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Los delincuentes cibernéticos (léase acosadores-terroristas) de Twitter contra la libertad de opinar

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Nada ha cambiado en Twitter con el nuevo dueño y su nuevo «equipo de censores». La libertad de expresión es una entelequia. Por mucho que hayan rehabilitado cuentas relevantes (las que a Twitter le da la gana o las más mediáticas, por fuertes presiones de usuarios) Twitter sigue permitiendo, tolerando y dando vía libre al acoso generalizado por parte de grupos organizados (dirigidos en la sombra por la policía o los servicios secretos). Este terrorismo cibernético se ha intensificado tras la operación especial de Rusia contra el régimen nazi de Ucrania. Cuentas centralizadas en la Alemania neohitleriana, desde donde grupos de fascistas se dedican, prácticamente, las 24h. a monitorear y denunciar a usuarios críticos con la OTAN, con el régimen banderista de Kiev o cualquier otro que vaya contra la narrativa dominante de EEUU y UE en política exterior.

En España, al calor de ese engendro nazi llamado NAFO -una iniciativa de desinformación y acoso masivo en Twitter lanzada desde las cloacas de los países de la OTAN para contrarrestar el relato de los usuarios anti-ucronazis que son favorables a la operación de desnazificación rusa en Ucrania-, también son muy activos los delincuentes reportadores que llevan la «insignia» NAFO; los cuales se enorgullecen de sus fechorías, que tienen más en común con psicópatas que con gente mentalmente equilibrada. Todo ello es posible gracias a la permisividad de Twitter, que ha decidido aceptar denuncias masivas por «odio» sin ningún criterio objetivo, puesto que en infinidad de tuits de cuentas suspendidas (como la del que suscribe) se puede comprobar que tanto los abusos en la utilización de los reportes de «odio» como de las sanciones impuestas por Twitter no se ajustan a las normas de la plataforma. En cambio, desde Twitter se está dando alas a las multicuentas de los delincuentes reportadores sin ningún control, a pesar de haber sido reiteradamente denunciados. Tal vez porque Twitter actúa en connivencia con ellos ¿verdad? Y porque la trascendencia y difusión de las cuentas críticas anti-OTAN es enorme y dañina para los regímenes de Gladio.

No es casualidad que hace poco apareciera un informe en el site Mintpress que señalaba la infiltración de la policía y los servicios secretos en Twitter. El objetivo no es otro que amordazar (expulsar) a todas las cuentas críticas que tienen una alta influencia en Twitter y que difunden «la otra narrativa»; la que denuncia la rusofobia y la que evidencia las patrañas belicistas y los crímenes de las oligarquías capitalistas de Heil-Europa y EEUU.

Cómo la CIA y sus filiales de inteligencia destruyeron los países socialistas del Este de Europa


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Décadas de intensa propaganda sobre el fin del período socialista en el Este de Europa, adornadas con los dogmas de todos conocidos (“ansias de libertad” de sus ciudadanos, “anquilosamiento” de su economía y el carácter “opresivo” de sus sistemas políticos), han servido no solo para elaborar una gran mentira sino para ocultar lo que realmente se diseñó en la “guerra caliente” del Occidente anticomunista contra el socialismo; y que terminó con las ya conocidas contrarrevoluciones, de 1989, y el fin de la URSS, en 1991. La realidad fue mucho más compleja que ese escenario propagandístico anticomunista,  tantas veces difundido por think-tanks de extrema derecha, y sus papagayos mediáticos, acerca del «fracaso del comunismo». Entre bastidores, los países occidentales, tras el final de la II Guerra Mundial, fueron trabajando pacientemente el desmoronamiento del socialismo. Lo explico, pormenorizadamente, a continuación.

Fue en los años de la conocida como “guerra fría” (iniciada por los países de la OTAN, en 1946, con el famoso discurso de Winston Churchill en Fulton, EEUU, sobre el «telón de acero») cuando operaciones secretas y otros métodos subversivos se implementaron en los Estados Unidos para destruir a su enemigo principal: la URSS, así como a sus aliados socialistas, fundamentalmente, de Europa. Esas actividades se planificaron y desarrollaron no solo en los cuarteles generales de los servicios de inteligencia estadounidenses, sino también en los europeos (británicos y alemanes occidentales).

Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, la tensión en las relaciones internacionales aumentó de forma considerable, especialmente en las relaciones entre los antiguos aliados de la coalición anti-Hitler. Después de salir de una guerra sangrienta con pérdidas mínimas, los Estados Unidos de América, relegando a un segundo plano a la otrora poderosa e imperial Gran Bretaña, se encaminaron hacia el establecimiento del dominio global. Esto contribuyó a la división del mundo en dos bloques antagónicos: el socialista, encabezado por una URSS exhausta, que se estaba recuperando activamente de las enormes pérdidas y la devastación de la guerra; y el capitalista, donde Estados Unidos jugó el papel principal.

La aparición de armas nucleares en los Estados Unidos y, sobre todo, en la URSS condujo a un escenario donde nuevos métodos de «guerra no caliente» permitían un enfoque altamente disuasorio entre las dos mayores potencias militares del mundo. En estas condiciones, Estados Unidos comenzó a aplicar una nueva estrategia consistente en actividades subversivas encubiertas, operaciones paramilitares (también encubiertas), apoyadas en la diplomacia. Desde los primeros años de la Guerra Fría, Estados Unidos comenzó a utilizar en su política exterior herramientas de carácter militar y no militar, que incluían: lucha clandestina, sabotaje y subversión; involucrando a diversos grupos criminales, así como al uso y manipulación de protestas masivas civiles.

Fue durante esos años que Estados Unidos desarrolló y adoptó iniciativas estratégicas de política exterior a largo plazo destinadas a desestabilizar la situación política interna en la URSS y los países del bloque socialista, a través de operaciones encubiertas (trabajo clandestino subversivo, guerra psicológica, apoyo a diversos grupos de «resistencia» interior). A través de los esfuerzos de los asesores de la administración presidencial de Harry Truman, en particular, del conocido diplomático estadounidense George F. Kennan (un ferviente partidario de contener la “expansión soviética”), se estableció un enfoque estratégico en la política exterior de los EEUU destinado a desestabilizar la situación interna en los países socialistas. Así, en un memorándum fechado en 1948, propuso comenzar a implementar operaciones encubiertas en estados hostiles a través de grupos clandestinos de resistencia, en apoyo de elementos anticomunistas.

En el mismo año de 1948, el Consejo de Seguridad Nacional de EEUU adoptó las Directivas Nº. 10/2 y 20/1, que hablaban de planes para preparar y realizar una amplia gama de actividades subversivas en el extranjero. Según la primera directiva (10/2), «operaciones encubiertas» significaba lo siguiente: «Todas aquellas actividades realizadas o aprobadas por el gobierno de los EEUU contra estados o grupos extranjeros hostiles o en apoyo de estados o grupos extranjeros amigos. Sin embargo, estas actividades se planifican y llevan a cabo de tal manera que su fuente no se revele externamente – el gobierno de los EEUU-, y si se expone, el gobierno de los EEUU puede negar plausiblemente toda responsabilidad por ello hasta el final. […] Operaciones encubiertas son también propaganda, guerra económica, acciones directas preventivas (incluido el sabotaje) y la destrucción de objetivos; actuaciones subversivas contra estados extranjeros, incluida la ayuda a movimientos clandestinos de resistencia, guerrillas y grupos de liberación de emigrados, el apoyo a grupos anticomunistas en países en peligro del mundo libre”.

La siguiente directiva del Consejo de Seguridad Nacional-58 preveía la asistencia de ayuda en los países de Europa del Este socialista, no solo a los grupos antisoviéticos sino también a elementos del establishment político socialista: “Debemos aumentar de todas las formas posibles toda la asistencia y el apoyo posibles a los líderes y grupos pro-occidentales en estos países». Esta directiva es de suma importancia para entender lo que vino después (la compra de agentes de influencia situados en los más altos puestos de la nomenklatura comunista de esos países; particularmente, en la URSS).

El mecanismo de las operaciones encubiertas para derrocar a regímenes políticos con tendencias izquierdistas, o “contener” a partidos políticos comunistas en países occidentales de Europa que tenían posibilidades de gobernar, fue probado por Estados Unidos ya en 1947-1949. Así, en 1947, lo hicieron en Francia (con la expulsión de los comunistas del poder –que habían ganado las elecciones en 1946- y las huelgas que forzaron la caída del gobierno de coalición comunista), en 1948 en Italia (mediante una cruenta campaña de intimidación y asesinatos por encargo, que la CIA encomendó a la mafia siciliana y norteamericana, así como a elementos de la iglesia vaticana). Más tarde, EEUU, a través de la red Gladio de la OTAN, lo probó con éxito en Grecia, en 1967, durante el golpe de los Coroneles, que causó miles de muertos. La CIA logró sacar del poder a los comunistas de Occidente que tenían posibilidades de gobierno, gobernaban en coalición y gozaban de amplia popularidad, con el subsiguiente fortalecimiento de la presencia estadounidense en esos países. La creación de la Operación Gladio fue fundamental para conseguir este fin.

El 30 de septiembre de 1950, el presidente de los EEUU, Harry Truman, aprobó la nueva directiva secreta del Consejo de Seguridad Nacional NSC 68, adoptada unos meses antes, que durante mucho tiempo se convirtió en la base de operaciones encubiertas contra la URSS y los países del bloque socialista. Uno de los principales objetivos de los Estados Unidos era lograr cambios fundamentales dentro del sistema soviético. Para esto se propuso lo siguiente: «Necesitamos librar una guerra psicológica abierta para causar una traición masiva a los soviéticos y destruir otros planes del Kremlin, fortalecer medidas y operaciones positivas y oportunas por medios encubiertos en el campo de la guerra económica, política y psicológica para causar y apoyar disturbios y levantamientos en países satélites seleccionados estratégicamente y que sean importantes”.

Las directivas antes mencionadas, cuyo objetivo final era el colapso de la URSS y, en consecuencia, el colapso de todo el bloque socialista, supusieron la implementación de operaciones encubiertas que, en realidad, se equipararon con operaciones de sabotaje, subversivas y de combate realizadas tanto por instituciones político-militares oficiales de EEUU como no oficiales; instituciones, estas últimas, asociadas con el gobierno de EEUU (lo que hoy serían sus fachadas golpistas, la NED o Fundación Nacional para la Democracia, la USAID de «ayuda al desarrollo» y una selva de poderosas organizaciones estadounidenses creadas para el cambio de régimen en otros países, tales como Freedom House, McArthur Foundation, Open Society de Soros, etc).

A mediados de la década de 1950, el Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos señaló que, en las condiciones de inestabilidad emergente en el continente europeo, las posibilidades de influencia estadounidense en el desarrollo de los acontecimientos en Europa del Este para debilitar la influencia soviética habían aumentado. Al mismo tiempo, se enfatizó que los Estados Unidos deben influir no solo en las masas, sino también en los gobiernos socialistas y obligarlos a ajustar sus políticas. Esto implicó un enfoque individualizado, diferenciado por países. La búsqueda de eslabones débiles en la cadena de influencia soviética se convirtió en una tarea urgente para la CIA. Entre las áreas clave a largo plazo para el trabajo subversivo, los estadounidenses destacaron a la RDA (República Democrática alemana), Hungría, Checoslovaquia y Polonia.

Los ataques masivos de propaganda y sabotaje contra el bloque socialista y su pilar, la Unión Soviética, fueron planeados y llevados a cabo casi simultáneamente por los estadounidenses y sus aliados occidentales desde diferentes frentes. Como lo demuestran los documentos de archivo desclasificados, la Casa Blanca abordó a fondo el tema de socavar las posiciones de la URSS en Europa del Este. En junio de 1953, especialistas del NSC (Consejo de Seguridad Nacional) de EEUU presentaron un informe titulado «Objetivos y acciones de Estados Unidos en la explotación de disturbios en países satélites de la URSS».

Dicho informe, analizó las opciones estadounidenses en el contexto de intensificar la guerra psicológica contra los gobiernos comunistas, incluidas propuestas específicas para crear «focos de resistencia». La implementación de las metas y objetivos de este documento incluyó varias fases. La segunda fase preveía la organización y apoyo de actividades subversivas y de sabotaje utilizando grupos clandestinos de combate. Primero, era necesario preparar, entrenar y suministrar organizaciones clandestinas capaces de realizar ofensivas terroristas a gran escala u hostilidades prolongadas. Además, se recomendó crear grupos de “resistencia” que cooperaran entre sí, en países socialistas del Este y nacionalistas no rusos de la Unión Soviética. El documento de 1953, fue la base de la política exterior estadounidense en la organización de levantamientos «populares» en Europa del Este, demostrando que Washington poseía un potencial ampliamente destructivo en el desarrollo de operaciones subversivas complejas.

En junio de 1953, una ola de protestas, instrumentalizadas desde Bonn, EEUU y Reino Unido, a través de sus servicios de inteligencia, se extendió por muchas ciudades de la RDA. En su capital, Berlín, Dresde, Görlitz, Magdeburgo y algunas otras ciudades, se produjeron enfrentamientos armados con las fuerzas policiales y luego con unidades del ejército soviético. De estos sucesos, ya ofrecí una amplia panorámica general de los mismos en esta entrada. Los acontecimientos en la RDA, en junio de 1953, están lejos de ser el “movimiento espontáneo obrero” que la propaganda del Oeste ha estado difundiendo durante décadas. Después de una diíficil situación económica en la RDA, y unas impopulares medidas de ajuste por parte del gobierno socialista, lo que eran protestas legítimas se tornaron en un intento de golpe de Estado de Occidente a través de sus agentes desestabilizadores; aprovechando una coyuntura que le era favorable para subvertir el orden socialista.

Después del ensayo disruptivo de Occidente contra la RDA, Estados Unidos, a través de estructuras antisoviéticas controladas, emprendió una serie de esfuerzos en Hungría. En julio de 1956, como parte de las medidas para «concentrar» todas las fuerzas antisoviéticas, se celebró una reunión del Consejo del NTS (Narodny Trudovy Soyuz; partido de extrema derecha en el exilio formado por un grupo de emigrados rusos anticomunistas) en Kiedrich am Rhein (RFA). En esta ciudad, se analizó la situación en la URSS y los países socialistas de Europa del Este (principalmente en Polonia y Hungría), después del infame 20º Congreso del PCUS (donde Jruschov hizo una condena general del «estalinismo»). Se tomó una decisión para el futuro próximo: intensificar el apoyo a la oposición anticomunista interna en el bloque soviético para lanzar levantamientos populares. La siguiente intentona golpista, tras el fracaso de las fuerzas contrarrevolucionarias occidentales en la RDA, fue Hungría (ver entrada).

Sin embargo, en Hungría, en 1956, a pesar de todos los planes y la retórica beligerante de Washington, Estados Unidos, al no contar con amplios recursos operativos sobre el terreno, no pudo brindar asistencia oportuna y eficaz a los insurrectos de Hungría, que la esperaban como agua de mayo. El liderazgo estadounidense no se atrevió a entrar en una confrontación abierta con la URSS. La disposición de la dirección soviética de utilizar la fuerza militar jugó un papel decisivo para detener la amenaza contrarrevolucionaria húngara. Una reacción pasiva de la URSS en los acontecimientos de 1956 podría haber conducido a una reorientación de Hungría y a una ruptura de la unidad en todo el bloque socialista, lo que en esas condiciones habría provocado una peligrosa reacción en cadena (efecto dominó) y entusiasmo en las filas de las fuerzas anticomunistas de otros países. Los levantamientos de Berlín-RDA y Hungría, inspirados bajo la influencia de Occidente, fueron aplastados; demostrando la incapacidad de la CIA  para confrontar abiertamente a las poderosas fuerzas militares y agencias de inteligencia de la URSS.

Los pasos destructivos de la política exterior de los Estados Unidos, en el ámbito internacional, complicaron enormemente las ya tensas relaciones con la Unión Soviética. La injerencia de las administraciones estadounidenses en los asuntos internos de los países del bloque socialista y sus aliados pudo haber llevado el enfrentamiento secreto al nivel de un potencial conflicto nuclear, que casi se da por hecho en  las crisis de Berlín y Cuba, ambas a de principios de los años 60. Según la posición de Estados Unidos, la Unión Soviética debería dejar de intentar eliminar el sistema capitalista en otros países, destruir la influencia estadounidense en la zona de sus intereses y dejar de apoyar a las fuerzas antioccidentales. La URSS, lo cierto es que actuó desde posiciones similares en relación con sus propios intereses. En la confrontación cada vez más intensa con el imperialismo estadounidense, era de fundamental importancia para Moscú garantizar no solo su propia seguridad, sino también la estabilidad dentro del bloque socialista, que se convirtió en uno de los principales objetivos de los Estados Unidos.

Cualquier intento de los estadounidenses de provocar la desestabilización en Europa del Este llevaba a la posibilidad de alterar el frágil equilibrio de poder en Europa, que era una especie de amortiguador entre Moscú y Washington, y en el que las poderosas fuerzas militares de los dos bloques opuestos, incluida la nuclear, se concentraron. En este sentido, el apoyo de Washington a las aspiraciones contrarrevolucionarias de los países socialistas provocó un deterioro de las relaciones bilaterales. En parte, una excepción fueron los eventos en Hungría en 1956, que no se extrapolaron a otras vías de interacción soviético-estadounidense. Toda la atención de los principales estados occidentales se centró en el Este. Luego, la URSS y los Estados Unidos, debido a la coincidencia de intereses en la situación emergente en el Oriente Medio, pudieron combinar esfuerzos diplomáticos para resolver la aguda crisis de Suez, hablando en realidad como un frente único respecto de la agresión anglo-francés-israelí contra Egipto.

La siguiente etapa se relaciona con las actividades de la administración del presidente Lyndon B. Johnson, quien en la primavera de 1964 planteó la idea de «construir puentes subversivos», lo que implicaba fortalecer las actividades de política exterior en Europa del Este mediante la expansión de operaciones de agitación y guerra psicológica. En este sentido, los acontecimientos de Checoslovaquia, de 1968, se convirtieron en otra prueba de fuego para la URSS; y deben considerarse en línea con la estrategia de política exterior estadounidense, que consistió en contrarrestar y tratar de minimizar la influencia soviética en Europa del Este. Los hechos de la llamada Primavera de Praga se convirtieron en un eslabón más de la cadena para mejorar la tecnología de los golpes de Estado, o cambios de régimen.

Una carta política de la Embajada de la URSS en los Estados Unidos, sobre las principales direcciones de la propaganda estadounidense en relación con los eventos de 1968, en Checoslovaquia, contenía la siguiente información: «La propaganda estadounidense sigue de cerca e inmediatamente recoge cualquier manifestación de vacilaciones, puntos de vista y opiniones reformistas de derecha. evaluaciones en los discursos de figuras destacadas y de la prensa de Checoslovaquia; así como de las actividades de elementos «liberales» en el liderazgo checoslovaco. Actualmente se están dirigiendo esfuerzos significativos para incitar entre los ciudadanos de Checoslovaquia, la URSS y otros países socialistas una campaña de demandas por la retirada de las tropas de «ocupación», incitando a la población checoslovaca a la «resistencia pasiva»». Ver entrada sobre la contrarrevolución de 1968, en Praga. Fue durante este período que aparecieron nuevas tendencias en la práctica de realizar sabotajes ideológicos contra el campo socialista. Según la contrainteligencia soviética, para unir en una plataforma anticomunista y antisoviética a todas las fuerzas y tendencias hostiles, independientemente de sus diferencias en orientación política, desde principios de 1968 se formó una «organización de resistencia» común.

En 1974, tuvo lugar en La Habana (Cuba) una reunión de delegaciones de los organismos de seguridad del Estado de los países socialistas. En el transcurso de uno de sus discursos, el jefe de contrainteligencia de la República Checoslovaca, V. Molnar, citando como ejemplo los hechos contrarrevolucionarios en Checoslovaquia (1968), expresó una idea clave. Llamó la atención de los presentes sobre el hecho de que el verdadero peligro para el orden constitucional se produce cuando las élites en el poder entran en contacto con los contrarrevolucionarios de dentro de sus países.

En esta situación, sólo el poder militar podía nivelar bruscamente las decisiones antiestatales y el sabotaje promovido desde arriba. Decía Molnar: «Una cosa es la lucha clandestina de individuos o formaciones grupales que han entrado en cooperación con el enemigo. Y otra muy distinta cuando hay un cambio en las posiciones de los líderes del partido y del estado alejándolos de la vía socialista de desarrollo”V. Molnar, también enfatizó lo siguiente: “El enemigo busca fuerza dentro de nuestros estados y encuentra a quienes cooperen con él, socaven el poder y combatan el sistema socialista. Pero les quiero advertir que el verdadero peligro vendrá cuando representantes de las estructuras de poder se acerquen al enemigo. Los motivos pueden ser diferentes. Este puede ser el deseo de encontrar garantías para fortalecer el poder personal, la débil convicción en la cosmovisión socialista, la falta de preparación científica».

Las acciones decisivas de la URSS para reprimir las acciones contrarrevolucionarias, en el marco del concepto de internacionalismo socialista adoptado durante este período (en Occidente se llama «doctrina Brezhnev», o «soberanía limitada»); y la falta de voluntad de Estados Unidos para ir a una seria confrontación entre bloques en Europa, teniendo en cuenta las dificultades militares en Vietnam, permitió evitar el comienzo de una guerra sangrienta. Es decir, las medidas quirúrgicas implantadas por Moscú para cortar el injerencismo occidental contra los países socialistas fueron el único antídoto fiable, no solo para evitar una guerra abierta con los imperialistas sino para eliminar los elementos reaccionarios en el poder socialista que estaban bajo la influencia de EEUU. Además, la posición de las potencias occidentales también tuvo un impacto: Occidente estaba convencido de la disposición de la URSS a usar la fuerza para defender sus intereses en relación con este statu quo. La determinación de la URSS de intervenir en los asuntos checoslovacos se hizo tan pronto como el liderazgo de la Unión Soviética consideró que el desarrollo de la situación podría dañar su seguridad.

Existe un consenso mediante el cual, a pesar de la dura lucha internacional entre bastidores y la oposición de Moscú a la injerencia total de EEUU en los asuntos internos de la URSS y sus aliados, las dos superpotencias lograron equilibrarse al borde de la guerra, encontrando acuerdos mutuamente aceptables en temas clave, como el mantenimiento de la estabilidad estratégica. Sin embargo, este análisis es discutible, puesto que la URSS y sus socios socialistas empezaron a capitular por entregas, tanto con la Ostpolitik, promovida astutamente por Occidente (en realidad, se trataba de ir minando del Este socialista mediante la política del acercamiento), como por los llamados Acuerdos de Helsinki, de 1973-1975. Dichos acuerdos, supusieron el punto de partida (o uno de ellos) de la caída al precipicio del socialismo en Europa, reconociendo unos «Derechos Humanos» hechos a la medida de Occidente, lo que, en la práctica, equivalía a dar carta blanca a «disidentes» que estaban bajo patrocinio exterior.

Albania, que ya había abandonado el Pacto de Varsovia, en 1968, advirtió del peligro de ir cediendo a las propuestas capciosas de Occidente y se negó a firmar el Acuerdo, con estas palabras de su líder, Enver Hoxha, probablemente de las pocas verdades que dijo en su vida: «Todos los estados satélites de los soviéticos (con la posible excepción de los búlgaros) quieren romper las cadenas del Tratado de Varsovia, pero no pueden. Entonces, su única esperanza es la que el documento de Helsinki les permite, eso es, fortalecer su amistad con los Estados Unidos de América y el Occidente, para buscar inversionistas de ellos en forma de créditos e importaciones de su tecnología sin restricciones, para permitirle a la iglesia ocupar su antiguo lugar, para profundizar la degeneración moral, para incrementar el anti-sovietismo, y el Tratado de Varsovia permanecerá como un cascarón vacío».

Estados Unidos, nunca abandonó los esfuerzos para implementar estrategias con las que debilitar a la URSS y destruir la influencia comunista. Esto se hizo patente en todas las Administraciones estadounidenses, desde el fin de la II Guerra mundial; pero, especial y decisivamente, alcanzó su climax con la llegada al poder en la Casa Blanca de Ronald Reagan, en los años 80. El período que precedió al colapso de la URSS, y de todo el sistema socialista, está indisolublemente asociado a Ronald Reagan, cuyo único objetivo fue asfixiar económicamente y arrodillar políticamente a la URSS, hasta provocar su desaparición. Como señaló en sus memorias el diplomático ruso, Anatoly Dobrynin, quien durante varias décadas fue el embajador de la Unión Soviética en Washington, «en 1982, se mantuvo una tensión significativa en las relaciones soviético-estadounidenses, lo que inevitablemente afectó la situación internacional. Declarada por Reagan, en junio, la ‘cruzada contra el comunismo’, encontró su expresión concreta en la fuerte intensificación de la propaganda antisoviética, la realización de una serie prácticamente incesante de campañas ideológicas utilizando la desinformación abierta y la realización de una guerra económica contra la URSS”.

El reservorio de las operaciones encubiertas, acumulado desde los primeros años de la Guerra Fría, debía ejecutarse plenamente. Los datos desclasificados del Servicio de Inteligencia Exterior de la Federación Rusa contienen información sobre el conocimiento de los principales líderes estatales de la Unión Soviética sobre planes específicos de gran alcance de Washington, en este período histórico: «Con la llegada de R. Reagan a la presidencia de los EEUU, en 1981, la inteligencia comenzó a recibir cada vez más información de probables, pero muy concretos, planes para la destrucción de la URSS y la liquidación del sistema de países de la comunidad socialista”. Surgen, entonces, preguntas inquietantes: ¿por qué no actuaron en consecuencia los órganos de poder, sobre todo militares y especiales, de la URSS para cortar esa penetración exterior? ¿Esos servicios de inteligencia soviéticos no disponían de información sobre los movimientos clandestinos de elementos externos dentro de la nomenklatura soviética o de la inacción del liderazgo soviético ante aquellos?

Una de las direcciones clave en el trabajo de deconstrucción socialista se asignó tradicionalmente a la organización de golpes de Estado en los países socialistas. La Directiva NSS N.° 32 (NSDD-32), adoptada en marzo de 1982, como las anteriores directivas anticomunistas, siguió la estela del objetivo clave a largo plazo de aplastar el dominio soviético en Europa del Este, con el enfoque puesto en fortalecer a las fuerzas internas opositoras. Entre los objetivos inmediatos estaban: debilitar el sistema soviético, así como fomentar la liberalización a largo plazo y las tendencias nacionalistas dentro de la Unión Soviética y países satélites. La CIA esperaba que, en esta etapa histórica, fuera posible socavar decisivamente el poder soviético a través de operaciones complejas de varios niveles y ataques precisos en lugares vulnerables. Se asignó un papel importante a la hora de provocar tensiones entre la Unión Soviética y los países capitalistas cooperantes, así como efectuar presión internacional a gran escala, incluida la imposición de sanciones económicas.

En la década de 1980, Estados Unidos amplió, por tanto, la gama de medidas subversivas contra la URSS, aumentando el apoyo a las fuerzas nacionalistas antisoviéticas y brindando asistencia a la clandestinidad antigubernamental en Europa del Este para derrocar a los «regímenes comunistas». Según la inteligencia soviética, en abril de 1982, el presidente estadounidense R. Reagan aprobó un nuevo plan estratégico para destruir la unidad de los países socialistas, en particular, la RDA, Hungría, Bulgaria y Checoslovaquia para su mayor integración en el «mundo libre». Para brindar apoyo material y control sobre los grupos clandestinos bajo el auspicio de la CIA, en 1983, además de la franquicia “humanitaria” de inteligencia, USAID, se creó la Fundación Nacional para la Democracia (NED), financiada por el Congreso de EEUU, que incluía algunas de las funciones de los servicios secretos utilizados para el cambio de régimen. La NED fue creada como una organización paralela a la CIA, a través de la cual se podrían llevar a cabo proyectos subversivos bajo el pretexto de «promover la democracia». Este trabajo surtió sus frutos.

Según la inteligencia soviética, a mediados de 1986, en los países antes mencionados, a excepción de Bulgaria, se habían creado formaciones de oposición antigubernamental organizada. En la RDA, fue particularmente perceptible e intensa la injerencia exterior a principios de los años 80, con la creación de grupos “pacifistas-ecologistas” (a imagen de los Verdes de la RFA, que aprovecharon varias visitas a la RDA para introducir propaganda anticomunista) y de organizaciones de mujeres (la conocida como Unabhängige Frauen o Mujeres «independientes»). En 1989, todos se agruparían, junto a la iglesia evangélica de la RDA, en el grupo opositor contrarrevolucionario Neues Forum, monitoreado activamente desde la RFA.

A finales de la década de 1980, la situación político-militar en el mundo se caracterizó por el debilitamiento total de las posiciones internacionales de la URSS y la desorganización dentro del bloque socialista. La política exterior agresiva de los Estados Unidos, la debilidad, la indecisión y la falta de voluntad de los líderes del estado soviético para resistir la presión cada vez mayor de Washington; en definitiva, la calculada traición política de los principales líderes soviéticos, durante la Perestroika, llevó a consecuencias desastrosas de todos conocidas. Los jefes del KGB informaron constantemente de que Occidente estaba estudiando detenidamente los acontecimientos que tenían lugar en Europa del Este, y en la propia URSS, tratando de intervenir activamente en la situación y, con la ayuda de sus agentes políticos sobre el terreno, encaminar las movilizaciones en la dirección que deseaba Occidente. Es decir, había que impedir que la reforma de los sistemas socialistas se hiciera para seguir conservándolos como tales. En 1989, se estableció en los Estados Unidos el Centro para la Observación del Progreso de la Perestroika, que incluía a representantes de la CIA, la DIA (Agencia de Inteligencia de Defensa) y la Dirección de Inteligencia e Investigación del Departamento de Estado.

Por ejemplo, G. Hyde, miembro de la Cámara de Representantes de los EEUU, y miembro del subcomité de inteligencia, habló abiertamente sobre las acciones subversivas activas de la CIA en Polonia que, supuestamente, intensificarían la reacción en cadena dentro de todo el bloque socialista: «En Polonia, hicimos todo lo que se hace en países donde queremos desestabilizar al gobierno comunista y aumentar la resistencia contra él. Las acciones dirigidas hacia el exterior desde Polonia inspiraron una resistencia similar en otros países comunistas de Europa». En Polonia, precisamente, además del sindicato anticomunista polaco «Solidaridad», legalizado inesperadamente en 1980, grupos de militantes anticomunistas radicales operaron en estrecha colaboración con dicho “pseudosindicato” (tales como los destacamentos de asalto de la «revolución», la «Confederación de Polonia Independiente» (KNP), «Polonia Libre», etc.). El programa del KNP, como se desprende del informe de la Oficina del Fiscal General de la República Popular de Polonia, de 6 de febrero de 1981, correspondía completamente a los objetivos de organizaciones extranjeras terroristas y de sabotaje, entre las que destacaba Polonia Libre.

Una de las organizaciones criminales polacas anticomunistas, Polonia Libre, estaba liderada por un ex ciudadano polaco que había sido cómplice de los nazis en la II Guerra Mundial y que huyó al extranjero después de la guerra. Gracias a los esfuerzos de otro grupo llamado KOS-KOR, apoyado desde el extranjero por la CIA y el MI6 británico, se formaron «sociedades de conferencias» ilegales en las ciudades polacas más grandes, que recibieron el sobrenombre de «universidades volátiles». Durante esos “seminarios”, los estudiantes recibieron habilidades básicas de trabajo clandestino y conspirativo. Se creó una «reserva revolucionaria», que en el momento del levantamiento llenaría las filas de terroristas. Esto recuerda el trabajo centrado en la red del centro CANVAS, que se especializa en enseñar tecnologías de las «revoluciones de color» a muchas organizaciones (fundamentalmente, ONG), para preparar una oposición destructiva sobre el terreno.

A diferencia de los hechos de 1953 (Berlín-RDA), 1956 (Hungría) y 1968 (Praga), la Unión Soviética, en la crisis polaca, evitó entrar con un contingente armado a gran escala, ya que los métodos militares-administrativos en Polonia, supuestamente, se creía que solo podían tener un efecto limitado. Las autoridades soviéticas consideraron, erróneamente, que las autoridades polacas podían llegar a un compromiso con los anticomunistas, lo que supuso una capitulación gradual del régimen del general Jaruzelsky. Las concesiones de los líderes polacos, su entreguismo y el reconocimiento de la necesidad de ampliar aún más el diálogo con la oposición, llevaron al debilitamiento de la disciplina comunista, a la liquidación del gobierno socialista y a la reorientación del estado polaco hacia el capitalismo.

Los acontecimientos de Polonia, a principios de la década de 1980, inspirados y apoyados por las fuerzas contrarrevolucionarias internas de la oposición, fueron utilizados por Washington como pretexto para intensificar aún más las tensiones en las relaciones con la URSS y sus aliados. Después de que los líderes polacos, en una situación difícil, introdujeran la ley marcial, con el apoyo de la URSS, la administración Reagan emitió una dura condena y, de acuerdo con planes de largo alcance, comenzó a ejercer una presión cada vez mayor sobre Moscú. De las memorias del embajador soviético Dobrynin en Washington, se desprende que los días 24 y 25 de diciembre de 1980 se intercambiaron mensajes bastante duros a través de un cable directo entre Reagan (quien se negó a reconocer los acontecimientos en Polonia como «asuntos internos» y amenazó a Moscú con sanciones si ayudaba en la “represión de Polonia”), mientras Brezhnev pidió al presidente norteamericano que dejara de interferir en los asuntos polacos.

Tras el inicio de la perestroika, la estrategia de política exterior de la URSS en relación con los países del bloque socialista sufrió cambios irreversibles. Como resultado de las actividades de la nueva dirección del estado soviético, la unidad socialista con los países de Europa del Este se fue debilitando rápidamente. En los países de Europa del Este los líderes “comunistas” empezaron a revisionar los hechos contrarrevolucionarios del pasado (Hungría y Checoslovaquia, fundamentalmente) inspirados y apoyados por Occidente. La intensificación del sabotaje y las medidas subversivas en las zonas estratégicas de influencia soviética, la introducción de varias restricciones en forma de sanciones y la carrera armamentística lanzada por la administración Reagan tuvieron como objetivo el debilitamiento total de la Unión Soviética hasta su destrucción final.

Según las memorias del embajador A. Dobrynin, en 1983, las relaciones ruso-estadounidenses estaban en su punto más bajo desde el comienzo de la Guerra Fría, la tensión en el mundo en general aumentó debido al deseo de la administración Reagan de lograr la victoria sobre la URSS y un cambio general en el equilibrio de fuerzas en el ámbito internacional a favor de EEUU. A finales de la década de 1980, hay un colapso final de los regímenes comunistas en países clave de Europa del Este. Los planes para la «liberalización» y la «democratización» de los antiguos países socialistas se implementaron con éxito. Washington logró su objetivo principal: la separación completa de los estados de Europa del Este de la URSS y la reorientación geoeconómica y geopolítica de la región.

Las acciones contrarrevolucionarias en los países socialistas de Europa del Este, cuando en los años 50-60 había líderes fuertes y con capacidad de decisión en el poder de la Unión Soviética, fueron destruidas y la CIA no logró sus objetivos estratégicos finales. Sin embargo, con el tiempo, la estrategia entreguista de la URSS dio un resultado: las élites gobernantes de los países del bloque socialista comenzaron a desviarse cada vez más de los principios fundamentales de la unidad socialista en favor de la cooperación con Occidente. Todo ello dio lugar a que, con el tiempo, los “comunistas” que simpatizaban con el pensamiento «liberal-democrático» de la sociedad occidental, llegaran al poder. Como resultado, en la RDA, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria y Rumanía se produjo el desmantelamiento del sistema comunista y el papel de liderazgo del partido comunista fue minado con la plena colaboración del aparato de poder de los gestores de la «Perestroika».

En el caso de la RDA, en el que voy a detenerme brevemente, el presidente de la URSS, Mijail Gorbachov, forzó la caída de su presidente, Erich Honecker, después de pactar la liquidación del estado socialista alemán con los agentes golpistas del politburó del SED; entre otros y, principalmente, Gregor Gysi, secretario general del Partido Socialista Unificado, SED, quien prometió a Gorbachov deshacerse de la RDA; Günther Schabowski (el que se encargó de anunciar la apertura del “Muro” de Berlín) y Hans Modrow (último presidente de la RDA). Todos ellos, fueron ayudados por el prominente miembro de la inteligencia de la “Stasi”, Markus Wolf, importantes intelectuales de la RDA, como Christa Wolf, y varios jefes de distrito del SED. Toda la operativa de demolición de la RDA se hizo en coordinación con Alemania Federal, con un papel preponderante del entonces Ministro de Exteriores de este país, el ex nazi, Hans Dietrich Genscher, y una sección del KGB soviético, llamada “Luch” (que estaba maniobrando en la RDA para difundir la “perestroika” entre miembros del SED).

La CIA y el BND organizaron el posterior asalto a la sede del MfS-“Stasi”, en Berlín, para robar la mayor parte de sus archivos, en la llamada Operación Rosenholz. El objetivo del asalto (que los medios occidentales publicitaron como “espontáneo” por parte de grupos de ciudadanos de la RDA) fue incautar todos aquellos documentos que comprometían a los servicios de inteligencia de Occidente en operaciones terroristas, no solo contra la RDA, sino en el marco de la red Gladio; de las que el HVA (servicio exterior de espionaje de la RDA) tenía conocimiento (con nombres y apellidos) y dejó reflejado en sus archivos. El MfS («Stasi») sabía, particularmente, del manejo del terrorismo de la Fracción del Ejército Rojo (RAF) por la agencia de inteligencia de Alemania Federal (el BND), así como de otras implicaciones terroristas de este servicio secreto, de la CIA y de la inteligencia exterior británica, MI6. Una cantidad indeterminada de los archivos del MfS fueron llevados a EEUU y allí se desdibujaron sus huellas.

Por tanto, volviendo a la URSS, la posición de la dirección soviética en aquellos momentos críticos de finales de los años 80, encabezada por Mijail Gorbachov, desempeñó un papel importante sobre la no injerencia de Moscú en los procesos golpistas que provocaron un cambio de régimen en los países socialistas, lo que significó una señal de entusiasmo para Occidente: la URSS rechazó la «doctrina Brezhnev» y el gradual abandono de su propia influencia en Europa del Este. Así, los planes político-militares de largo plazo desarrollados y adoptados por Estados Unidos, en las primeras etapas de la mal llamada Guerra Fría, marcaron el proceso de transformación gradual del tipo de “guerra”, pasando de la “guerra caliente” a un aumento sistemático del sabotaje y las actividades subversivas (operaciones encubiertas), para cambiar los regímenes políticos legítimos del Este socialista europeo; como una herramienta eficaz para la implementación de tareas de política exterior en el escenario mundial.

La historia ha demostrado que el fin de la Guerra Fría y la transición a un nuevo modelo de relaciones internacionales no llevaron a la desaparición de esta táctica. Por el contrario, el potencial acumulado de entonces está siendo utilizado activamente hoy por los estadounidenses en la implementación de la estrategia «híbrida» de confrontación, especialmente en la organización de golpes de Estado («revoluciones de color»). La experiencia de las operaciones de las agencias occidentales llevadas a cabo en la RDA, Hungría, Checoslovaquia y Polonia se convirtieron en un campo de pruebas para que Washington probara tecnologías políticas destructivas. Los intentos de llevar a cabo por la fuerza un golpe de estado en los países de Europa del Este socialista fueron presagios de futuras «revoluciones de terciopelo» o de «colores», de todos conocidas.

La determinación soviética de aniquilar las revueltas en la RDA, Hungría, y luego Checoslovaquia, es la que faltó para aplastar la algarada anticomunista-clerical de Polonia, en 1980, y sofocar los levantamientos golpistas de 1989 en el Este socialista. Sin embargo, en este último caso, hay que decir que ya no había margen de maniobra posible, puesto que la URSS de la Perestroika se había entregado totalmente a Occidente y los líderes “comunistas” del Pacto de Varsovia habían abandonado su ideología y la dirección de sus países bajo la influencia de Gorbachov y «su» «Perestroika». Los ciudadanos de esos países abrazaron incondicionalmente el capitalismo, entre una mezcla de resignación y mediatización por la enorme propaganda que Occidente estaba desplegando en aquellos momentos (la caída en dominó del socialismo).

Tras el desplome en bloque de los países socialistas, en 1989, y la URSS, en 1991, la actividad subversiva y de cambio de regímenes no solo no fue detenida por Occidente sino que se incrementó provocativamente con agresiones militares directas (Yugoslavia, Afganistán o Irak), o bien utilizando, a través de sus servicios secretos, a proxies terroristas islamistas mediante la modalidad de Gladio B, con los que ha realizado brutales atentados de falsa bandera en toda Europa. El penúltimo intento de derrocar gobiernos en Oriente Medio, “hostiles” a Washington, fueron las llamadas «primaveras árabes»; fructificando en la Libia del asesinado coronel Gadafi, país que fue arrasado por la OTAN para llevar al poder a un régimen esclavista gobernado por AlQaeda. Mientras, en Siria, el intento de expulsar a Assad del poder por EEUU fracasó gracias a la ayuda ruso-iraní al pueblo sirio; a pesar de que EEUU creó un ingente grupo de terroristas, previamente entrenados y armados por la CIA y el Pentágono en la base de la OTAN de Incirlik (Turquía).

EEUU, actualmente, sigue ocupando ilegalmente Siria con tropas militares y robando sus recursos petrolíferos con ayuda de los kurdos. Pero esto no parece importarle demasiado a sus aliados de Europa; los que hoy, con la agresiva y expansionista OTAN, ladran contra la justa y legítima intervención de Rusia en Ucrania para acabar con el régimen fascista ucronazi.


Sobre un artículo de

Nikita Danyuk,  Primer Director Adjunto del Instituto de Estudios Estratégicos y Pronósticos, Universidad RUD (Moscú)

Anatomía de un golpe de Estado: cómo un frente de la CIA sentó las bases para la guerra de Ucrania

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Un artículo de Kit Klarenberg

1 de julio de 2022

Los ejemplos evidentes de la acción encubierta de la Agencia Central de Inteligencia en el extranjero son difíciles de identificar hoy en día, salvo reveses reconocidos ocasionalmente, como el esfuerzo desplegado con mil millones de dólares para derrocar al gobierno de Siria, a través de la financiación, entrenamiento y entrega de armamento de grupos yihadistas bárbaros. En parte, esto se debe a que muchas de las responsabilidades y actividades tradicionales de la CIA se han subcontratado a organizaciones «abiertas», sobre todo a la Fundación Nacional para la Democracia (National Endowment for Democracy, NED).

La NED fue fundada en noviembre de 1983. El entonces director de la CIA, William Casey, fue el artífice de su creación. Casey, trató de construir un mecanismo público para apoyar a grupos de oposición, movimientos de activistas y medios de comunicación en el extranjero que se dedicaran a la propaganda y al activismo político para perturbar, desestabilizar y, en última instancia, derrocar a los regímenes «enemigos» de los Estados Unidos. La NED fue el pretexto de la CIA con “rostro humano”, por acuñar una frase.

La verdadera naturaleza malévola de la NED quedó subrayada en un artículo del Washington Post de 1991 en el que un alto funcionario de la NED, Allen Weinstein, se jactaba de sus proezas en el derrocamiento del comunismo en Europa del Este (mediante la NED) y reconocía que «mucho de lo que hacemos hoy lo hacía la CIA de forma encubierta hace 25 años.»

Avancemos hasta septiembre de 2013. Carl Gershman, jefe de la NED desde su fundación hasta el verano de 2021, escribió un artículo de opinión para The Washington Post, en el que describía cómo su organización estaba trabajando duro para arrancar de la órbita de Moscú a los países cercanos a Rusia: la constelación de antiguas repúblicas soviéticas y antiguos estados integrantes del Pacto de Varsovia. Gershman, describió a Ucrania como «el mayor premio» del espacio post-soviético, sugiriendo que la adhesión de Kiev a Europa «aceleraría la desaparición» del Presidente ruso Vladimir Putin. Seis meses después de estas declaraciones, el presidente electo de Ucrania, Víktor Yanukóvich, fue derrocado en un violento golpe de Estado.

A principios de ese mes (septiembre 2013), el legendario investigador Robert Parry escribió en Consortium News cómo durante el año anterior la NED había financiado 65 proyectos en Ucrania por un importe de más de 20 millones de dólares. Esto equivalía a lo que el difunto periodista denominó «una estructura política en la sombra de medios de comunicación y grupos de activistas que podían desplegarse para provocar disturbios cuando el gobierno ucraniano no actuara como se deseaba».

El papel fundamental de la NED en la destitución del ex presidente ucraniano Yanukovich es indiscutible, algo que, sin embargo, no sólo no se ha reconocido en la prensa dominante, sino que los periodistas occidentales se deshacen agresivamente de la idea, atacando ferozmente a los pocos que se atreven a desafiar la ortodoxia establecida sobre la inocencia de los Estados Unidos en el cambio de régimen en Ucrania. La propia NED ha eliminado muchas entradas de su sitio web en los años siguientes transcurridos desde el golpe, que subrayan ampliamente su papel en el derrocamiento de Yanukovich.

Por ejemplo, el 3 de febrero de 2014, menos de tres semanas antes de que la policía se retirara de Kiev, entregando efectivamente la ciudad a los manifestantes armados y provocando la huida de Yanukóvich del país, la NED convocó un evento titulado Las lecciones aprendidas de Ucrania: de la Revolución Naranja al Euromaidán. Este simposium fue dirigido por el periodista ucraniano Sergii Leshchenko, que en ese momento estaba terminando el Programa de Becas para la «Democracia» Reagan-Fascell de la NED, en Washington DC.

Junto a Leschenko estaba Nadia Diuk, entonces asesora principal de la NED para Europa y Eurasia, graduada en el St. Antony’s College de Oxford, un reconocido nicho de reclutamiento para la inteligencia británica fundada por antiguos espías. Justo antes de su muerte, en enero de 2019, a Diuk se le concedió la Orden de la Princesa Olga, uno de los más altos honores de Kiev, un ejemplo particularmente palpable de los íntimos y duraderos lazos entre la NED y el gobierno ucraniano.

Mientras que la lista de eventos en línea sigue existiendo hoy, los documentos de apoyo -incluyendo las diapositivas de Powerpoint que acompañaron a la charla de Leshchenko-, y un resumen de los «aspectos más destacados del evento»- han sido eliminados. No está claro qué provocó la purga, aunque bien podría ser significativo que la charla de Leshchenko ofreciera un claro plan para garantizar que el fracaso de la Revolución Naranja de 2004 -otro golpe de Estado orquestado por la NED- no se repitiera, y que el país siguiera capturado por los intereses financieros, políticos e ideológicos occidentales después de Maidan.

Fue una hoja de ruta que la NED siguió posteriormente al pie de la letra. Leshchenko destacó específicamente la importancia de financiar a las ONG, de emplearse a fondo en Internet y utilizar los medios sociales como «[fuentes] alternativas de información», ante el peligro de una «televisión estatal no reformada» (sic).

Así, el 19 de marzo de 2014, representantes del partido ultraderechista Svoboda -vinculado a una masacre de falsa bandera de manifestantes el 20 de febrero, hecho que hizo que la caída del gobierno de Yanukóvich fuera un hecho consumado, irrumpieron en el despacho de Oleksandr Panteleymonov, jefe de la radiotelevisión estatal ucraniana, y le golpearon en la cabeza hasta que firmó una carta de dimisión.

Ese impactante incidente, motivado por la emisión de una ceremonia en el Kremlin en la que Vladimir Putin firmó un proyecto de ley que formalizaba la incorporación de Crimea a Rusia, fue uno de los muchos que los manifestantes retransmitieron en directo por Internet. A pesar de la brutal defenestración del jefe de la televisión estatal ucraniana, gran parte de estas transmisiones en directo sirvieron para presentar al público extranjero una narrativa muy romántica sobre las manifestaciones y sus participantes, que tenía poca o ninguna relación con la realidad.

En julio de ese año 2014, Leshchenko escribió en la publicación académica trimestral de la NED, Journal of Democracy, y analizó en detalle el papel de los medios de comunicación en el éxito del golpe de Maidan, llamando especialmente la atención sobre el papel fundamental del «periodista online» Mustafa Nayyem. Nayyem inició las protestas en noviembre anterior, reuniendo a cientos de sus seguidores de Facebook para protestar en la Plaza de la Independencia -ahora Maidan- de Kiev, después de que Yanukóvich desechara el Acuerdo de Asociación Ucrania-Europa en favor de un acuerdo más aceptable con Moscú.

Nayyem no era un «periodista online» cualquiera. En octubre de 2012, fue uno de los seis ucranianos enviados a Washington DC por Meridian International, una organización relacionada con el Departamento de Estado norteamericano que identifica y prepara a futuros líderes en el extranjero, para «observar y tener experiencia» en las elecciones presidenciales de ese año.

Financiados por la embajada de Estados Unidos en Kiev, durante 10 días «conocieron a fondo el proceso electoral estadounidense» y los seis “periodistas” ucranianos se reunieron con los candidatos y los funcionarios electorales, visitando las instalaciones de votación. También se les invitó a debatir «los avances de Ucrania hacia un proceso electoral más justo y transparente» con representantes de organismos gubernamentales estadounidenses.

No se sabe con quién se reunió el sexteto, aunque las imágenes promocionales muestran a Nayyem grabando con su smartphone una cumbre personal con John McCain. El vídeo fue publicado en su canal personal de YouTube. En él, Nayyem le pregunta al célebre halcón de la guerra (McCain) su opinión sobre Ucrania, a lo que éste responde: «Me preocupa la influencia de Rusia». Esto es sorprendente, ya que McCain voló a Kiev en diciembre de 2013 para dar un discurso a los manifestantes del Maidan, flanqueado por el conocido neonazi Oleh Tyahnybok. La entonces funcionaria del Departamento de Estado Victoria Nuland, ahora subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos, también estuvo presente, repartiendo sin ningún reparo «galletas motivadoras» a los asistentes.

El 4 de febrero de 2014, un día después de la presentación de Leshchenko ante la NED, se filtró una grabación interceptada de una llamada telefónica entre Nuland y el embajador de Estados Unidos en Ucrania, Geoffrey Pyatt, en la que ambos hablaban de cómo Washington estaba «pariendo» la destitución de Yanukóvich, y nombraban a varias personas elegidas a dedo para dirigir el gobierno posterior al golpe.

No se sabe con certeza si los influyentes contactos de Nayyem con Estados Unidos motivaron de algún modo su decisión de desencadenar las manifestaciones del Maidán en noviembre de 2013. El papel fundamental que desempeñó en la promoción de las protestas a nivel mundial está mucho más claro, ya que fue uno de los principales fundadores de la emisora digital Hromadske TV.

En su artículo del Journal of Democracy, Leshchenko relata cómo Hromadske ni siquiera se había puesto en marcha oficialmente cuando empezó a retransmitir en directo las manifestaciones del Maidán, en el mismo instante en que estallaron bajo la dirección de Nayyem. Aunque Leshchenko afirma tímidamente que Hromadske «obtuvo la mayor parte de su modesta financiación de las organizaciones internacionales y de las donaciones de los ciudadanos ucranianos», en realidad recibió cientos de miles de dólares en financiación de una variedad de fuentes, incluyendo la Embajada de EEUU en Ucrania, el frente de inteligencia USAID, la Fundación Internacional del Renacimiento de George Soros, el oligarca estadounidense Pierre Omidyar y – por supuesto – la NED.

La audiencia de Hromadske se expandió rápidamente tanto dentro como fuera de Ucrania, y su producción incrustada fue reciclada con entusiasmo por innumerables medios de comunicación convencionales, lo que significó que los espectadores occidentales recibieron una perspectiva única y partidista sobre los disturbios, muy engañosa. Basándose en la cobertura de Hromadske, se habría inducido a los espectadores extranjeros para que concluyeran que las protestas estaban totalmente motivadas por la preocupación por los derechos humanos y la democracia, y que eran abrumadoramente populares, aunque no de forma unánime.

En un ensayo representativo de febrero de 2014, en el que se tachaba de propaganda rusa el hecho demostrable de que tanto los manifestantes del Maidán como sus dirigentes estaban plagados de neonazis, el académico y colaborador del Journal of Democracy, Andreas Umland, declaraba audazmente que «el movimiento en su conjunto…refleja a toda la población ucraniana, jóvenes y mayores». Nada más lejos de la realidad.

Un artículo de opinión extraordinariamente revelador en el Washington Post de los académicos norteamericanos Keith Darden y Lucan Way publicado ese mismo mes destruyó esa narrativa, que ha perdurado -y se ha intensificado- desde entonces. Ambos expusieron de forma analítica cómo menos del 20 por ciento de los manifestantes se declaraban impulsados por «violaciones de la democracia o la amenaza de la dictadura», sólo entre el 40 y el 45 por ciento de los ucranianos estaban a favor de la integración europea, Yanukóvich seguía siendo «la figura política más popular del país» y ninguna encuesta realizada hasta la fecha había indicado un apoyo mayoritario a la revuelta.

De hecho, decía el artículo, «una mayoría bastante amplia se opone a la toma de posesión de los gobiernos regionales por parte de la oposición», y la población seguía amargamente dividida sobre el futuro de Ucrania, escribieron Darden y Way. Dicha hostilidad procedía de «la retórica antirrusa y la iconografía del nacionalismo ucraniano occidental», muy extendida entre los manifestantes, «que no [juega] bien entre la mayoría ucraniana».

Del 50% de la población ucraniana que reside en regiones que se habían «identificado fuertemente con Rusia» durante más de dos siglos, «casi todos [estaban] alienados por la retórica y los símbolos antirrusos». «Las formas antirrusas del nacionalismo ucraniano expresadas en el Maidan no son ciertamente representativas de la opinión general de los ucranianos. El apoyo electoral a estas opiniones y a los partidos políticos que las abrazan siempre ha sido limitado», concluyen Darden y Way. «Su presencia e influencia en el movimiento de protesta supera con creces su papel en la política ucraniana y su apoyo apenas se extiende geográficamente más allá de unas pocas provincias occidentales».

A pesar de esta cobertura sesgada, o tal vez debido a ella, Hromadske no hizo más que crecer. Leshchenko señala que su popularidad fue tal que incluso la cadena estatal de Ucrania «llegó a un acuerdo» para amplificar su producción, «lo que permitió a esta pequeña empresa de transmisión por Internet de garaje alcanzar una audiencia de millones de personas». En el proceso, los ucranianos -y el mundo- fueron bien educados en la falsa narrativa del derrocamiento de Yanukovich por voluntad popular.

Evidentemente, el potencial de Hromadske para influir en las percepciones tampoco pasó desapercibido para otros gobiernos occidentales. En 2015, el Ministerio de Asuntos Exteriores británico aportó importantes fondos para desarrollar iniciativas de «radiodifusión» en las regiones de mayoría rusa de Donetsk y Luhansk, para un proyecto denominado «Donbas calling». Al año siguiente, Londres aportó más cantidades a la emisora, para que pudiera servir de «proveedor de información» local a una «audiencia de hasta un millón de personas.»

En 2017, Hromadske volvió a recibir cientos de miles de libras para expandirse aún más en las regiones escindidas. Entre otras cosas, Gran Bretaña apoyó la instalación «de 16 transmisores de FM en las zonas controladas por Ucrania a lo largo de la línea de contacto y la ‘zona gris’ en el este», lo que significa que la emisora podría llegar hasta dos millones de ciudadanos potencialmente poseedores de perspectivas “separatistas”.

Los perfiles públicos de Leshchenko y Nayyem también aumentaron de forma exponencial. En las elecciones ucranianas de octubre de 2014, ambos fueron elegidos para el parlamento como parte del bloque de Petro Poroshenko, el primero se convirtió en miembro de su comité anticorrupción y el segundo de su grupo interpartidista sobre integración europea, lo que les llevó a tener perfiles brillantes en los medios de comunicación occidentales. En todo momento la NED ha seguido de cerca sus progresos, y ha aclamado a ambos como emblemas de la nueva Ucrania liberada que floreció tras el Maidán.

Sin embargo, el compromiso personal de Leshchenko con la democracia se vio bastante socavado en agosto de 2016, cuando él y Artem Sytnyk, jefe de la Oficina Nacional Anticorrupción de Kiev, filtraron a los medios de comunicación estadounidenses documentos -apodados «el libro negro»- en los que se identificaban los pagos del Partido de las Regiones de Yanukóvich al entonces jefe de campaña de Donald Trump, Paul Manafort.

Leshchenko expresó su «esperanza» de que la revelación dañara las posibilidades electorales de Trump y fuera «el último clavo en la tapa del ataúd de Manafort», ya que «una presidencia de Trump cambiaría la agenda pro-ucraniana en la política exterior estadounidense». Era uno de los varios políticos prominentes de Kiev «implicados en un grado sin precedentes en el intento de debilitar el carro de Trump», como reconoció en su momento el Consejo Atlántico, el brazo propagandístico de la OTAN.

Manafort dimitió y estalló el escándalo del RussiaGate, una connivencia que contribuyó a garantizar que la «agenda pro-ucraniana en la política exterior estadounidense» no se viera comprometida ni un ápice. De hecho, el mandato de Trump se caracterizó por una hostilidad cada vez mayor entre Washington y Moscú, el residente del Despacho Oval llegó a extremos peligrosos de los que su predecesor se había abstenido sistemáticamente para armar y galvanizar a los elementos más reaccionarios y violentos de las fuerzas armadas ucranianas, incluido el tristemente célebre batallón neonazi Azov, y romper los tratados de control de armas de la Guerra Fría, para gran disgusto de Moscú.

En diciembre de 2018, un tribunal ucraniano dictaminó que la publicación del «libro negro» por parte de Leshchenko y Sytnyk era ilegal, lo que equivalía a una «interferencia en los procesos electorales de Estados Unidos» que «perjudicaba los intereses de Ucrania como Estado.» […] A pesar de que ya no forma parte de la legislatura, Leshchenko ha seguido ejerciendo una importante influencia sobre el gobierno ucraniano, asesorando directamente a Zelensky sobre la «desinformación rusa» hasta el día de hoy.

No se sabe con certeza qué influencia directa ejerce todavía la NED sobre él, y por extensión sobre el presidente de Ucrania. Sin embargo, pocos días antes de que comenzara la invasión (operación) rusa, el 24 de febrero, en una entrevista con The Guardian, Leshchenko se refirió a los Acuerdos de Minsk -que Zelensky defendía como plataforma específica de aplicación- como «tóxicos», sugiriendo que el líder «traicionaría» a su país si se adhiriera a sus obligaciones, que incluían la concesión de autonomía a Donetsk y Luhansk.

La posición de la NED sobre los Acuerdos de Minsk era la misma que la de Leshchenko: el 14 de febrero de este año. El Journal of Democracy publicó un artículo en el que declaraba que los Acuerdos eran «una mala idea para Occidente y una grave amenaza para la democracia y la estabilidad ucranianas», entre otras cosas porque significarían «aceptar tácitamente las falsas narrativas de Rusia sobre el conflicto de Donbás», a saber, que el conflicto «fue causado por el ‘golpe’ orquestado por Occidente en 2014».

En otras palabras, un análisis objetivo de lo que realmente sucedió y el por qué; en el que la NED es completamente un eje central. Aun así, la organización de la CIA no necesitaba depender únicamente de Leshchenko para mantener a Minsk moribunda. Su amplia red de activos en el país, y la oscura alianza de Washington con la extrema derecha ucraniana, fueron más que suficientes para garantizar que la misión de Zelensky, abrumadoramente popular, de restablecer las relaciones con Rusia, no se cumpliría ni podría cumplirse nunca.

En las horas que siguieron a la invasión (operación) rusa de Ucrania, la NED se apresuró a eliminar de su sitio web todo rastro de su financiación a organizaciones de Ucrania. Una búsqueda de la base de datos de subvenciones de la NED hoy en día para Ucrania devuelve «ningún resultado», pero una instantánea de la página capturada el 25 de febrero revela que desde 2014, un total de 334 proyectos en el país han recibido la asombrosa cantidad de 22,4 millones de dólares. Según el presidente de la NED, Duane Wilson, Kiev es el cuarto país del mundo que más fondos recibe de la organización.

Un archivo de la financiación de la NED en Ucrania a lo largo de 2021 -que ahora ha sido sustituido por una declaración «en solidaridad» con Kiev- ofrece amplios detalles sobre los proyectos precisos respaldados por el frente de la CIA durante ese período crucial de 12 meses. Señala un enfoque preponderante de las supuestas fechorías rusas en el este de Ucrania. Una subvención, de 58.000 dólares, se concedió a la ONG Truth Hounds para «supervisar, documentar y poner de relieve las violaciones de los derechos humanos» y los «crímenes de guerra» en las regiones de Donetsk y Luhansk.

Otra, de 48.000 dólares, se entregó al Museo de la Infancia de Guerra de Ucrania para «educar al público ucraniano sobre las consecuencias de la guerra a través de una serie de eventos públicos». Otra más, recibida por la organización benéfica East-SOS, tenía como objetivo «sensibilizar al público» sobre «las políticas rusas de persecución y colonización en la región, y documentar casos ilustrativos», cuyas conclusiones se hicieron llegar al Consejo de Derechos Humanos de la ONU, a los Tribunales Europeos de Derechos Humanos y a la Corte Internacional de Justicia.

No se sugirió que este manantial de dinero se utilizara para documentar abusos atroces por parte de las fuerzas gubernamentales ucranianas. Las investigaciones de la ONU indican que entre 2018 y 2021, más del 80% de las víctimas civiles se registraron en el lado de Donbás. Los informes de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa muestran que el bombardeo de zonas civiles en las regiones escindidas se intensificó drásticamente en las semanas previas al 24 de febrero, lo que pudo ser el precursor de una ofensiva militar en toda regla.

Por tanto, el hecho de que la NED haya eliminado los registros que exponen su papel en el fomento y la precipitación del horror que se está produciendo en el sureste de Ucrania no sólo protege a los agentes de facto de la CIA sobre el terreno. También refuerza y legitima la narrativa fraudulenta de la administración Biden, reiterada sin cesar y sin crítica en los medios de comunicación occidentales, de que la invasión de Rusia fue totalmente injustificada.

Los ucranianos viven ahora con el nauseabundo legado de esa imprudente e inadmitida intromisión de la manera más brutal imaginable. Es posible que lo hagan durante muchos años. Mientras tanto, los hombres y mujeres que lo orquestaron descansan cómodamente en Washington DC, aislados de cualquier escrutinio o consecuencia, cada día cocinando nuevos planes para socavar y derrocar a los líderes extranjeros problemáticos, aclamados como campeones de la libertad por la prensa dominante.

FUENTE:

https://kitklarenberg.substack.com/p/anatomy-of-a-coup-how-cia-front-laid

(traducción Berlin Confidencial)

Twitter permite el acoso nazi desde Alemania

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En los últimos días o semanas se ha incrementado la actividad inquisitorial de las cuentas fascistas alemanas (muy probablemente con el respaldo de la Gestapo de ese país, BND y la neohitleriana BfV (la infame Oficina federal de protección de la Constitución) a raíz del comienzo de la operación especial de Rusia en Ucrania. No es de extrañar que, ante la política de cerrojazo mediático y dictadura totalitaria implantada por Bruselas (y la mordaza fascista que se avecina del IV Reich europeo), censurando medios rusos como RT o Sputnik, esta gentuza se haya venido arriba y, en particular, contra mi, hayan montado una campaña terrorista persecutoria de denuncias masivas sobre todo lo que he venido escribiendo en Twitter contra el régimen de Kiev, aunque han reportado todo tipo de contenido. Rara es la vez que no aparecían (y lo siguen haciendo) en mi correo, a diario, decenas de denuncias sobre mis tuits, exigiéndome Twitter, incluso, la «veracidad» del tuit. Esperpéntico.

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Usuarios alemanes como @cLyppersen (una de las principales hienas instigadoras), @EickeTarkus, @PAugenkiste, @EC78452515, @Fischer_Beppe y sus incontables esbirros o multicuentas han sido especialmente activos en España, dedicando su inútil vida a estar las 24 horas monitoreando cuentas anti-ucronazis (o críticas contra las fraudulentas «vacunas» covidianas) para reportarlas, jactándose de las que han logrado suspender definitivamente, que han sido, por cierto, bastantes (en mi caso, 7 días de suspensión injustificada; cuenta @DenazificationP con 11 mil seguidores). Estas cuentas nazi-alemanas, que tienen la particularidad de autonombrarse falsamente «antifascistas», anti-AfD (la extrema derecha alemana), «Nazis Raus» (Fuera nazis) y mostrar un odio enfermizo hacia Rusia, han sido reiteradamente denunciadas por acoso selectivo, sin que Twitter haya adoptado ninguna medida «sancionadora» contra ellas.

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La cadena interminable de cuentas suspendidas, todas ellas denunciando los crímenes contra la Humanidad de las marionetas nazis de la UE y su propaganda mentirosa (difundida incansablemente por el regimiento Azov mediático de Occidente), ha sido una constante en la plataforma estadounidense, plegada a las órdenes belicistas de EEUU y la OTAN. El periodista independiente Pepe Escobar, Scott Ritter (experto en armas químicas de la ONU), ASB Military News, MapsUkraine y un largo etc, son algunas de las cuentas que, injustificadamente, ha cercenado Twitter para evitar que se conozca la realidad de las atrocidades del criminal Zelensky y su régimen homicida.

Occidente, ha decidido apostar con furia por sus nazis de Ucrania ante el contragolpe de Rusia de no permitir que la organización criminal OTAN se acercase a sus fronteras, utilizando a su payaso de Kiev. Y lo ha hecho desatando una campaña criminal global de rusofobia nunca antes vista con ningún otro país (olvidándose de sus genocidas favoritos: Israel -que masacra palestinos cada día-, y EEUU -que actualmente ocupa ilegalmente Siria-; ellos mismos no se pueden autocondenar, suena ocioso decirlo). Todo esa ingente propaganda no sería posible sin la ayuda de sus mamporreros mediáticos, agentes desinformadores y sus miles de trolls nazis, muchos de ellos pagados por los servicios de inteligencia, para difundir bulos contra Rusia y también atacar y silenciar a sus oponentes críticos.

Políticos europeos (con mención especial para el régimen «socialcomunista» español), redes sociales como Facebook o Twitter y medios hegemónicos (con sus «verificadores»-fake), son instigadores de esta desatada rusofobia que asola el mundo, e impagables cooperadores en las atrocidades del régimen zelenkista, alentando sus crímenes, enviando a los ucronazis de Azov armas pesadas para matar civiles, ocultando el asesinato de periodistas, opositores y blogueros por la Gestapo SBU ucronazi (con el seguro asesoriamiento de la CIA y el FBI), así como borrar de sus noticias los pogromos callejeros.

En definitiva, ese contubernio político-mediático está secuestrando la verdad, distorsionando los hechos y falsificando el relato de lo que está aconteciendo en Ucrania, como se ha podido comprobar en Mariúpol (ciudad donde los terroristas del batallón nazi Azov han utilizado escudos humanos, disparando a civiles con armas pesadas), en las calles ucranianas donde las tropas de asalto de Zelensky capturan civiles para atarlos a postes o farolas con cinta adhesiva, o en el crimen masivo de Bucha, perpetrado por fuerzas ucronazis.

ADDENDA:

He entrado, por casualidad en Twitter sin registro, y veo que la cuenta de @IrinaMar10, la más activa en España informando sobre el nazismo ucraniano, y con más de 70 mil seguidores, ha sido suspendida por Twitter-nazi. Adivinen quiénes fueron los que sincronizadamente reportaron su cuenta y desde donde. La misma que figura arriba citándome. Dejo captura en pantalla de la principal nazi de Alemania que avisó en su cuenta, esta mañana, de los reportes masivos que hizo, ella y sus sicarios, a @IrinaMar10:

Captura de pantalla 2022-04-24 a las 13.27.48

(Gemeldet, es reportado)

Y ella y sus amigas se enorgullecen de ello:

Captura de pantalla 2022-04-24 a las 19.02.29

 

También la psicópata alemana @cLyppersen tiene su objetivo puesto en David, otro gran informante de la guerra de mentiras del ucronazismo:

Captura de pantalla 2022-04-24 a las 19.07.54

Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, Berlín, RDA. 1973

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Resumen del documental de la DEFA (productora de cine y TV de la RDA) sobre el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes celebrado del 28 de julio al 5 de agosto en Berlín Este, RDA, en 1973. 8 millones de personas se reunieron en la capital de la RDA y 25.000 invitados extranjeros participaron en el 10º Festival Mundial, incluidas delegaciones de Alemania Occidental y Berlín Occidental. Para la RDA, el festival de la juventud fue tanto una oportunidad como un desafío. Con el nuevo jefe de Estado y líder del partido, Erich Honecker, la RDA presentó un evento cosmopolita. En dicha celebración surgió un microcosmos de encuentros personales y conversaciones entre escolares, estudiantes y otros invitados, así como actuaciones musicales.

Estudio sobre las vacunas COVID19 muestra fuerte asociación con muerte cardiovascular

En su boletín de agosto-diciembre de 2021, la revista japonesa Med-Check que, según reza en su web, ofrece información rigurosamente independiente, científica y fiable para la toma de decisiones informadas sobre el tratamiento y la atención sanitaria (a su vez publicada por el Instituto Japonés de Farmacovigilancia (NOPJIP)), determina de forma consistente un nexo entre muerte cardiovascular y vacunas contra la Covid19. Med Check afirma estar financiado solamente por sus suscriptores. Sin publicidad, sin accionistas y sin patrocinadores. Esto último, la no financiación por grupos de poder, ya sean lobbies empresariales farmacéuticos o de cualquier otro tipo, es clave para su independencia y fiabilidad. He traducido algunos de los aspectos más relevantes del informe (sin pararme en la mayoría de los detalles técnicos). Ciencia basada en la evidencia.

Med-Check, en el apartado Reacciones adversas a la vacuna Covid-19, establece una fuerte asociación de estas vacunas con ictus hemorrágico y trombosis venosa. En el resumen inicial podemos leer (cito textual):

• Se analizaron 196 casos de muerte notificados tras la inoculación de la vacuna COVID-19 de Pfizer-BioNTech (COMIRNATY) antes del 9 de junio en Japón. El Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar de Japón (MSTB) prácticamente negó la causalidad de todos los casos sin realizar un análisis epidemiológico adecuado.

• Se calculó la Mortality Odds Ratio (MOR, o probabilidad de ocurrir un evento mortal) como indicador de desproporción en la causa de muerte. Se compararon las probabilidades de causa de muerte tras la inoculación y la muerte en las estadísticas vitales japonesas en 2019 como población de control no vacunada. La MOR se obtuvo utilizando las cifras de muerte por sistema no cardiovascular como causas de referencia para dos grupos de edad: trabajadores médicos vacunados (de 20 a años74 de edad) y ancianos ( ≧ 65años) por separado.

• De las 31 muertes entre los trabajadores médicos vacunados (de ambos sexos), 26 (84%) murieron por enfermedades cardiovasculares, como ictus, infarto de miocardio, trombosis venosa y embolia pulmonar (TV/EP) e insuficiencia cardíaca, mientras que el 22% murieron en la población general. La MOR es de 19,4 (p<0,0001). La MOR de ictus hemorrágico (40,7) y de TV/EP (114,0) fue extremadamente alta.

• De los casos de muerte de ancianos vacunados notificados, el 69% murió por causas cardiovasculares, mientras que el 26% murió en la población general. La MOR es 5.9 (p<0,0001). La MOR de ictus hemorrágico (12,8) y de TV/EP (24,9) también fue muy elevada.

• Estos datos sugieren que la vacunación con COVID-19 está estrechamente relacionada con el riesgo de muerte por causas cardiovasculares, especialmente el ictus hemorrágico y la TV/EP. El Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar Social de Japón (MSTB) anunció que que habían recibido 1312 informes de muerte después de la vacunación por COVID-19 al 15 de octubre de 2021.

Con respecto a 2 informes de casos de muerte por accidente cerebrovascular hemorrágico, incluida la hemorragia subaracnoidea, después de la vacunación con COVID-19 de trabajadores médicos en Japón, Med Check advirtió (traducido en lenguaje coloquial español) que “no hay dos sin tres» en el MedCheck No. 193 (31 de marzo de 2021). Después de la advertencia, el número de informes de casos de muertes por vacunación ha ido aumentando. Desde el 12 de abril de 2021, se inició la vacunación a los ancianos (≧ 65), y al 4 de junio se reportaron un total de 196 casos de muerte, según los datos publicados por el MSTB el 9 de junio.

El número de casos de muerte de trabajadores médicos fue de 31 (17 mujeres, 14 hombres) el 4 de junio. Un total de 11 de ellos (10 mujeres y 1 hombre) sufrieron un accidente cerebrovascular hemorrágico, incluidas 8 hemorragias subaracnoideas y 3 hemorragias intracerebrales. Además, se observa que se reportaron muchas muertes por causas cardiovasculares como ictus isquémico, infarto de miocardio, trombosis mesentérica, parada cardiopulmonar súbita, insuficiencia cardíaca e incluso trombosis venosa con embolia pulmonar.

El MSTB virtualmente negó la causalidad de todos los casos solo por la información de los informes de casos. En el MSTB no han realizado un análisis epidemiológico adecuado y solo dicen que la tasa de mortalidad de los vacunados por accidente cerebrovascular hemorrágico es menor que la de la población general y que, por lo tanto, la vacunación no está relacionada con el aumento del riesgo de mortalidad por accidente cerebrovascular hemorrágico.

Sin embargo, nunca toman en cuenta que los vacunados son mucho más saludables y tienen una tasa de mortalidad más baja que la población general. Este es el «sesgo de usuario sano» o «efecto de vacunación sana», un ejemplo típico de sesgo de confusión, que MedCheck ha enfatizado repetidamente. Se usó un método epidemiológico «razón de probabilidades de mortalidad (MOR)» para detectar la desproporcionalidad de la causa de muerte.

Este método se basa en el siguiente principio: si una exposición induce una enfermedad específica que conduce a la muerte, las probabilidades de mortalidad de interés (causa de muerte de interés / otras causas) en el grupo de exposición son significativamente más altas que en el grupo no expuesto. En el caso de la vacuna COVID-19, si las probabilidades de una causa particular de muerte en personas vacunadas son significativamente más altas que en la población general, puede haber un vínculo causal entre la causa de muerte y la vacuna COVID-19.

En general, cuando hay 3 o más eventos, y el índice de notificación proporcional (PRR) es superior a 2.0 con significación estadística, se sugieren señales de notificación desproporcionada. En el caso de que se apliquen la razón de probabilidades de notificación (ROR), MOR o razón de mortalidad proporcional (PMR), las señales de notificación desproporcionada pueden ser las mismas. No hemos experimentado una vacuna de este tipo que esté dirigida a casi todas las edades adultas durante el mismo período. Tampoco es posible comparar reacciones adversas con otros fármacos distintos de las vacunas.Por lo tanto, utilizamos los datos de mortalidad de las estadísticas vitales en 2019 como control de la mortalidad no expuesta.

Para no transcribir todos los datos técnicos de este estudio (al que remito en el link del final), el cual contiene 4 artículos separados sobre reacciones adversas a las vacunas Covid19, diremos a modo de resumen que (siempre citando textualmente cada uno de ellos):

• No hay evidencia de los resultados de los ensayos clínicos de que la vacuna haya aumentado o reducido la mortalidad general. Si aumenta, lo anterior se subestima y no debería afectar el juicio de que las personas vacunadas son más saludables que la población en general. Tampoco hay posibilidad de que la muerte por COVID-19 en trabajadores médicos vacunados haya disminuido dentro de los 30 días posteriores a la segunda dosis. Por lo tanto, en cualquier caso, la principal razón del muy bajo riesgo de muerte después de la vacunación en los trabajadores médicos es simplemente porque están sanos. Es decir, los trabajadores médicos vacunados son entre 10 y 15 veces más saludables que la población en general.

• El Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar de Japón anunció que entre los 919 reportes de casos de muerte post-vacunación, al 30 de julio de 2021, se negó causalidad con vacunación en 3 casos, y para los 916 casos restantes, no se pudo evaluar la causalidad por falta de información. u otras razones. Sin embargo, el propio MSTB declaró en una sesión de preguntas y respuestas sobre la clasificación de eventos adversos que los casos de «causalidad desconocida» deben clasificarse como «No se puede negar la causalidad». La proporción de muertes por enfermedades vasculares, incluido el accidente cerebrovascular hemorrágico, después de la vacunación con COVID-19, es desproporcionadamente mayor en comparación con la población general.

[Explicación del funcionamiento de la vacuna ARNm]: La vacuna de ARNm está encapsulada en nanopartículas lipídicas. Después de la inyección, a través de los vasos linfáticos, ingresa al torrente sanguíneo y es captado por las células inmunitarias (macrófagos) donde se produce la proteína de espiga y se libera en el torrente sanguíneo. Las nanopartículas de lípidos que contienen ARNm pueden introducirse en algunas células endoteliales, quizás mediante endocitosis en la que se pueden producir proteínas de espiga y liberarlas en el torrente sanguíneo. Las proteínas de espiga liberadas y circulantes en el torrente sanguíneo se absorben en las células endoteliales vasculares desde el sitio donde el receptor ACE2 es abundante en la superficie interna de los vasos sanguíneos. De manera similar a la infección, las células endoteliales que están «como si estuvieran infectadas» por nanopartículas de proteínas y/o lípidos que contienen ARNm son reconocidas como cuerpos extraños por el sistema inmunológico del huésped, y son atacadas y eliminadas.

• Los niños y las personas de 20 años tienen menos receptores ACE2 y son mucho más seguros que las personas mayores. Las células endoteliales que contienen sustancias extrañas están sujetas a «ser eliminadas» por el sistema inmunológico. Alrededor del endotelio dañado, la sangre se coagula y se forman trombos seguidos de infarto de miocardio y/o accidente cerebrovascular isquémico. Si el daño de una superficie interna de un vaso sanguíneo es grave en una arteria grande, puede ocurrir un aneurisma disecante o la ruptura de un aneurisma pequeño. Si un pequeño aneurisma se rompe en el espacio subaracnoideo se produce sangrado subaracnoideo. Si una arteria muy pequeña se rompe dentro del cerebro, se produce una hemorragia intracerebral.

• Con respecto a las vacunas de Pfizer, la miocarditis ha sido un problema en los Estados Unidos. El accidente cerebrovascular hemorrágico, la trombosis arterial, así como el aneurisma disecante y la trombosis venosa y/o la embolia pulmonar pueden estar todos relacionados causalmente con la vacunación de COVID-19. Por tanto, el hecho de que el número de días hasta las muertes después de la inoculación es similar al período de incubación de COVID-19 en los trabajadores médicos o personas menores de 65 años es biológicamente plausible y esto también apoya la causalidad.

El riesgo de mortalidad de la vacunación es 7 veces mayor que el propio Covid-19 en jóvenes mayores de 20 años. Se produjeron casos como los siguientes:

  • Hombre de 25 años: Se informó que se suicidó debido a actitudes psicópatas. Sin embargo, en realidad murió accidentalmente debido a un comportamiento anormal debido a un delirio febril después de la vacunación.
  • Mujer de 26 años: Fue encontrada muerta en su casa 4 días después de la vacunación. La tomografía computarizada post-mortem reveló hemorragia subaracnoidea y hemorragia cerebelosa.
  • Hombre de 26 años: Fue encontrado muerto 5 días después de que su familia lo vacunara. La tomografía computarizada postmortem no mostró lesiones y se le diagnosticó parada cardiopulmonar.

El daño de la vacunación en los niños puede ser enorme. No hubo muertes debido a la infección por COVID-19 menores de 20 años hasta el 1 de septiembre de 2021. Si los niños de este grupo de edad son vacunados, la inoculación puede causar la muerte. El riesgo de mortalidad por vacunación puede ser menor en los niños que en las personas >= 20 años. Aun así, la razón de riesgo de mortalidad en Japón no se puede calcular porque el número de muertes por COVID-19 es «0» hasta el 1 de septiembre de 2021

• Se interrumpió el ensayo clínico de la vacuna de AstraZeneca para niños de 6 a 17 años. Se debió a 79 casos de trombosis con trombocitopenia, de los cuales 19 fallecieron (se notificaron en adultos) como anunció la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios del Reino Unido (MHRA) el 7 de abril de 2021. De acuerdo con un informe sobre un brote en Massachusetts, se diagnosticó COVID-19 a más personas vacunadas que a personas no vacunadas, la mayoría de las cuales estaban infectadas con la cepa delta: razón de probabilidades io = 1.26, p = 0.025

El riesgo de mortalidad por la cepa delta COVID-19 no es alto. Es mucho más baja que la tasa de mortalidad de casos (casi 6%) en mayo de 2020 en los Estados Unidos. Aunque la cepa delta es muy infecciosa, no parece ser muy tóxica al menos en los EE. UU., donde 1 de cada 9 personas ya han tenido confirmada la tasa de letalidad general de COVID-19, que es del 1,68% el 19 de agosto, y la mayoría de las personas se han infectado al menos una vez con el SARS-CoV-2.

Incluso si los niños, adolescentes y personas de 20 años están infectados, es naturalmente leve o asintomático porque tienen menos receptor ACE2 del SARS-CoV-2 que los adultos, especialmente las personas mayores. Es ridículo considerar la vacunación de los escolares. 3 adolescentes murieron en Japón tras ser vacunados. Se sospecha un vínculo causal.

El accidente cerebrovascular hemorrágico y la causa arterial es desproporcionadamente alta en los adolescentes Entre los adolescentes, 2 de las 3 muertes fueron muertes súbitas debido a hemorragia cerebral y trombosis de la arteria abdominal. La probabilidad de producirse un evento letal (MOR) por accidente cerebrovascular hemorrágico se hizo comparando causas no cardiovasculares ya que la referencia es 58,3 (IC95%: 3,5-957, p <0,0001) y por causa arterial MOR = 252,5 (IC del 95%: 14,1-4523, p <0,0001).

• La tasa de mortalidad es mayor en los vacunados que en la población general La proporción de muertes notificadas entre los vacunados es de 0,68 por millón (3/4,4 millones de vacunados). Los 3 adolescentes anteriores murieron en un lapso aprox. de 8 días. Además, algunos de ellos morirán durante el año siguiente a la inoculación.

• La tasa de mortalidad de las muertes después de la vacunación es aproximadamente 3 veces mayor que la de COVID-19 (P = 0,148). La asociación no es estadísticamente significativa, pero significa que del 80 al 90% puede considerarse correcta, y si la muerte ocurre posteriormente, la asociación puede volverse significativa.

• Por lo tanto, parece mejor pensar que el riesgo de muerte por vacunas es aproximadamente 3 veces mayor para los niños y adolescentes que la muerte por COVID-19. Los reguladores continuarán respaldando la vacunación en niños, pero estos datos sugieren que el riesgo de vacunar a niños y adolescentes supera los beneficios.

FUENTE:

Haz clic para acceder a Med%20Check%20Tip-20-2021-08&12.pdf

El Palacio de la República de la RDA: 1976-2006

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En este documental de la DEFA (productora de cine y TV de la RDA), de 1976, se describe el proceso de construcción del emblemático Palast der Republik (Palacio de la República) de la RDA, el lugar principal donde se concentraba la actividad política (en su interior se encontraba el Parlamento, Cámara del Pueblo o Volkskammer) y de ocio de Berlín Este (había varios restaurantes, bolera, discotecas y sala de conciertos). Millones de visitantes y multitud de artistas dieron fe de esta maravillosa obra arquitectónica socialista.

En 2006, el gobierno revanchista de Alemania decidió borrar todo vestigio del pasado comunista de la RDA procediendo a su demolición. El pretexto utilizado fue el «asbesto» que contenía la estructura del edificio, a pesar de que ningún obrero que participó en su edificación consta que fuese afectado. La realidad de su borrado fue poner en marcha un proyecto urbanístico faraónico, el Foro Humboldt, que costó (oficialmente) 644 millones de euros.

En 1991/1992 se elaboró ​​un informe que analizó el valor monumental del Palast der Republik, reconociéndolo como un monumento contemporáneo, enfatizó su importancia para el paisaje urbano y el interés del público (ciudadanos de la ex RDA) en su preservación. Incluso el arquitecto y traidor que impulsó la anexión de la RDA, como último presidente del SED (Partido socialista unificado de la RDA), Gregor Gysi, ocupó el techo del edificio para protestar por la demolición.