conocido: fue descapitalizado de forma salvaje. Las empresas públicas de la RDA, instituciones culturales y toda actividad económica de la Alemania del Este fue vendida a un consorcio mafioso, constituido al efecto desde la entonces RFA, llamado Treuhand, con el que se enriquecieron delictivamente decenas de empresarios con pasado nazi (que recuperaron sus bienes confiscados justamente por la RDA) y políticos de la Alemania del Oeste. También se produjo una gran purga entre funcionarios de la RDA, muchos de los cuáles fueron perseguidos judicialmente, incluso por haber juzgado a elementos terroristas, pagados por Occidente, que se habían infiltrado en la RDA para realizar acciones de sabotaje y propaganda subversiva. Otra de las consecuencias del “neues kapitalismus” es que más de tres millones de trabajadores de la RDA, como consecuencia de la venta de las empresas públicas a la RFA, fueron a la calle.

La RDA poseía, en 1989, un valor económico por un monto total de 1200 millones de marcos, con una renta per cápita/habitante más que aceptable. Tras la anexión, todo ese capital se trasladó a Alemania Federal. Esta riqueza social de la RDA se convirtió en 1,2 billones de marcos alemanes del imperialismo capitalista. Es decir, décadas de trabajo provenientes de los escombros y de las cenizas de la II Guerra mundial habían caído en manos del neohitlerianismo alemán, las cuales fueron totalmente destruidas. Un ejemplo de todo ello fue el desmantelameinto del tejido industrial de la RDA. Un caso particular, a recordar, fue el de una gran planta química de propiedad estatal (VEB Stickstoffwerk) que estaba situada en el distrito de Piesteritz, en Wittenberger. Empleaba a unos 10.000 trabajadores y ocupaba el tamaño de un pequeño pueblo. Fue liquidada, como tantos activos económicos de la RDA, para ponerla en manos del capitalismo salvaje privatizador del Oeste (el conglomerado especulador Treuhand). VEB pasó de tener diez mil trabajadores a poco menos de 700. El nuevo orden político impuesto por la República Federal de Alemania tuvo un objetivo: el enriquecimiento del sistema capitalista de la RFA y la destrucción completa de toda actividad económica de la RDA. Esto se pudo ver muy claramente (los inmensos aumentos de beneficios en todos los ámbitos de la economía de la RFA) durante los primeros años después de la anexión. La venganza del imperialismo alemán, tutelado por EEUU, sobre el otro Estado alemán, la RDA, era palpable. ¿Cuál es la situación de las personas en el este de Alemania hoy en día?. Una ola de miseria recorre la antigua RDA, acompañada de recortes sociales y desempleo masivo. No es de extrañar que la antigua RDA sea considerada actualmente como una de las regiones más pobres de Europa

En definitiva, el revanchismo tomó carta de naturaleza y lo que no hicieron en Alemania Federal durante cuarenta años con miles de nazis a los que dieron cobijo, pensiones y trabajo en la Administración pública, lo ejecutaron, de forma sistematizada e implacable, no sólo contra los miembros del partido comunista germano oriental, el SED, sino contra el conjunto de los alemanes de la RDA, a los que llamaron despectivamente «ossies». Los alemanes orientales pasaron de vivir en un Estado anti-fascista a saborear las ¿mieles-hieles? del capitalismo y su fascismo “blando”. Ya estaban, por fín, en “democracia”. La anexión de la RDA a la RFA fue un acto ilegal y una estafa para los ciudadanos alemanes democráticos. Fue la ejecución de un plan que ya se había elaborado en la Alemania de Adenauer de los años 50, pero que se mantuvo en la nevera para ser puesto en práctica en cuanto se dieran las condiciones adecuadas, reactualizándolo, lógicamente.

Mientras, y de cara a la opinión pública, lo que se vendió en aquel agitado año de 1989, fue la escenificación, por los media pro-imperialistas, de una avalancha de propaganda, manipulación y sensacionalismo no vista desde la guerra fría. Entonces no existía Internet para contrarrestar aquella orquestada campaña de mentiras y abrumadora intoxicación de los medios controlados, donde se nos mostraba, con grandioso aparato publicitario anticomunista, una muchedumbre de “refugiados” germano-orientales yendo a toda pastilla a abrazar el capitalismo hedonista occidental (luego se arrepintieron) y, supongo, que algunos de ellos a hacer cola en la sede de la CIA, en Berlín Occidental, para recibir la paga por los servicios prestados.

Tampoco la banda corrupta política capitalista perdió el tiempo. Según un neocon español (seguramente de esos que aplaudían a la red Gladio que asesinaba ciudadanos inocentes en Europa Occidental) y que fue franquista a tiempo completo (no me acuerdo de su nombre), los comunistas (después de los sucesos del Este europeo) debían “arrodillarse” ante el “capitalismo” y “pedir perdón”. Por su parte, un promocionado mediocre vasallo de los que masacran civiles por petróleo, Francis Fukuyama, proclamaba con aire de insultante obscenidad “el fin de la historia”…para que comenzase la nueva del IV Reich de EEUU-Israel y la OTAN. Se había consumado, definitivamente, la pantomima de la disolución del Muro, con toda su exuberante iconografía de falseada y deformadora propaganda para la posteridad. A este respecto, recuerdo una carta (sorprendentemente publicada) de un lector del diario ELPAIS, durante aquellas jornadas de histeria colectiva anticomunista, en la que mostraba su malestar e indignación por el tratamiento informativo que dicho diario “independiente” estaba dando acerca de los “sucesos” en el Este socialista, en particular, en la RDA. El lector tildaba la información del periódico polanquista de (más o menos) “amarillismo y de caer en unas cotas de miseria moral e indignidad bochornosas”, parafraseando una cita de Groucho Marx, que no recuerdo ahora (la pondré cuando me haga con el recorte de periódico que aún, creo, conservo de aquella fecha). (* ver cita al final)

El descontento o malestar de la ciudadanía germano oriental con sus dirigentes, y cualquier otra actividad subversiva ocurrida en la RDA, en los días previos a la disolución del Muro, fue fagocitado, puntual y meticulosamente, por EEUU y la OTAN, al igual que en el resto de la Europa socialista, usando los mismos mecanismos involutivos que en las recientes “revoluciones” árabes o en el sainete golpista sangriento de Kiev, como es sabido, acontecimientos instigados fundamentalmente por Washington, Israel y la OTAN y coordinados por dos personajes siniestros, sobrados, ambos, de criminalidad: el terrorista del ISIS John McCain y la hiena predilecta (tiene cara de ello) de la Casa Blanca, Victoria Nuland, la portavoz de Obama, ambos bajo órdenes directas del presidente estadounidense. En la RDA, en 1989, se materializó esa “ayuda” con la creación del llamado “Nuevo Foro” (ya mencionado en la parte primera) formación que agrupaba a la iglesia protestante reaccionaria de la RDA (a la cabeza de las “protestas» el pastor anticomunista Joachim Gauck, hoy jefe de Estado de Alemania) y un maremágnum político de conversos al capitalismo, troskistas, neoliberales, engañados, etc…todos ellos supervisados por la CIA y el espionaje alemán federal, el BND. También hubo, todo hay que decirlo, honestos ciudadanos de la RDA (la mayoría), que creían en un cambio de rumbo de la política socialista del gobierno alemán oriental, exigiendo unas dimisiones que fueron impuestas, básicamente, desde el lado Occidental, pero no entró nunca en los planes de aquéllos la disolución de la RDA.

En el resto de Europa, igualmente en 1989, el Papa polaco Wojtyla, la premier inglesa Margaret Thatcher y el presidente USA, Ronald Reagan, fueron los activadores principales de eso que dieron en llamar “revoluciones de terciopelo”, eso sí, alfombradas  todas ellas en los salones de la CIA, el MI6 y en las cloacas vaticanas a través de sus marionetas que tenían repartidas por el Pacto de Varsovia (Gorbachov-Yeltsin en la URSS, el ultraderechista Vaclav Havel en Checoslovaquia, el reformista Janos Kadar, en Hungría, los golpistas de Rumanía que asesinaron al presidente del país, Nicolae Ceaucescu, bajo órdenes directas de la CIA, o el contemplativo Wojciech Jaruzelsky en Polonia, dando vía libre al sindicato meapilas polaco Solidaridad, enteramente creado y financiado por la CIA). Todos ellos fueron quiénes se encargaron de ejecutar la tramoya para el triunfante y emergente imperio euroamericano. Un muro de alambrada y hormigón que la OTAN, construyó con la sangre de Gladio y del añejo pasado nacionalsocialista. Finian Cunningham nos recuerda ese pasado: El reclutamiento de miles de agentes nazis, oficiales militares y científicos, por parte de Occidente, en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial para librar una guerra clandestina contra la Unión Soviética, fue la señal inequívoca de los objetivos estratégicos occidentales.

Uno de los personajes más decisivos en todo aquel proceso de demolición controlada de la RDA, el último jefe de Estado de la RDA, en 1990, Hans Modrow, quien participó activamente por el “cambio” en los últimos días de la RDA y contribuyó resueltamente al proceso de anexión, hipócritamente, ya a sus 85 años, en una entrevista realizada en 2013, retomaba el viejo lenguaje marxista anti-imperialista de que el fascismo es una forma del capitalismo, un capitalismo imperialista, intentando ¿expiar? los pecados de la traición de 1989. Aunque ahora vaya de apóstol de la izquierda alemana y recupere la bandera de la RDA diciendo con cierto aire de no sé si impostada nostalgia que “Nosotros queríamos una nueva Alemania, y esta nueva Alemania tenía que ser socialista. Esto es lo que constituye para mí el problema fundamental: aquello por lo que yo luché, o sea, una Alemania socialista y pacífica, ya no existe; y eso es lo que yo extraño, porque lo que existe hoy es una Alemania que quiere volver a ser una potencia mundial, que está al lado de los Estados Unidos y que juega un papel de dominación en Europa. Yo estoy en contra de eso, yo quiero una nueva Alemania.” “Yo no puedo recuperar la RDA porque la historia siempre va hacia adelante”.

Un “gran” descubrimiento, el de Modrow. El ex jefe de la RDA luchó por una Alemania antifascista y socialista a la que él mismo se encargó de expedir el certificado de defunción en 1990 y ahora reconoce que Alemania quiere ir de la mano de EEUU. ¿Alguna vez dejó de estarlo? ¿Hubo alguna probabilidad, después de liquidar la RDA, de continuar con una “nueva” Alemania unida, neutral, solidaria, socialista y verdaderamente libre?. La respuesta es no y Modrow  ya lo sabía en 1990 y no tuvo problemas a la hora de entregar la cuchara, el tenedor y el plato completo a Helmut Kohl, Mihail Gorbachov y Ronald Reagan. Hans Modrow creía, ¿ingenuamente? que la unificación alemana debía comportar una Alemania ajena a la OTAN, un planteamiento que el golpista Gorbachov (a quien Modrow llama traidor, a buenas horas mangas…). se negó en redondo a admitir, confirmándoselo incluso al entonces representante de Exteriores de EEUU en aquel momento. Modrow, es cierto, que también clamaba, en enero de 1990, porque la RDA no se deshiciera en pedazos. Pero lo hizo después de arriar la bandera del compás y el cincel; entonces, ya sólo quedaba el teatro de jugar un papel de comparsa ante Gorbachov, Reagan y compañía…La RDA iba a anexionarse, sí o sí, a la RFA y ser parte integral de la agenda de la OTAN.

Modrow tiene, eso sí, el detalle de contar una anécdota que debería haberle hecho reflexionar, a él y a los sinvergüenzas que promovieron la caída de la RDA. Cuenta Modrow que estando en el Metro: “una señora mayor (ex alemana oriental) estaba sentada frente a mí, me miró y me preguntó: “Señor Modrow, ¿me puedo sentar a su lado?”. Le dije: “Claro, ¿por qué no?”, y ella me replicó: “Yo nunca estuve en su Partido. Yo quería ser maestra y no lo logré, fui hermana en la diaconía de la iglesia y trabajé en un hospital. Yo le quiero decir con todo respeto que no quisiera que no se pierda todo aquello por lo que usted luchó, que no se pierda todo lo que fue la RDA”. Un lección de humildad para quién fue un intermediario más en la demolición controlada del Estado de obreros y campesinos.

Puede que La RDA no fuese ese “paraíso” para los trabajadores que señalaba en interrogante Bruni La Motte en su breve librito acerca de la RDA (RDA, ¿infierno de la Stasi o paraíso de los trabajadores? Lecciones que debemos aprender) ni fuese, tampoco, la perfección como sistema político socialista, pero esa imagen de país gris, opresivo, de gente poco agraciada, mujeres hombrunas y demás tópicos salidos de la factoría de la guerra fría occidental eran tan ridículos y grotescos como fácilmente contrastables, al menos hoy en día cuando la propaganda anti-RDA está completamente deshecha (salvo para los que siguen viviendo de ella), no sólo en lo que se refiere al modo de vida, a la cotidianeidad, en la RDA y otros países del Pacto de Varsovia, sino respecto de aquellos acontecimientos políticos que promovieron, instigaron y financiaron desde los países capitalistas (el “levantamiento” de Hungría de 1956, el mismo de Berlín, de 1953 o la famosa Primavera de Praga, de 1968, en Checoslovaquia) . Me ocuparé de ellos cuando tenga tiempo.

 

(*) CITA TEXTUAL DEL LECTOR DEL DIARIO EL PAÍS, A PROPÓSITO DE LOS ACONTECIMIENTOS DE 1989 EN LA REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DE ALEMANIA, QUE TODAVÍA CONSERVO

CARTAS AL DIRECTOR

Título: Nada y miseria

«He dejado de comprar su periódico por no mostrar grandes diferencias entre la Prensa más reaccionaria y la suya. Las últimas portadas relativas al caso RDA son dignas de la mejor y más acentuada Prensa amarilla. Es sangrante el tratamiento que dan a las noticias relacionadas con países del Este. Es triste reconocerlo, pero parafraseando al genial Groucho Marx (¿les suena este apellido?), diría que ELPAÍS «surgiendo de la nada, ha alcanzado las más altas cotas de miseria….informativa». (Juan Antonio Díaz Gutiérrez, Madrid, octubre de 1989)

 

En fin, les presento, a continuación, algunas imágenes de la «fealdad siniestra» de la RDA. No, no van a aparecer Lenin, Honecker y San Jose Stalin devorando niños con patatas chips o explicando las bondades del socialismo a través de sus obras completas. Tampoco grandes marchas de apoyo al régimen con la hoz y el martillo a cuestas….sino imágenes que es posible, quizás, sorprendan (o no) a más de uno/a…y que representaban, fielmente, la polaridad opuesta a lo que propagaba el capitalismo de guerra del Oeste que, seguirá creyendo, conspiranoicamente, que también estaban «amañadas»…

TODAS LAS FOTOS SON DE LA REPÚBLICA DEMOCRÁTICA ALEMANA, NINGUNA PERTENECE A ALEMANIA FEDERAL U OTRO PAÍS . ALGUNAS DE ELLAS ESTÁN HECHAS POR EL FOTÓGRAFO PARTICULAR KLAUS MORGENSTERN, QUIÉN VIVIÓ EN LA RDA.

 

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MAYO DE 1972, DISFRUTANDO DE UN DÍA RADIANTE EN LA FUENTE DE ALEXANDERPLATZ,  BERLÍN ORIENTAL

 

 

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UNA ANIMADA CALLE PEATONAL EN LEIPZIG (RDA),  1968

 

 

 

 

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1973. PODÍAS IR A LA MODA

 

 

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JÓVENES MODELOS DE LA RDA

 

 

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Y OTRA JOVEN DDR MÁS

 

 

 

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TAMBIÉN EXISTÍAN LAS REVISTAS DE MODA. SE LLAMABA MODISCHE MASCHEN Y ESTA ES DEL AÑO 1967

 

 

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BERLINESES DEL ESTE EN 1969. PARECE LA UNTER DER LINDEN

 

 

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UNA PORTADA DE UN ANUNCIO CUALQUIERA EN LA RDA 

 

 

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JUVENTUD DE LA RDA EN LA PLAYA (AÑOS 70)

 

 

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MUJERES EN BERLÍN ESTE A LA ÚLTIMA

 

 

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MUJER OBRERA EN LA RDA

 

 

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DIRIGIENDO LAS OPERACIONES

 

 

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AGENTE CONFIDENCIAL…PREPARADA PARA INFILTRARSE EN LA RFA

 

 

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OBRERA EN LA FÁBRICA

 

 

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 JÓVENES ARTESANAS DE LA RDA EN LOS AÑOS 70

 

 

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UN DÍA DE ASUETO

 

 

SIEMPRE OÍ QUE LA MUJER ALEMANA ORIENTAL ERA DE ASPECTO TOSCO Y DESAGRADABLE….AQUÍ VAN UNOS EJEMPLOS (SÍ, YA SÉ, VA CONTRA LAS CONVENCIONES DEL FEMINISMO DE LA TERCERA O VIGÉSIAMA OLA….)

 

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INDIGNANTE……ALEMANES ORIENTALES JUGANDO A LA CAPITALISTA LOTO DE LA RDA…QUE ERA JUEGO OFICIAL…MALA SUERTE, ALGUNO YA SE HACÍA ILUSIONES DE QUE ESTABAN JUGANDO CLANDESTINAMENTE

 

 

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QUÉ VERGÜENZA….NUDISMO-TOPLESS BAJO UN RÉGIMEN COMUNISTA..ESTO CON FRANCO NO PASABA.

 

 

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EN LOS AÑOS 80 TE GUSTARA O NO EL PUNK O LA NEW-WAVE…TAMBIÉN SE DEJÓ VER EN LA RDA

 

El último 1º de Mayo multitudinario en Alemania Oriental: ¿Por qué se hundió la RDA seis meses después? (2)

 

WILLIAM BLUM DESMONTA LA PROPAGANDA OCCIDENTAL CONTRA LA RDA

 

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WILLIAM BLUM

 

Hagamos un poco de historia en esta entrada. William Blum (1933), periodista y escritor estadounidense, ex funcionario del Departamento de Estado norteamericano, escribió (hace cinco años) poco antes de cumplirse el veinte aniversario del fin de la RDA, que “la caída del Muro de Berlín fue otro mito más de la guerra fría” Todos los clichés de la Guerra Fría, construidos por el  “mundo libre” en contra de la tiranía comunista, se sacarán de nuevo a relucir y la leyenda simplista de cómo se cayó el muro de Berlín volverán a repetirse”. Así es y así sucedió, hace cinco años y, también, el año pasado con la apisonadora desinformativa, anti-RDA, que desplegaron las democracias otánicas de Gladio. En su análisis (que figura también en su libro, Killing Hope (Matar la Esperanza, capítulo 8, Alemania años 50), Blum desbroza, con elementos objetivos y rigurosos, qué llevó a la RDA a construir la barrera protectora antifascista en 1961 y cómo se gestó la campaña de acoso masivo que recibió la RDA en los años previos y posteriores a la construcción del Muro de Berlín, algo que es necesario acotar para entender la ilegitimidad histórica de la reunificación (en propiedad, anexión) alemana de 1990.

En primer lugar, dice Blum, antes de que el Muro se edificase miles de alemanes orientales se desplazaban cada día a la parte Oeste de Berlín a trabajar y luego regresaban a Berlín Este por la tarde. Así que se puede decir que esos ciudadanos no estaban precisamente coaccionados para retornar al Este en contra de su voluntad. Aunque podría argumentarse que esos ciudadanos vivían con sus familias, lo cierto es que nadie les puso cortapisas para salir en cualquier momento de la RDA. Ya se ha tratado en varias entradas, pero Blum incide acertadamente en algo que a los quintacolumnistas de la OTAN no les gusta y huyen como de la peste. Blum pone el dedo en la llaga para hablar del «odiado» Muro berlinés, afirmando que esa barrera antifascista fue construida principalmente por dos razones:

  • El Oeste fue acosando progresivamente a Alemania del Este con una agresiva campaña de reclutamiento de profesionales de la RDA, sobre todo trabajadores cualificados, que habían sido educados con el dinero público del gobierno comunista. Esto llevó a una grave crisis tanto de trabajo como en el sistema productivo de toda Alemania del Este. Antes, durante la década de 1950, los “combatientes” de la guerra fría estadounidenses, acantonados en Alemania Occidental, promovieron una despiadada campaña de sabotaje terrorista y subversión contra Alemania del Este diseñada para paralizar la actividad económica y administrativa del país.
  • En segundo lugar, la inteligencia de la CIA y otros agencias militares de Estados Unidos, Europa y, en particular, Alemania Occidental reclutaron, equiparon, entrenaron, y financiaron tanto a grupos alemanes de extrema derecha como de otros países, para llevar a cabo acciones que abarcaron desde el terrorismo a la delincuencia juvenil. Todo era factible con tal de hacer la vida más difícil a los ciudadanos de Alemania del Este y debilitar, de este modo, su apoyo al gobierno de la RDA, de forma  que posibilitara su rechazo al comunismo.

Mientras en los años cincuenta la CIA derrocaba mediante golpes de Estado a legítimos presidentes democráticos, como el iraní Mossadegh o al guatemalteco Jacobo Arbenz, la RDA no era ajena al frente bélico desatado por el imperialismo y era hostigada desde todas las aristas de la guerra fría, inclusive desde dentro de la neonazi Alemania Federal, donde se asesinaba a jóvenes como Philipp Müller, en 1951, por la policía neohitleriana de Adenauer. El único delito de Müller había sido pertenecer a la FDJ (Juventud Libre Alemana) organización que fue prohibida en la RFA ese mismo año, al igual que el Partido Comunista. Todo valía para acosar a un Estado soberano antifascista, incluso las ya conocidas redes nazis con las que el ex jefe de los espías de Hitler y de la nueva Gestapo alemana occidental, el BND, Reinhard Gehlen, maniobró contra la RDA para sembrar, el caos, el terrorismo y generar, de este modo, malestar y descontento entre la población germano-oriental. 

Alguien se preguntará cómo es posible que que la CIA pudiera penetrar tan fácilmente en territorio de la RDA, en los años cincuenta, y organizar actos terroristas y financiar a grupos opositores en ese país. Muy sencillo. Entre Berlín Este y Berlín Oeste no había frontera y el tránsito hacia la RDA era relativamente sencillo, tanto como volver de nuevo al sector occidental de Berlín. La no existencia de barreras, incluida la idiomática, proporcionó, según Blum, una oportunidad sin parangón para que el espionaje de la CIA actuase sin oposición en la Europa del Este, a pesar de que centenares de sus miembros fueron detenidos y juzgados en la RDA. La lógica se impuso y la RDA empezó a endurecer, con buen criterio, la entrada a su país.

El detalle de los hechos que proporciona Blum acerca de las labores contrarrevolucionarias del Oeste en la RDA son bastante claras: Fue una empresa notable, prosigue Blum, los Estados Unidos y sus agentes a sueldo realizaron innumerables atentados criminales contra el sector productivo de la RDA. En particular, Blum cita algunos de ellos utilizando no sólo fuentes de la propia Alemania Oriental sino de medios imperiales como el New York Times, Newsweek, Der Spiegel (RFA) o el Saturday Evening Post de la época:

  • Se utilizaron explosivos y se provocaron intencionadamente cortocircuitos que ocasionaron incendios, así como otros métodos para dañar centrales eléctricas, astilleros, canales, muelles, edificios públicos, estaciones de servicio, transporte público o puentes.
  • Hicieron que descarrilasen trenes de mercancías, hiriendo gravemente a los trabajadores que iban en ellos: por ejemplo, quemaron 12 vagones de un tren de carga y destruyeron las mangueras de presión de aire del resto.
  • Compuestos químicos fueron utilizados para dañar la maquinaria en fábricas que eran de vital importancia, incluso los saboteadores pusieron arena en la turbina de una de ellas, dejándola completamente inutilizada.
  • Prendieron fuego a una fábrica productora de azulejos, con lo que provocaron la ralentización del trabajo en la misma
  • Mataron a 7.000 vacas de una cooperativa láctea mediante envenenamiento.
  • Añadieron jabón a leche en polvo que iba destinada a las escuelas de Alemania del Este.
  • A un arrestado se le encontró una gran cantidad de cantaridina, un veneno que se planeó utilizar con el fin de producir cigarrillos envenenados para matar a líderes alemanes del Este, así como bombas fétidas para interrumpir reuniones políticas o el intento de perturbar el Festival Mundial de la Juventud en Berlín Oriental con ataques mediante explosivos contra los participantes.
  • En definitiva, crearon incluso directrices a través falsos documentos gubernamentales de la RDA para fomentar la desorganización, división e ineficiencia en la industria y en los sindicatos.

Todas estas actividades terroristas fueron llevadas a cabo por el llamado Servicio Técnico de la Federación Alemana de la Juventud, una especie de avanzadilla de la Red terrorista Gladio de CIA-OTAN (su supuesto cometido era actuar, igual que la falsa coartada de Gladio, en caso de una “invasión de la URSS” a Europa Occidental). El ST estaba compuesto por al menos 2000 mercenarios que no eran precisamente jóvenes ya que su pasado estaba nada menos que en el no tan lejano nazismo. En concreto había ex oficiales de la Luftwaffe, la Wehmacht y las SS. Según Blum, quien cita al ministro para el Estado alemán federal de Hesse de la época (Georg August Zinn, 1952), los miembros del Servicio Técnico recibieron, durante más de un año, y en pequeños grupos, entrenamiento en una base militar de Estados Unidos en Alemania, adiestrándolos en el manejo de armas y explosivos, así como en «instrucción política»

Además de todo lo anterior, relatado por Blum, se desencadenó un hecho muy publicitado por el anticomunismo occidental: lo que se dio en llamar el “levantamiento” de 1953, una serie de movilizaciones de ciudadanos de la RDA que fueron coordinadas desde dentro por la iglesia protestante (quién también participó activamente en la disolución de la RDA, en 1989) y elementos pro-occidentales; y desde el exterior por la ya mencionada CIA, el BND y la conocida emisora RIAS, de Berlín Occidental, que hacía de incansable vocero radiofónico fascista, instigando y promoviendo la rebelión interna en la RDA (algo que jamás hizo la RDA, en contra de la RFA, quien adoptó siempre una actitud defensiva).

También en las manifestaciones de 1953, es cierto, tuvo que existir descontento entre una parte de los trabajadores de Alemania del Este por la débil situación económica que estaba atravesando el país, eso nadie lo duda, pero sus propuestas reformistas fueron canalizadas por la contrarrevolución anticomunista (interna y externa) y, de este modo, se convirtieron en una herramienta para la liquidación del Estado de obreros y campesinos. La supuesta espiral represiva que, según dicen los propagandistas de Washington, cometieron las autoridades germano orientales y las tropas soviéticas para aplastar las revueltas NO fue tal (no hubo víctimas mortales, sólo detenciones y encarcelados), sino que fue el resultado de la propaganda de guerra instrumentalizada por Washington y Bonn. Como señala JA González la historia ha demostrado que el denominador común de los grupos que nacieron dentro de los sistemas orientales durante la guerra fría para derribarlos eran prooccidentales y estaban financiados y promovidos por el imperialismo, fuesen conscientes o no las bases de estos grupos. Eso sí, las cúpulas dirigentes (como los casos del polaco Lech Walesa o el checo Vaclav Havel) sabían lo que hacían. En Hungría, en 1956 (otro “levantamiento anticomunista”), ocurrió exactamente lo mismo que en la RDA, en 1953, con los mismos actores externos e idénticas motivaciones de la guerra fría.

Hermann Abendroth, aquel Bruckner de la vieja escuela

 

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HERMANN ABENDROTH

 

El alemán Hermann Abendroth (Frankfurt Am Main, 1883- Jena (RDA), 1956), fue un extraordinario director de orquesta, equiparable en muchos aspectos al mitificado Wilhelm Furtwangler e incluso diría que superior. Abendroth fue un integrante de la “vieja escuela” directorial cuyas características más notables se podrían resumir, además de en la economía gestual y en el movimiento de la batuta, en la fidelidad a lo “escrito” por el compositor, es decir, fue un objetivista por naturaleza. En definitiva un arquitecto de la tradición. Estas fueron las credenciales de Abendroth en todos los repertorios que abordó que fueron muchos y buenos (sólo hay que escuchar su Brahms o Beethoven, para comprobarlo). Versiones brucknerianas, las suyas, de ritmo pausado pero sin llegar a la languidez cercana al sopor en que incurría el venerado rumano Sergiu Celibidache, por citar al más sobrevalorado de los santurrones brucknerianos.

Un director, Abendroth, que dirigió en el Este con bastante asiduidad, sobre todo en la URSS. Pero en el Oeste, en concreto en la Alemania neonazi occidental, Abendroth estuvo vetado para dirigir ya que no le perdonó su “excesivo” apego al comunismo (le gustaba dirigir en el país de los soviets, qué le vamos a hacer) y, claro está, no tuvo la misma fortuna discográfica que otros grandes de la batuta como el citado Furtwaengler, Hans Knapperbutsch, Karl Böhm, Herbert Von Karajan o Clemens Krauss…directores nazis que utilizaron su filiación al Partido Nacionalsocialista para algo más que usarlo como trampolín de sus respectivas carreras musicales. Nada más terminar la Segunda guerra mundial esos directores fueron rehabilitados prontamente por las autoridades políticas del Oeste, haciendo borrón y cuenta nueva sobre su pasado, por lo que tuvieron su gran oportunidad de ser lanzados al estrellato musical y de los estudios de grabación. Los discos de Abendroth, mucho más marginales y menos numerosos, se registraron en el sello Eterna, de la RDA. Es lo que tenía la guerra fría cultural promovida por el IV Reich imperial, con sede en Washington.

 

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HERMANN ABENDROTH, EN LOS AÑOS 30, CON LA ORQUESTA DE CÁMARA DE COLONIA

 

La Quinta Sinfonía de Bruckner, en Si bemol mayor, es tal vez la más difícil  de “escuchar” del austríaco. Monumento (al aburrimiento dirán algunos) compositivo que puede hacerse eterno, ‘ladrillaco’ y repetitivo para el melómano no especialmente adicto a la música del fervoroso y beato Bruckner, mientras que para otros, simplemente, la Quinta es una “genialidad bruckneriana del contrapunto”, como una de las virtudes que lleva aparejadas esta sinfonía catedralicia por excelencia de Anton Bruckner. Con esta densísima sinfonía (y su inspirada Novena) Abendroth logra una visión casi ascética, pero sin gangas místicas adicionales. Una lectura ejemplar, sobria, acorde con el espíritu de la sinfonía, nada retórica, algo que se puede advertir ya en el Primer movimiento, el extenso Adagio-Allegro, de exposición firme y austera, aunque al mismo tiempo Abendroth juega con un acertado equilibrio (natural) de las proporciones y las dinámicas. Un discurso de “fe bruckneriana” impulsado por una apabullante lógica constructiva, fenomenalmente resuelto en la categórica coda final. El movimiento Segundo, Adagio, objetivo y profundo, es de los mejores resueltos en la discografía de Anton Bruckner, de una belleza inobjetable. Una fusión entre lo diáfano y lo lírico. Del Scherzo Abendroth resalta su sentido de la amplitud y la ya mencionada claridad contrapuntística. El cuarto movimiento es una especie de repetición-recapitulación del primer y segundo movimientos, utilizando idénticos motivos musicales –inicio en pizzicato de las cuerdas- sobre una variación de los mismos, alcanza la máxima expresión del contrapunto. La aproximación del director alemán brilla por su capacidad intuitiva, concentrada y llevada con un pulso excelente. Tal vez se eche en falta algo un poco de tímbrica más depurada, achacable a una orquesta que no es el colmo del refinamiento precisamente y tampoco el sonido “mono” ayuda, claro.

 

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Y es que si de sonido y ejecución orquestal hay que hablar…puede que aquí esté la pega de mayor consideración a la hora de escuchar este registro con todos los pronunciamientos “favorables”, cuestiones ambas que a muchos les puede resultar cuanto menos “incómodo”. El sonido, ya se ha dicho, es monoaural (grabación del 27 de mayo de 1949, en Leipzig, RDA), aunque para el reprocesado se haya hecho todo lo posible para que estuviese libre de todas las saturaciones y contaminaciones sonoras propias de la época. Pero vamos a ser claros: se oye “feo” para unos oídos acostumbrados al “stereo” y mil gangas sonoras de hoy en día día. La orquesta (la Sinfónica de la Radio de Leipzig, ya desaparecida y reconvertida por la Alemania reunificada, en su revanchismo por borrar el pasado cultural de la RDA, en una cosa llamada MDR) no era una “prima donna” (ni siquiera segunda) de las formaciones orquestales del Este (en Leipzig la Gewandhaus siempre fue la primera orquesta de la ciudad), aunque Abendroth supo sacar un partido inmejorable a la misma. No obstante, hay momentos en que sus ejecutantes se nota que actúan al límite…algo apurados (metales, sobre todo, donde la exigencia bruckneriana es muy alta) con los consiguientes desajustes (leves) en algunas notas. Pero simplemente hay que ponerse a escuchar música, con mayúsculas, sin mayores formalismos…Sin desmerecer a la orquesta de Abendroth, años más tarde, con Herbert Kegel y el mismo repertorio (Bruckner), esta orquesta alcanzó mejores cotas, ya con sonido stereo, donde la ejecución de sus instrumentistas era mucho más depurada, precisa y transparente. Pero, repito, el sonido mono tampoco es de mucha ayuda. Con todo, música y director de los de “antes”.

 

Y aquí los fragmentos de la Quinta sinfonía de Anton Bruckner, por Hermann Abendroth, al frente de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Leipzig:

1er. movt. Adagio-Allegro, de un total de 22’07»

 

2º movt. Adagio, de un total de 17’14»

 

3er. movt. Scherzo-Molto vivace, de un total de 13’29» 

El último 1º de Mayo multitudinario en Alemania del Este. ¿Por qué se hundió la RDA seis meses después? (1)

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Recordando la pantomima sindical española de hace unos días (el festivo 1º de Mayo) me vienen a la  memoria algunas cosas. Por ejemplo, que los Primero de Mayo en la RDA nada tenían que ver con las celebraciones paripé de países capitalistas como España, donde unos sindicatos amaestrados (a golpe de talonario público) por un poder subordinado a los mercados han venido escenificando una farsa reivindicativa (al gusto de empresarios y banqueros) desde que EEUU autorizó la democraCIA española. La corrupción sindical ha venido aparejada a la política y en eso de pactar contrarreformas laborales y acuerdos sobre empleo-basura los dos principales sindicatos del país (UGT-CCOO) han ido dejando varias puñaladas traperas por el camino. De la «transacción» franquista a la democracia del IBEX35 tan sólo hay un trecho.

Sólo hay que ver qué clase de infectos dirigentes han medrado en esas oligarquías sindicales y cómo han culminado su carrera sindical yendo de abrazafarolas del neoconservadurismo, en particular, los que estuvieron al mando del sindicato ex comunista CCOO. Ahí tenemos a José María Fidalgo, mamporrero de honor de la fundación facha-FAES del PP e íntimo amigo de Aznar y otro ex jerifalte de CCOO, Antonio Gutiérrez, engrosando las filas del PsoeGAL. Los dos máximos representantes de los trabajadores estaban volcados totalmente con el “libre” monetarismo capitalista de los mercados de valores, mientras se exprimía como limones, o se dejaba en la calle, a miles de “curritos” a diario. ¿Alguien acierta a explicarse cómo el afán desmovilizador y entreguista de estos dos deleznables parásitos sindicales fue especialmente intenso cuando gobernó el PPSOE, o lo que es lo mismo, el Zapaznarato? Del otro sindicato, UGT (más conocido como Unión General de Timadores) sus prácticas corruptas han tenido bastante más éxito que sus teatrales “huelgas generales”.

Bien, volvamos al pasado. El 1 de mayo de 1989 se celebraron en varias ciudades de la RDA (República Democrática de Alemania) marchas masivas, reivindicativas, especialmente coloristas, todas ellas con un marcado carácter festivo. Sólo en Berlín Oriental hubo más de medio millón de personas (la televisión oficial germano oriental cifró la asistencia en más de 700.000) desfilando por la Karl Marx Allee (que creo todavía se llama así) perpendicular a la histórica avenida Unter der Linden). En otras ciudades de la RDA el Primero de Mayo fue igualmente masivo: en Cottbus asistieron 80.000 personas, en Dresde casi 300.000, en Erfurt 160.000, en Karl Marx Stadt (hoy llamada Chemnitz) cerca de 200.000, en Leipzig 300.000, en Magdeburgo 170.000, en Neuebrandenburg 50.000, en Potsdam, en Rostock 100.000 y en Halle 200.000, etc.

Destacaría de todas ellas una leyenda, en una pancarta de la manifestación de Berlín, que nada hacía presagiar lo que sucedió tan sólo unos pocos meses después. Rezaba así  Kampf gegen den neonazismus in der BRD Verpflichtung aller demokratischen kräfte (es decir, La lucha contra el neonazismo en Alemania Federal es una obligación de todas las fuerzas democráticas). Sin duda, esa leyenda no fue premonitoria pero sí sintetizaba de la mejor manera posible qué clase de vecino tenían los germano orientales. Ese neonazismo fue, final y lamentablemente, el que volteó (ayudado por la disidencia interior), seis meses después y de forma abrupta, al Estado de obreros y campesinos nacido de la II Guerra Mundial, refundiendo las dos Alemanias en una sola a las órdenes de EEUU y la OTAN. La división de Alemania parecía estar firmemente consolidada cuarenta años después. A pesar de que en el pasado los pronunciamientos en favor de la reunificación, como estricto país neutral, hechos desde la URSS por Stalin y dirigentes de la RDA como Walter Ulbricht, fueron desoídos tanto por Alemania Federal como por su tutor político, EEUU, dos países a los que sólo interesaba hacerse con el botín de la RDA a cualquier precio mediante una campaña de acoso y derribo sin precedentes en Europa.

Al margen de las cifras de asistentes al 1 de mayo de 1989 en la RDA, que en estos casos suele ser un elemento muy subjetivo y objeto de engorde o desinfle, según el prisma político de cada cual, o de que las mismas estuvieran “dirigidas” por el SED (Partido Socialista Unificado), lo cierto es que la asistencia de los ciudadanos de la RDA a las convocatorias del Día del Trabajo fue abrumadora y, ciertamente, muy entusiasta (el que quiera que se de una vuelta por el video de más abajo). Manifestaciones bastante superiores, en número, por cierto, a las opositoras que le siguieron en octubre y noviembre de ese mismo año y que desencadenaron el fin de la RDA. Marchas antisocialistas que, básicamente, estuvieron orquestadas desde “fuera” del país aunque en ellas también había miembros de base del SED o la FDJ, quienes sólo demandaban, de partida, mayor transparencia democrática en las autoridades gobernantes y forzar la salida de los actuales dirigentes.

Es de suponer que nunca pretendieron, esas bases socialistas del SED, la disolución de la RDA y menos acabar con el sistema socialista sino reformarlo, aunque luego se entregaron totalmente a la liquidación de la RDA, al calor de los golpes involucionistas que provinieron de dentro de la jerarquía del SED (Gregor Gysi, Lothar Bisky o Hans Modrow, entre otros jerifaltes) y la URSS del vendido Gorbachov. Qué diferencia ¿verdad? Los dirigentes germano orientales, aunque traidores a sus ideales, entregaron el poder a los capitalistas de forma pacífica, mientras que en América Latina las asonadas golpistas que patrocinaron EEUU y sus socios de Europa Occidental contra la izquierda se hicieron con miles de opositores exterminados.

Esos grupos “disidentes” u “opositores” de la RDA se reunieron (ya se ha explicado en otras entradas) en torno al ya conocido y “neutro” nombre de Nuevo Foro, un conglomerado donde cabía de todo, desde neofascistas a ultraliberales pasando por socialdemócratas reformistas del SED partidarios, o no, de la anexión a la RFA y los inevitables troskistas, como fuerza de choque anticomunista, todos comandados, desde dentro de la RDA, por la reaccionaria iglesia protestante, encabezada por el cura anticomunista Joachim Gauck (el que es, hoy, presidente de Alemania) y desde fuera de la RDA monitoreados coordinadamente por la CIA y el gobierno de Alemania Federal. Si la oposición al entonces presidente de la RDA, Erich Honecker, hubiera sido tan fuerte y masiva como nos contó la propaganda de Occidente, el 1 mayo de 1989, el Día del Trabajo, la presencia de ciudadanos de la RDA no sólo hubiera sido minoritaria, o menos concurrida de lo que fue, sino que se hubieran producido, de una u otra manera, movilizaciones o protestas en diverso grado de intensidad.

Entonces..¿qué análisis cabe deducir de todo lo que ocurrió en el breve lapso de seis meses? ¿Qué interpretación histórica cabe hacer de un país, la RDA, que se atomizó en cuestión de semanas o días de forma y manera casi repentina? La simpleza propagandista del Oeste ha recurrido a los tópicos anticomunistas de la guerra fría para describir el vertiginoso proceso de implosión de la RDA. Se diría que muchos de los miles de asistentes a las masivas manifestaciones del 1 de mayo de aquel año transmutaron meses después en enfervorecidos unionistas en pro del capitalismo de la RFA ¿O es que fueron obligados a asistir poco menos que a punta de pistola por la Stasi (el servicio secreto de la RDA) o por los cuadros del SED y la FDJ (la Juventud Libre Alemana)?. Los argumentos de los palanganeros del Pentágono podrían ir en este último sentido, pero la realidad es más compleja de cómo nos la han pintado durante estas dos últimas décadas esos “agit-prop», quienes, por otra parte, suelen esconder, bajo el tapiz democrático, los asesinatos de la CIA en Siria, el golpe de Estado de Maidan o bien hacen mutis por el foro ante las falsas banderas de la OTAN, la CIA y el Mossad.

El relato de la caída del Muro y la anexión de la RDA a la RFA no se explican por una o varias “espontáneas” manifestaciones antigubernamentales, ni por los estereotipos anticomunistas de determinados historiadores o plumíferos a sueldo de Falsimedia,  si no se incardinan en su contexto histórico los factores externos involucionistas que no fueron ajenos a aquellos acontecimientos, antes, durante y poco después de la mediática caída de la barrera antifascista alemana.

Herbert Kegel y Bruckner. Un maestro de la RDA injustamente olvidado (y 2)

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El semiciclo de las sinfonías de Bruckner por Herbert Kegel comienza con una enérgica Tercera (edición Nowak, grabada el 6 de junio de 1978), donde el alemán oriental le otorga la adecuada tensión al siempre difícil primer movimiento, no acelerando más de la cuenta en los compases iniciales y finales y donde los metales adquieren una fuerza demoledora. En el Adagio mantiene a flote el tono delicadamente lírico del mismo, mientras que en el Scherzo sabe darle ese aire entre rústico y campestre de viejo “Ländler” (danza popular alemana del siglo XVIII). En el Finale Kegel apura al límite la orquesta, desbocándose un tanto, sobre todo en la coda final, pero el resultado es más que digno. Kurt Sanderling con la otra orquesta de Leipzig, la Gewandhaus, ofrece una Tercera más equilibrada y unitaria, en su grabación de 1963.

La Cuarta Sinfonía (de las dos que grabó, esta es la efectuada en “estéreo” el 21/09/1971) es uno de los puntos fuertes de Kegel. Una versión contrastada y plena de matices. Una “Romántica” ideal por su concepción sonora y estilística. Ya desde el comienzo se advierten unos bien graduados trémolos de un Allegro fraseado como “dios” manda para llegar a un Andante casi “religioso”, en el primer grupo temático de la introducción, e ir “caminando” de forma diáfana hacia un Scherzo “der Jagd” (de caza) que cumple con el debido aliento cinegético. El monumental Finale lo resuelve Kegel con gran mesura, controlando el crescendo final de forma soberbia.

En la Quinta sinfonía (grabada el 6/07/1977), una de las más difíciles de “entender” de Bruckner, ya que puede dar la sensación (en un primer, segundo y tercer acercamiento) de estar escuchando siempre lo mismo: un ejercicio de academicismo contrapuntístico o un monumento a la farragosidad temática. Pero frente a esta aparente monotonía, la partitura esconde un mundo sonoro más complejo de lo habitual en Bruckner. Frente a otras versiones (la cargante monumentalidad de Celibidache) donde prima cierta densidad extática, Kegel opta por trazar una sinfonía más “humanista” que contemplativa. Realizada con tiralíneas y sin demasiadas gangas místicas, Kegel remata la faena con un brillante Finale, el mejor ejecutado de los cuatro movimientos. Hermann Abendroth con la misma orquesta (aunque con peor sonido, mono) logra cotas aún más memorables (sobre todo en los tres primeros movimientos).

 

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Siempre me costó adaptarme a la Sexta sinfonía de Bruckner (grabación de 12/12/1972). En un primer (y segundo) momento era una sinfonía con la que no me sentía a gusto, me parecía algo así como un ejercicio de ruidosa «marrullería» bruckneriana donde el compositor se enfrascaba en un discurso musical pretencioso desplegando una concatenación alboratada de pentagramas con pasajes siempre efectistas, saturados de fortísimos fff (en particular, en los movimientos extremos). De caerme nada bien, escuchando esta Sexta en manos de Herbert Kegel me ha convencido soberanamente, gracias a una  versión tan resolutiva como admirable. Una interpretación construida de forma fluida, natural, sin artificio, de una robustez sonora apabullante (de las mejor ejecutadas por la orquesta de Leipzig), con un Scherzo realmente fenomenal (escuchar el fragmento de más abajo). Recomendable hasta para mí, alérgico como he sido a esta Sinfonía durante mucho tiempo.

En la Séptima (grabada los días 17 y 28 de mayo de 1971), tantas veces registrada en disco y con referencias como setas en el mercado, nos encontramos con una sinfonía de referencia en toda la historiografía musical de esta épica obra con «sabor wagneriano” (por su dedicatoria en el segundo movimiento). No es ni la mitad de conocida que las llamadas “grandes” de la «jerifalcia musical» antes señalada, pero se sitúa al lado de ellas sin ningún problema y casi diría que por encima. El comienzo de la sinfonía (Allegro Moderato) es majestuoso, expansivo, diáfano, de imponente construcción arquitectónica, al que le sigue un Adagio pausado, de fraseo fluido, sabiamente articulado y con una cuerda que realza la belleza del movimiento. No hay platillos ni triángulo en el climax final del Adagio, algo que suele ser habitual (y discutible) en la mayoría de versiones de esta sinfonía. El Scherzo cumple todos los requerimientos de cantabilidad, incluido el siempre casi idílico Trío, mientras que el Finale es soberbio hasta el instante final de la coda (donde a veces da la sensación de terminar embarullado por algunos directores). Una clásica Séptima que merece estar en lo más alto.

La Octava, (grabada el 11/3/1975) quizás la sinfonía de las sinfonías, es otra de las más registradas del repertorio bruckneriano, también con mil referencias discográficas en el mercado, y hay que decir que Kegel está, de nuevo, a la altura de los mejores. Ni es un canto a la trascendencia ni tampoco nos encontramos con una Octava anti-mística. El discurso es coherente en cada uno de los movimientos: contenido dramatismo en el Allegro Moderato inicial y medido control rítmico en el Scherzo, si bien le falta algo más de profundidad expresiva y detenimiento contemplativo en el Adagio que, en cualquier caso, es magnífico, mientras que el Finale es resuelto de forma ejemplar, ajustando las dinámicas con precisión, detallando los perfiles y otorgando el debido protagonismo a unos metales abrasivos, apabullantes, casi perfectos en la coda final.

La urgencia de Kegel por despachar la Novena (16/12/1975, duración: 54’) puede que no satisfaga los paladares brucknerianos más acostumbrados (en los últimos años sobre todo) a escuchar casi setenta minutos de redentorismo místico, grandes densidades sonoras o dramatismo más o menos contenido en esa “despedida a la vida” (el Abschied von Leben que señalaba Bruckner para su último movimiento) para las versiones más señeras de este remate sinfónico conclusivo de Bruckner. Un poco Kegel anda siguiendo la estela metronómica de Hermann Abendroth y la misma orquesta en su registro de 1951. En cualquier caso,  a mí no me parece una mala opción que esta Novena esté exenta de esos arrebatos místicos, tónica dominante en casi todas las interpretaciones que se han hecho de esta sinfonía. Kegel no carga las tintas y eso es de agradecer, aunque la propuesta sea ofrecer una liviana versión, con un Feierlich (Solemne) inicial sin altibajos, todo hay que decirlo y un Scherzo realizado a la carrerilla, sin respiración, finalizando con un Adagio que, en mi opinión, es el movimiento mejor plasmado por Kegel, de tempi menos agitados que los precedentes, más solemne, por así decir, que el Feierlich inicial. Una buena versión, diferente a las comúnmente interpretadas hoy en día.

 

FRAGMENTOS DE LAS SINFONÍAS 6,7 Y 8 DE BRUCKNER POR HERBERT KEGEL Y LA ORQUESTA SINFÓNICA DE LA RADIO DE LEIPZIG

 

Sinfonía nº 6 en la mayor (3. movt. Scherzo)

 

Sinfonía nº 7 en mi mayor (2. movt. Adagio)

 

Sinfonía nº 8 en do menor (4. movt. Finale)

Herbert Kegel y Bruckner. Un maestro de la RDA injustamente olvidado (1)

HERBERT KEGEL

 

El caso de Herbert Kegel (1920-1990), director de orquesta que desarrolló su carrera en la antigua RDA (República Democrática de Alemania), es paradigmático en la historia de la música. Con un amplio repertorio de grabaciones a sus espaldas tanto de obras del clasicismo y romanticismo como, sobre todo, de la que fue una de sus especialidades: la música contemporánea, fue infravalorado en vida y casi podemos decir que después de fallecer en 1990. Desde entonces, sigue siendo (salvo para el melómano avanzado) casi un ilustre desconocido. El problema de Kegel fue, probablemente, que vivió en un país socialista que estaba en el centro neurálgico de la guerra fría, la RDA. Y el frente anticomunista, no hay que olvidarlo, también se libró en el terreno musical, llevando al ostracismo a muchos artistas del Este de Europa cuyas actuaciones fuera de su país, con salvedades, no iban más allá de países de la Europa Oriental.

Shostakovich, sabemos que nos lo pintaron, en vida del artista, como un propagandista de Stalin. Luego resultó que no, que era antiestalinista ya que guardaba muchas claves ocultas en las notas de sus pentagramas (que si Stalin estaba caricaturizado en el Scherzo de la 10ª sinfonía, que si la Séptima sinfonía «Leningrado» no es tan triunfante y heroica como querían las autoridades soviéticas…) y así, el resto de autores que vivían en la órbita de la URSS eran tipos sumisos al realismo socialista, por lo que apenas eran interpretados en el Oeste. Pero si nos fiamos de la WIkipedia y los historiadores musicales occidentales, o de los «fugados» al Oeste, resulta que en realidad eran todos anticomunistas.

 

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Kegel, en el centro, rodeado de miembros del Coro de la Radio de Leipzig, en los años 50 del siglo XX  

 

Dejando ironías aparte, poco reconocimiento tuvo y sigue teniendo Kegel, si acaso en Japón, donde hizo alguna que otra “tourneé” y aquí en España donde el mítico José Luis Pérez de Arteaga le ha estado dedicando, desde hace un par de años, monográficos en su ya legendario programa radiofónico El Mundo de la Fonografía de Radio Clásica. Kegel desarrolló toda su carrera artística en la RDA, haciéndose cargo de la titularidad de orquestas como la Sinfónica y Coro de la Radio de Leipzig o la Filarmónica de Dresde, con las que grabó la mayor parte de su repertorio en las décadas de los sesenta a ochenta. Autores “clásicos” como contemporáneos fueron especialmente bien tratados por Kegel en su discografía: desde el ya mencionado Bruckner, hasta Gustav Mahler, pasando por Dmitri Shostakovich o Ludwig Van Beethoven, en los clásicos, hasta poner énfasis en compositores contemporáneos del siglo pasado como Boris Blacher, Paul Hindemith o Paul Dessau

Con la anexión de la RDA a la RFA en 1990, empezó la cacería contra los “adictos” al “régimen” (que habían estado vinculados directa o indirectamente a él) y Kegel fue uno de ellos, siendo destituido de todos sus cargos por las autoridades culturales revanchistas del Oeste, haciendo borrón y cuenta nueva hasta en la denominación de la orquesta para la que Kegel había trabajado durante más de treinta años (la Sinfoníca de la Radio de Leipzig, que pasó a llamarse Sinfónica de la MDR). Herbert Kegel entró en profunda depresión y se suicidó en noviembre de 1990. Una de las víctimas cruentas, como tantos otros suicidadosasesinados de la RDA por el nuevo régimen. Pero queda muy bien vender la muerte de Kegel argumentando que tenía un pasado depresivo. ¿Y cómo es que no se suicidó antes, en la «depresiva-opresiva» RDA?

 

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Herbert Kegel, en 1958, durante una gira musical en Polonia

 

Pasemos a la música. Se podría hablar casi de sobresaturación en el mercado de las sinfonías del gran compositor Anton Bruckner (1824-1896), algo impensable hace unos veinte o treinta años. Tanto que llevan camino de convertirse en las más grabadas de la historia de la música, después de las de Beethoven. Y hay de todo. Dejando de lado las sempiternas referencias de “antiguallas” (dicho con cariño) como las de Celibidache (lentitud agobiante magnificada en exceso), Carlo Maria Giulini, Günther Wand (bruckneriano de última hora que cumple el expediente sin más), Herbert Von Karajan (interesantes sus versiones sueltas de Séptima, Octava, ambas en EMI, y novenas, en Deutsche Grammophon con Berlín y Viena; el resto en menor medida o prescindible) Eugen Jochum (sobrevalorado), Bernard Haitink o el germano Otto Klemperer..las modernas grabaciones van entre las cosas pintoresco-historicistas (Philip Herreweghe, Roger Norrington, Nikolaus Harnoncourt), o bien tienen un marcado perfil “clásico” como el hiperaburrido ciclo de Claudio Abbado con la Filarmónica de Viena o los de Daniel Barenboim con Berlín y Chicago (ninguno de particular interés, aunque meritorios). Desde los sólidos Skrowaceczki y Georg Tintner (en serie barata, Naxos) hasta la rareza neomística olvidable más reciente de un suizo, Mario Venzago, donde la grandiosidad y densidad sonora pasan a mejor vida o, en fin, el prescindible ciclo del polaco Marek Janowsky. Empeñados están algunos en buscar todos los meandros de la autenticidad en cada línea del pentagrama bruckneriano o en quitar hierro al anticuado misticismo devoto del compositor de Ansfelden.

Eso sí, de los antiguos, siento decir, como ya he reseñado anteriormente, que ni soy fan de la laxitud mortecina e hipertrofiado misticismo de Celibidache ni de los sobrevalorados dos ciclos que legó otro piadoso del repertorio bruckneriano: Eugen Jochum (que estuvo mejor, en mi opinión, en algunas versiones aisladas). Ni tampoco son fan de la perfección aburrida de Karajan (DG) salvo, también, de algunas sinfonías aisladas ya comentadas o Gunther Wand, también entronizado en el altar correspondiente. Entre tanto director consagrado y los campeones de la autenticidad bruckneriana me quedo con directores (por poner sólo unos pocos ejemplos) como este Herbert Kegel, Otmar Suitner (Octava) e incluso el gran Evgeny Svetlanov (sinfonías 8 y 9), centrados en la tradición (bien entendida), pero al mismo tiempo más espontáneos y menos marmóreos que los anteriores, sin que pierdan por ello, en ningún momento, el norte discursivo bruckneriano.

El Bruckner grabado por Kegel en los años setenta no es perfecto ni tampoco está depurado al cien por cien orquestalmente, como tampoco es el colmo de esa emotividad espiritual, pathos intimista y todas esas invocaciones piadosas con que adornan los entendidos la música de Bruckner. Pero se podría decir que el semiciclo (sinfonías 3 a 9) de Kegel es habilidoso en su construcción, poderoso en sus contrastes dinámicos, inspirado y tremendo en sus fugas conclusivas (Finales de la Quinta, Sexta y Octava)…con momentos, también, para un lirismo de la mejor ley. Las sinfonías que grabó Kegel comprenden, como se ha dicho, de la Tercera a la Novena. Faltan, pues, la doble Cero, Cero, Primera y Segunda. Todas las sinfonías (a excepción de la Séptima) fueron grabadas en directo recogiéndose por los micros alemanes orientales los formalistas y gélidos aplausos del personal que asistió a aquéllos conciertos (se echa de menos algo más de entusiasmo en el personal).

El mérito del directo es añadido, puesto que, al contrario de lo que se puede moldear y retocar en unos estudios de grabación, no engaña. El hecho de estar grabadas las sinfonías en vivo hacen que se adviertan, para bien o para mal, mejor los “defectos”, en forma de algún que otro ruido impertinente (inicio del Allegro Moderato de la Octava). La Orquesta Sinfónica de la Radio de Leipzig no era de las consideradas de primera línea en la RDA (por ejemplo la Staatskapelle Dresden o su homónima de Berlin), pero era alemana y tenía un sonido rotundo, muy bien (en líneas generales) empastado para salir airosa del envite. Particularmente, en los metales es donde se aprecia esa sonoridad “germánica” ideal para este tipo de mastodónticas sinfonías, donde  trompas, trompetas o tubas adquieren tanto o más protagonismo que el resto de las familias orquestales. Le falta el punto de las grandes formaciones centroeuropeas (Filarmónicas de Berlín y Viena, Concertgebow de Amsterdam) pero aún así se nota el peso de la tradición de las orquestas alemanas, las únicas que han sabido, verdaderamente, entender el espíritu (y letra) del universo bruckneriano.

Resueltos estos inconvenientes, pequeños o grandes según para quién, el semiciclo de Kegel se puede decir que es globalmente sobresaliente.

25 años sin el Muro antifascista de Berlín

 

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Hace unos días se celebró, con gran profusión de traca falsimediática, el numerito que montó la CIA en Berlín hace 25 años escenificando la caída del Muro antifascista germano oriental, lo que aquí se llamó “muro de la vergüenza” por los desvergonzados que habían ejecutado (durante los años de la “guerra fría”, a golpe de bomba, tiro en la nuca y ametrallamientos varios) a ciudadanos inocentes de Europa Occidental y también a movimientos de izquierda, bajo el sello ultraderechista de Gladio-OTAN. Sin duda, el episodio berlinés de 1989 se trató de un espectacular golpe teatral histórico que mostraba al mundo, supuestamente, el triunfo de la voluntad «democrática» sobre la «tiranía». Eso sí, mientras la ficha del dominó socialista seguía su curso por Europa, EEUU (con el habitual apoyo de sus aliados europeos) invadía Panamá y asesinaba a más de 3.000 personas, algunas haciéndolas desaparecer en el mar. Pero los malos, malísimos, seguían siendo los comunistas.

Los cabecillas neohitlerianos presentes en la conmemoración de días atrás, fundamentalmente de USA, Alemania y otros países otánicos (los Obama, Merkel, etc) son los herederos de los que edificaron, consumada la anexión de la RDA a la RFA, el IV Reich actual. La herencia de ese “nuevo orden” mundial, o nuevo reinado del terror, fueron las guerras por petróleo, las falsas banderas terroristas del 11-s, 11-m, 7-j, los millones de muertos civiles y torturados en Irak, Libia, Afganistán y Guantánamo, la impunidad sionista con sus incontables crímenes y su Muro de la Vergüenza del que nadie se acuerda, el saqueo programado del neoliberalismo en el Primer y Tercer Mundo, el terrorismo islámico sufragado por Occidente…

Alemania, hoy día, es el país de los amnésicos, pero sólo con los nazis, a los que metieron (y no precisamente a empellones) en sus servicios de inteligencia, Ministerios e instituciones públicas durante los cuarenta años posteriores a la caída del otro muro, el hitleriano. Los comunistas del Este, con 150 víctimas abatidas en el Muro, que lo cruzaron ilegalmente puesto que se trataba de una frontera, fueron el paradigma de la represión socialista según los boletines político-mediáticos de la CIA. A pesar de que EEUU y Europa (con sus agencias del crimen organizado), en diversos grados, estaban apoyando golpes de Estado de corte fascista y la desaparición de miles de personas en el Cono Sur latinoamericano, en las dictaduras militares que auparon al poder. Que de su boca salga la palabra «represión»…de los terroristas más indecentes de los últimos años, tiene sus bemoles.

Lo que interesa deliberadamente a Occidente es ocultar que existían otras realidades sobre el Muro y la RDA que nunca han salido a la luz en los medios controlados que dicen llamarse “prensa libre” (para manipular). Está documentado que MILES de alemanes del Oeste capitalista viajaron a la RDA socialista para instalarse definitivamente en este país, pero la imagen y palabra más publicitada en veinticinco años, “ad nauseaum”, ha sido la de ciudadanos del Este que huían de la RDA, en globo, en triciclo o con la ayudita de la Estación de la CIA en Berlín occidental. En el Chile de Pinochet muchos no tuvieron tanta suerte: la propia CIA se encargó de que no huyeran del país disidentes de izquierda facilitando a la dictadura los detalles de centenares de opositores para que fueran asesinados, inclusive de ciudadanos norteamericanos (ver la película Missing, de Costa Gavras). Un detalle, el de la “fuga” de alemanes occidentales a la RDA, que es de singular relevancia y que la propaganda de la Guerra Fría ha ignorado siempre en detrimento de la apisonadora anticomunista patrocinada por EEUU.

 

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MUJER TRABAJADORA EN LA RDA: UN BALUARTE PRODUCTIVO DE PRIMER ORDEN

 

Se ha ignorado en qué condiciones se construyó la Barrera Antifascista alemana oriental. El Muro fue construido en agosto de 1961 en base a dos elementos desestabilizadores contra la RDA. Primero, por la remilitarización de Alemania Federal y los planes de la OTAN para invadir la RDA y segundo, y fundamental, por razones económicas. Pat Turnbull lo señala con acierto: En 1961, en Berlín Este vivían 63.000 personas que al mismo tiempo trabajaban en Berlín Oeste. Debido a los tipos de cambio, ganaban entre cuatro y cinco veces más que los trabajadores de Berlín Occidental. En la RDA pagaban rentas muy bajas, esto es, por los precios y las tarifas que debían abonar por los servicios ofrecidos por el Estado de la RDA, sin tener que pagar, además, ni un sólo centavo de impuestos al estado alemán democrático. Se ha cuantificado en alrededor de 32.000 trabajadores de la RDA los que nutrieron, con el excedente de su trabajo, a los especuladores que cruzaron la frontera durante al menos diez años seguidos.

Otro factor de desestabilización capital fueron los contrabandistas y el mercado sucio que llevaba aparejada su actividad delictiva. ‘El Muro y la Humanidad’, publicación germano oriental (1962) lo expresaba así: «Ellos (los estraperlistas) también siguieron la misma receta para acumular riqueza: cogían, por ejemplo, 100 marcos del oeste, iban a la oficina de cambio y los cambiaban a 500 marcos del Este. De este modo iban de compras a Berlín Este y compraban –por ejemplo, una cámara de fotos- e iban a Berlín Occidental y revendían la cámara por un precio muy superior (pongamos 400 marcos). A continuación, iniciaban todo el negocio sucio de nuevo. Obtenían esos 400 marcos del Oeste que se convertían en 2000 marcos del Este, haciéndose ricos en pocos meses a expensas, claro está, de la RDA. Este ejercicio de bandidaje supuso una pérdida para la RDA de más de 35.000 millones de marcos, que podrían haber sido invertidos en la construcción de escuelas, hospitales y en un aumento más rápido del nivel de vida de los germano orientales»

Un análisis absolutamente irreprochable para entender que fue la RDA y por qué se construyó su Muro protector porque, hablando de divisiones y barreras, quien promovió precisamente la división de Europa en dos bloques antagónicos fue Occidente, cuyo único objetivo era aislar, debilitar y, en último término, liquidar, a cualquier precio, a la Unión Soviética, país que, por cierto, fue quien propuso la reunificación de Alemania poco después de su ruptura en dos Estados, siempre que fuese un Estado neutral y desmilitarizado. El propio Stalin formuló una retirada de las tropas soviéticas de la zona oriental y Lavrenti Beria habló en los mismos términos a la muerte del líder soviético. Algo que, lógicamente, no interesó ni a la nueva Alemania Occidental, ni a EEUU. La división alemana fue un conjunto de acciones unilaterales realizadas por EEUU, Gran Bretaña y Francia que violaron de forma clamorosa los términos en que fue redactado el tratado de Potsdam sobre la Europa de la posguerra. Esto no lo afirma un “fan” de la RDA, sino gente respetable e informada como el investigador y ex funcionario del Departamento de Estado norteamericano William Blum.

 

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Todo en la RDA era triste, gris y plomizo…(Foto tomada en Berlín Oriental, RDA)

 

Tras la construcción del Muro la revitalización económica de la RDA fue un hecho, creciendo de forma paulatina y consiguiendo unos niveles más que aceptables de vida para los ciudadanos de la RDA, después de varios años permitiendo que el Oeste alemán saqueara parte de los recursos económicos del Este germano. La determinación de construir el Muro por parte de la RDA contribuyó, directamente, aunque esto lo obvien de manera descarada los lacayos de EEUU, al mantenimiento de la paz en Europa que, de otra forma (con una RDA permeable por Berlin Este) no se hubiera conseguido, con toda probabilidad. El factor “protector” del Muro fue, en cierta medida, una forma de garantizar la distensión entre la URSS y EEUU y, en último término, hacer frente al rearme nuclear de la RFA y evitar, no lo olvidemos, la entrada del terrorismo de OTAN-Gladio en territorio alemán oriental.

Hilary Keenan decía hace cinco años, con ocasión de las “conmemoraciones” del 20 aniversario del derribo del Muro de Berlín que: incluso veinte años después de la derrota del comunismo en Europa los esfuerzos realizados por el Estado alemán y los medios de comunicación para borrar de la memoria los logros sociales de la República Democrática Alemana no han tenido éxito. Y es que se puede afirmar que la ostalgie (nostalgia por el Este) de relativamente jóvenes y viejos ex ciudadanos de la RDA, pasados veinticinco años, es algo más que sentimentalismo pasajero por el pasado. Es una declaración de intenciones. En palabras de un antiguo alemán oriental «gracias a Dios», fui capaz de experimentar la vida en la RDA.

El Brahms total de Otmar Suitner

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Otmar Suitner (1922-2010) fue un director de orquesta prácticamente olvidado en el Oeste y justamente reconocido en el Este (socialista), donde desarrolló la totalidad de su carrera artística, en concreto en la RDA (República Democrática de Alemania), país en el que incluso recibió un Premio Nacional a su labor como artista, a pesar de que era austríaco de nacimiento. Otmar Suitner ocupó el puesto de director musical de la Staatsoper berlinesa además de comandar orquestas como la Staatskapelle de Berlín y su homónima de Dresde. La coincidencia, de algún modo trágica, quiso que su carrera musical se viese paralizada en seco justo cuando desapareció la RDA, en 1990. Pero este no fue el motivo del temprano adiós musical de Suitner, como sucedió con otro gran director de la RDA, Herbert Kegel (quien se suicidó al ver como hacían añicos su país, aunque también le afectó la caza de brujas desatada contra él por el nuevo neohitlerianismo cultural alemán). La enfermedad fue la causante del retiro definitivo de Suitner de la dirección orquestal, ya que empezó a padecer de Parkinson a finales de los años ochenta, lo que le dejó inválido para dirigir durante veinte años (desde los 67 hasta su muerte a los 87 años), tiempo en el que podría haber dejado un enorme legado discográfico.

Aún así, en su etapa en activo Suitner dejó un importante abanico de obras musicales con el sello de indiscutible referencia (desde clásicos como Antonin Dvorak –su integral sinfónica-, hasta su transparente y vívido Mozart, su apolíneo Richard Strauss, su incursión en Bruckner con una fenomenal Octava o este magisterial Brahms que nos ocupa, sin olvidar a la música contemporánea, de la que fue un valedor de primer orden, en particular, de la Segunda Escuela de Viena ). Hablar de las versiones del Brahms sinfónico es volver a incidir en registros grabados por grandes directores como Bernard Haitink, Carlos Kleiber, Kurt Sanderling y otros epígonos de la dirección como Carlo Maria Giulini (para mí tedioso y soporífero su Brahms sinfónico con la Filarmónica de Viena), Sergiu Celibidache (otro que tal baila) o el insustancial y aséptico ciclo del recientemente fallecido director milanés Claudio Abbado.

De los modernos ni me he ocupado ni me han preocupado, a pesar de que, téoricamente, existen lujosos productos en el mercado muy bien publicitados (Thielemann y otros). Sin embargo, existen grandes desconocidos “brahmsianos” que dirigieron desde la trinchera musical del Este (si exceptuamos a Kurt Sanderling) y que son prácticamente ignorados. Por ejemplo, este sensacional ciclo sinfónico de Otmar Suitner al frente de una orquesta de primer orden: la Staatskapelle de Berlín, formación que parece que ha sido descubierta hoy como una de las mejores de Alemania (gracias a la titularidad de Daniel Barenboim), pero que con Suitner (y en el Este socialista de la RDA) ya dio muestras de su gran categoría musical. La integral sinfónica fue realizada a finales de los años ochenta y pasó en su momento prácticamente desapercibida puesto que la guerra fría, en cierta forma, también alcanzaba a la cultura. Mientras los críticos musicales del Oeste entronizaban con oropeles los ciclos brahmsianos de todos conocidos, en el Este, calladamente, se hacían trabajos de altura, sobresalientes, y no sólo con Brahms sino también con otros repertorios del período clásico-romántico que eran, inclusive, superiores al marketing de la música «culta» del Oeste. Valgan como ejemplo estas cuatro sinfonías de Brahms que dirigió Otmar Suitner.

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Bien es cierto que se pueden poner algunas objeciones al discurso brahmsiano de Suitner. Por ejemplo, hay algún que otro exceso con el timbal, que suena a martillazo limpio (sobre todo en el Finale de la Primera y algo menos en el Allegro conclusivo de la Tercera) y quizás un punto de excesiva fogosidad en la coda del Allegro final de la Segunda. Pero, por lo demás, todo suena casi perfecto en esta excelentísima integral, repito, para mí la primera referencia a tener en cuenta, superior a otras tantas santificadas por crítica y público. La orquesta es de primerísimo nivel y el director austríaco conecta a la perfección con el universo sonoro de Brahms (algo que se puede observar en directo, Youtube, con la Orquesta NHK de Tokio, eso sí, en un Brahms un tanto inferior a este de Berlín)

La Primera sinfonía, con la salvedad de esa contundencia agreste de los timbalazos en el Finale resulta ser, en su globalidad, un brillante ejercicio de expresividad sonora, tempi moderadamente amplios, sentido del equilibrio, ejemplar claridad en el fraseo; en definitiva, objetivista y vitalista siempre Suitner, incluyendo siempre ese arrollador Finale.

La “pastoral” y lírica Segunda sinfonía es uno de los puntos álgidos del ciclo con Tercera y Cuarta. Reposada (repeticiones de la exposición del primer movimiento) y admirable en todas sus líneas melódicas, incluyendo su segundo movimiento (Adagio non troppo) y ese breve “intermezzo” (Allegretto grazioso) casi ensoñador. El Finale (Allegro con spirito) cumple con los pronósticos y resulta ser un pasaje vibrante hasta la ya mencionada vehemente coda final. Una versión, en cualquier caso, extraordinaria.

La Tercera es mi sinfonía favorita de Brahms y, como no podía ser de otro modo, de las cuatro que integran este ciclo. Suitner despliega todos los relieves sonoros en esta bellísima sinfonía mediante una adecuada articulación del discurso brahmsiano, nada retórico y sí fluido, natural y de gran musicalidad. En concreto, su primer movimiento Allegro con brio es de los mejor resueltos de toda la discografía, soberbio (muy al contrario que otras versiones que lo suelen iniciar “embarullado” tras las primeras notas a cargo de la sección de viento) y, como debe ser, con las repeticiones de la Exposición. El Andante, es uno de los mejores interpretados que conozco, inspirado e intimista como pocos. El nostálgico Poco Allegretto fluye con la naturalidad y lirismo esperable, mientras que el Allegro final es sencillamente espléndido con una apacible Coda final donde las violas (y violines) ponen un magnífico contrapunto.

La Cuarta sinfonía nada tiene que envidiar a las consagradas oficialmente por la crítica (Kleiber). Sabiamente lírica en los dos primeros movimientos, vivaz y de tímbrica exuberante en el Scherzo, concluye en una Passacaglia final de construcción formal y fatalismo bien medido, siendo esta Cuarta el epílogo a un Brahms sinfónico detallista, transparente, exquisitamente lírico, plenamente romántico, en definitiva de gran calidad sonora e interpretativa. Imprescindible, para que vamos a andarnos con rodeos.

Un pero final: la disposición de las sinfonías en el cd está aquejada de uno de los vicios de las discográficas de antaño. Me explico. Por una rara y caprichosa decisión las cuatro sinfonías se han ordenado en tres cd’s, a la antigua usanza, de tal modo que la Tercera sinfonía está «repartida» entre el segundo y tercer disco, cuando lo más fácil hubiera sido incluir las dos primeras en un primer cd y el resto en otro para dotar de continuidad (lógica) musical a las obras. Queda solucionada esta antigualla pasando los cd’s al PC, pero no es de recibo.

En fin, ahí van unos fragmentos (por tanto,  movimientos incompletos) de las sinfonías de Brahms por Otmar Suitner

 

Sinfonía nº 1 en do menor (mov. 3. Un Poco allegretto e grazioso)

 

Sinfonía nº 2 en re mayor (mov. 4. Allegro con spirito)

 

Sinfonía nº 3 en fa mayor (mov. 1. Allegro con brio)

 

Sinfonía nº 4 en mi menor (mov. 1. Allegro non troppo)