Herbert Kegel y Bruckner. Un maestro de la RDA injustamente olvidado (1)
El caso de Herbert Kegel (1920-1990), director de orquesta que desarrolló su carrera en la antigua RDA (República Democrática de Alemania), es paradigmático en la historia de la música. Con un amplio repertorio de grabaciones a sus espaldas tanto de obras del clasicismo y romanticismo como, sobre todo, de la que fue una de sus especialidades: la música contemporánea, fue infravalorado en vida y casi podemos decir que después de fallecer en 1990. Desde entonces, sigue siendo (salvo para el melómano avanzado) casi un ilustre desconocido. El problema de Kegel fue, probablemente, que vivió en un país socialista que estaba en el centro neurálgico de la guerra fría, la RDA. Y el frente anticomunista, no hay que olvidarlo, también se libró en el terreno musical, llevando al ostracismo a muchos artistas del Este de Europa cuyas actuaciones fuera de su país, con salvedades, no iban más allá de países de la Europa Oriental.
Shostakovich, sabemos que nos lo pintaron, en vida del artista, como un propagandista de Stalin. Luego resultó que no, que era antiestalinista ya que guardaba muchas claves ocultas en las notas de sus pentagramas (que si Stalin estaba caricaturizado en el Scherzo de la 10ª sinfonía, que si la Séptima sinfonía «Leningrado» no es tan triunfante y heroica como querían las autoridades soviéticas…) y así, el resto de autores que vivían en la órbita de la URSS eran tipos sumisos al realismo socialista, por lo que apenas eran interpretados en el Oeste. Pero si nos fiamos de la WIkipedia y los historiadores musicales occidentales, o de los «fugados» al Oeste, resulta que en realidad eran todos anticomunistas.

Kegel, en el centro, rodeado de miembros del Coro de la Radio de Leipzig, en los años 50 del siglo XX
Dejando ironías aparte, poco reconocimiento tuvo y sigue teniendo Kegel, si acaso en Japón, donde hizo alguna que otra “tourneé” y aquí en España donde el mítico José Luis Pérez de Arteaga le ha estado dedicando, desde hace un par de años, monográficos en su ya legendario programa radiofónico El Mundo de la Fonografía de Radio Clásica. Kegel desarrolló toda su carrera artística en la RDA, haciéndose cargo de la titularidad de orquestas como la Sinfónica y Coro de la Radio de Leipzig o la Filarmónica de Dresde, con las que grabó la mayor parte de su repertorio en las décadas de los sesenta a ochenta. Autores “clásicos” como contemporáneos fueron especialmente bien tratados por Kegel en su discografía: desde el ya mencionado Bruckner, hasta Gustav Mahler, pasando por Dmitri Shostakovich o Ludwig Van Beethoven, en los clásicos, hasta poner énfasis en compositores contemporáneos del siglo pasado como Boris Blacher, Paul Hindemith o Paul Dessau
Con la anexión de la RDA a la RFA en 1990, empezó la cacería contra los “adictos” al “régimen” (que habían estado vinculados directa o indirectamente a él) y Kegel fue uno de ellos, siendo destituido de todos sus cargos por las autoridades culturales revanchistas del Oeste, haciendo borrón y cuenta nueva hasta en la denominación de la orquesta para la que Kegel había trabajado durante más de treinta años (la Sinfoníca de la Radio de Leipzig, que pasó a llamarse Sinfónica de la MDR). Herbert Kegel entró en profunda depresión y se suicidó en noviembre de 1990. Una de las víctimas cruentas, como tantos otros suicidados–asesinados de la RDA por el nuevo régimen. Pero queda muy bien vender la muerte de Kegel argumentando que tenía un pasado depresivo. ¿Y cómo es que no se suicidó antes, en la «depresiva-opresiva» RDA?

Herbert Kegel, en 1958, durante una gira musical en Polonia
Pasemos a la música. Se podría hablar casi de sobresaturación en el mercado de las sinfonías del gran compositor Anton Bruckner (1824-1896), algo impensable hace unos veinte o treinta años. Tanto que llevan camino de convertirse en las más grabadas de la historia de la música, después de las de Beethoven. Y hay de todo. Dejando de lado las sempiternas referencias de “antiguallas” (dicho con cariño) como las de Celibidache (lentitud agobiante magnificada en exceso), Carlo Maria Giulini, Günther Wand (bruckneriano de última hora que cumple el expediente sin más), Herbert Von Karajan (interesantes sus versiones sueltas de Séptima, Octava, ambas en EMI, y novenas, en Deutsche Grammophon con Berlín y Viena; el resto en menor medida o prescindible) Eugen Jochum (sobrevalorado), Bernard Haitink o el germano Otto Klemperer..las modernas grabaciones van entre las cosas pintoresco-historicistas (Philip Herreweghe, Roger Norrington, Nikolaus Harnoncourt), o bien tienen un marcado perfil “clásico” como el hiperaburrido ciclo de Claudio Abbado con la Filarmónica de Viena o los de Daniel Barenboim con Berlín y Chicago (ninguno de particular interés, aunque meritorios). Desde los sólidos Skrowaceczki y Georg Tintner (en serie barata, Naxos) hasta la rareza neomística olvidable más reciente de un suizo, Mario Venzago, donde la grandiosidad y densidad sonora pasan a mejor vida o, en fin, el prescindible ciclo del polaco Marek Janowsky. Empeñados están algunos en buscar todos los meandros de la autenticidad en cada línea del pentagrama bruckneriano o en quitar hierro al anticuado misticismo devoto del compositor de Ansfelden.
Eso sí, de los antiguos, siento decir, como ya he reseñado anteriormente, que ni soy fan de la laxitud mortecina e hipertrofiado misticismo de Celibidache ni de los sobrevalorados dos ciclos que legó otro piadoso del repertorio bruckneriano: Eugen Jochum (que estuvo mejor, en mi opinión, en algunas versiones aisladas). Ni tampoco son fan de la perfección aburrida de Karajan (DG) salvo, también, de algunas sinfonías aisladas ya comentadas o Gunther Wand, también entronizado en el altar correspondiente. Entre tanto director consagrado y los campeones de la autenticidad bruckneriana me quedo con directores (por poner sólo unos pocos ejemplos) como este Herbert Kegel, Otmar Suitner (Octava) e incluso el gran Evgeny Svetlanov (sinfonías 8 y 9), centrados en la tradición (bien entendida), pero al mismo tiempo más espontáneos y menos marmóreos que los anteriores, sin que pierdan por ello, en ningún momento, el norte discursivo bruckneriano.
El Bruckner grabado por Kegel en los años setenta no es perfecto ni tampoco está depurado al cien por cien orquestalmente, como tampoco es el colmo de esa emotividad espiritual, pathos intimista y todas esas invocaciones piadosas con que adornan los entendidos la música de Bruckner. Pero se podría decir que el semiciclo (sinfonías 3 a 9) de Kegel es habilidoso en su construcción, poderoso en sus contrastes dinámicos, inspirado y tremendo en sus fugas conclusivas (Finales de la Quinta, Sexta y Octava)…con momentos, también, para un lirismo de la mejor ley. Las sinfonías que grabó Kegel comprenden, como se ha dicho, de la Tercera a la Novena. Faltan, pues, la doble Cero, Cero, Primera y Segunda. Todas las sinfonías (a excepción de la Séptima) fueron grabadas en directo recogiéndose por los micros alemanes orientales los formalistas y gélidos aplausos del personal que asistió a aquéllos conciertos (se echa de menos algo más de entusiasmo en el personal).
El mérito del directo es añadido, puesto que, al contrario de lo que se puede moldear y retocar en unos estudios de grabación, no engaña. El hecho de estar grabadas las sinfonías en vivo hacen que se adviertan, para bien o para mal, mejor los “defectos”, en forma de algún que otro ruido impertinente (inicio del Allegro Moderato de la Octava). La Orquesta Sinfónica de la Radio de Leipzig no era de las consideradas de primera línea en la RDA (por ejemplo la Staatskapelle Dresden o su homónima de Berlin), pero era alemana y tenía un sonido rotundo, muy bien (en líneas generales) empastado para salir airosa del envite. Particularmente, en los metales es donde se aprecia esa sonoridad “germánica” ideal para este tipo de mastodónticas sinfonías, donde trompas, trompetas o tubas adquieren tanto o más protagonismo que el resto de las familias orquestales. Le falta el punto de las grandes formaciones centroeuropeas (Filarmónicas de Berlín y Viena, Concertgebow de Amsterdam) pero aún así se nota el peso de la tradición de las orquestas alemanas, las únicas que han sabido, verdaderamente, entender el espíritu (y letra) del universo bruckneriano.
Resueltos estos inconvenientes, pequeños o grandes según para quién, el semiciclo de Kegel se puede decir que es globalmente sobresaliente.
La DDR era sin duda el pais de «socialismo real» más eficiente… y ello seguramente se debia a que era heredero del III Reich…
pero en cuestión de seguridad (y represión, ¿por qué no llamarlo asi?) también llegó a la máxima perfeccion. …
Yo estoy acostumbrado a leer toneladas de propaganda «antinazi» y «antifascista», lo cual no me impide leer, a veces, propaganda «anticomunista». T
Yo sñe que usted es admirador de la DDR y por consiguiente querria saber si después de leer el reportaje que le enlazo aqui ( http://www.gaceta.es/juan-e-pfluger/alemania-oriental-70000-asesinatos-manos-stasi-09062015-1541), usted es capaz de revisar sus apreciaciones u opiniones sobre la República Democrática Alemana.
Sinceramente, creo posible que usted se reafirme en sus convicciones pues eso significaria que usted tiene datos que yo ignoro. Yo por mi parte creo que es incomprensible que usted no admire los aspectos positivos de Alemania, desde 1870 hasta 1945, pues sólo pensar que hubo una coaliccion de 80 paises a las ordenes del imperialismo capitalistasionista para DESTRUIR Y HUMILLAR A ALEMANIA, no a Hitler y el NS, como suele decir la propaganda, pues el plan de destruir a Alemania y a Austria empezó en 1914… Es evidente que hoy goza de mucha más libertad la difusion de ideas marxistas-leninistas que la de ideas NS. Por ejemplo, se ha autoliquidado un blog de simtatía hacia A.H. (www.nacional-revolucionario.blogspot.com)… y yo no conozco ninguna web te tipo stalinista, maoista o trotskista que se autodisuelva o sea prohibida.
Si existen me gustaria que usted lo propaga para yo enterarme. El mismo hecho de que yo escribo como anínimo demuestra que me siento menos libre que usted.
Gracias por adelantado si usted me responde. Sepa, de paso, que le conozco a través de sus comentariios a JMALVAREZ, del cual soy lector asiduo desde hace varios años.
Me gustaMe gusta
Me pone un enlace de un medio de extrema derecha que, lógicamente, es pura perversión y deformación de antemano. Leyendo el titular es simplemente delirante, obra de un propagandista del nacionalsocialismo. Yendo a las primeras líneas empieza el cúmulo de falsedades y embustes puesto que la RDA no se constituyó con un partido único sino que hubo elecciones en 1946 con participación de comunistas, socialistas y democristianos. Estos últimos se retiraron de la escena política al poner en marcha el vencedor de las elecciones (comunistas y socialistas) un radical proceso de nacionalizaciones y expropiaciones a la industria del nazismo, por cierto todas ellas plebiscitadas con abrumador apoyo de la población. Del Muro de Berlín…para qué hablar..Ya he dejado más de un artículo hablando sobre ello y no voy a volver a reiterarme. Le emplazo allí. El resto del artículo es risible, previsible, tendencioso y delirante acorde con lo que se espera de un medio próximo al fascismo (aunque tampoco esperaría mucho más de otro vinculado a la socialdemocraCIA y el sionismo) Hay historiadores que se han esforzado más en volcar su paranoica propaganda anticomunista que esos chiquilicuatres documentados con su ideología ultraconservadora.
Yo le podría citar a William Blum (norteamericano) y otros que colocan en su punto justo a la RDA (capítulo 8 de mis entradas sobre la Stasi). La «perfección» en el sistema «represivo» de la RDA fue un invento de la CIA y el BND, dos de las máquinas más refinadas y represivas que se conocen y además probados ejecutores terroristas. Yo lo llamaría supervivencia de un Estado. Que la Stasi cometió algún que otro exceso…seguro. Pero sobre todo actuó para salvaguardar la integridad de una nación soberana y agredida. No le quedó más remedio que infiltrar a sus agentes en la RFA de Adenauer y Willy Brandt,..Se trataba, vuelvo a repetirlo, de la defensa de un país acosado en todos los frentes de la guerra fría, mediante todos los sistemas posibles de derribo: fuesen redes terroristas nazis o la clásica subversión patrocinada por la CIA en Berlín Oriental y el resto de la RDA.
Me gustaMe gusta