Internet y la seguridad informática van camino de convertirse en una pesadilla para millones de usuarios. Si el incremento de las medidas represivas legislativas para amordazar la Red están siendo incrementadas de forma paulatina, los programas de espionaje masivo son la otra cara sucia de los Estados para globalizar el Gran Hermano. Debe de ser muy jodido para muchos morderse la lengua. De ahí que un inesperado “soplón” del espionaje norteamericano (Edward Snowden) haya puesto en conocimiento del gran público la última maquinación del Gran Hermano usaco: el llamado proyecto PRISM o, lo que es lo mismo, más y más control asfixiante sobre millones de ciudadanos americanos (y del resto del planeta). Un anticipo de otro engendro que viene: el Centro de Datos de Utah, del que hablaré en la última entrega. Como este escandalazo del PRISM ha caído en manos de The Guardian y el Washington Post, un eficiente colaborador del sistema capitalista de guerra de EEUU, parece que el alcance veritativo es incuestionable. Por lo que habría que empezar a relativizar el alcance de los datos aportados por Snowden…pero menos, porque tiene su miga. Vaya, vaya, que nos quiere amaestrar el sistema. Menos mal que no lo contó la Wikileaks de Farssange que parece no enterarse últimamente de nada ¿Estará nuestro playboy de capa caída después del numerito de Londres? Con todo y con ello, yo relativizaría un tanto el “caso Snowden”.

La cuestión mollar de este PRISM no reside tanto en los objetivos que persigue esa sórdida agencia llamada NSA (Agencia Nacional de Seguridad de EEUU), la perpetradora del programa, como en la impagable colaboración que reciben quienes están a su servicio (y al dictado de otros poderes fácticos como la CIA o los federales del FBI). No es ningún secreto y lo sabe (o debería saber) hasta el ordenanza de la Casa Blanca: las grandes megacorporaciones informáticas y de telefonía son los grandes chivatos del espionaje estadounidense: Yahoo, Microsoft, Apple, Facebook, Verizon, Google, Youtube, Skype, etc…están en el cenagal de la vulneración de la privacidad. A pesar de sus desmentidos, tan imprecisos como poco creíbles. Su desfachatez es directamente proporcional a su falta de escrúpulos. No hace falta decir que el alcance de los metadatos suministrados puede resultar descomunal. Resulta cuanto menos gracioso leer que esas empresas no han participado “voluntariamente” de este filtrado masivo. Hombre, pasta gansa seguro que no necesitan, pero nadie trabaja por la cara y menos en programas secretos de espionaje. Yahoo, por ejemplo, ahora tiene la facultad (si no lo había hecho antes), desde el 1 de junio de este año, de monitorear tus correos electrónicos, como ya señalé en la anterior entrada. ¿Una cortina de humo para no quedar, excesivamente, al aire sus vergüenzas de su colaboración con la NSA?

Parece ser que el pajarito que se les fue de la lengua a los de la NSA debió ver cosas realmente gordas y no tenía el cerebro suficientemente lavado. Un norteamericano de los que piensan con criterio y que cada vez abundan más. Mala suerte para el Tío Sam (Obama incluido, ese Nobel de la Paz que ya casi es peor que Bush). Y luego nos dirán que vemos conspiraciones por todas partes. Pero hombre, si los grandes conspiradores precisamente están acantonados en las altas esferas del poder estadounidense (y europeo). Un poco de seriedad. Tampoco vamos a pedir que salga Jose Luis C, experto en Tierras “huecas”, como analista de estas cosas tan serias (RT ¿qué haces?). Bien, Snowden (el ex empleado de la CIA, autor de las filtraciones) ha cantado algunas cosas sacando a la luz evidencias incuestionables que muchos ya habían avanzado hace tiempo, así que tampoco hay mucho margen para la sorpresa. Eso sí, tal y como está el patio en EEUU Snowden se ha jugado el pescuezo pero ha salido a tiempo de Yankilandia para no terminar como Philip Marshall (el ex de la CIA, que iba a cantar sobre el 11-s y al que dejaron “frito” junto a sus hijos para dejar las cosas como “estaban”). Un moderado rebelde más en la cuenta disidente de USA.  

Por supuesto, a muchos no les ha sentado nada bien esta relativamente importante jugada maestra de Snowden y  piden su cabeza a cualquier precio. Los mamporreros de la CIA y la extrema derecha se han dejado ver en el “sancta sanctorum” del periodismo canalla americano (el New York Times): He Broke the Law. He Should Be Prosecuted, dice uno, mientras que otro rebuzna: No Democratic Hero, He Subverted the Process . Aunque también los hay quienes se mojan a favor de Snowden y hablan de Whistle-Blowers Deserve Protection Not Prison. Pero son lo menos y el NYT editorializa, sibilinamente Surveillance Snowden Doesnt rise to Traitor, en favor del patriotismo de Estado (y el imperialismo) al afirmar que Snowden no es un traidor puesto que no se integró en una célula terrorista ni tampoco vendió los secretos a una potencia extranjera (Rusia, China o Corea del Norte). Y, por supuesto, dejó los secretos en manos de Falsimedia (The Guardian y Washington Post) lo cual, por descontado, es un aval a su favor (si se los hubiera ofrecido a la extrema izquierda mundial el NYT habría pedido la ejecución sumaria de Snowden). Snowden es un patriota americano por lo que está a salvo de la quema de herejes anticapitalistas, para el NYT. Además, sentencian los popes de la desinformación mundial, Snowden no es Manning, el soldado que entregó documentos clasificados a la FarsaLeaks de Assange. Según el NYT, Manning fue un tipo “imprudente”. Es decir, criminalizando bajo cuerda todo lo que ponga, levemente y de verdad, patas arriba al Tío Sam, que es y será (a pesar de los pesares) el verdadero garante de la democracia y paz mundial (cursivas mías, claro). 

No hay mucho margen de maniobra en Internet. Estás pillado o casi. ¿Qué hacer? dijo Lenin. No meter la pata más de la cuenta y andar vivo. El control de la Red es casi absoluto por los Estados desde el momento que nos conectamos y hacemos uso de cualquier servicio. Porque no existen empresas o corporaciones que velen por los derechos de los ciudadanos sino que aquéllas miran, lógicamente, por su negocio e ilícitamente trabajan sucio en favor de los políticos a los que sirven para obtener ambos jugosos dividendos, pisoteando, si hace falta, a la ciudadanía.