Larga es la Noche..resplandece en la oscuridad

El británico Carol Reed fue un director de irregular filmografía que sobresalió, a mi entender, en dos joyas cinematográficas: El Tercer Hombre y esta Larga es la Noche (Odd Man Out, 1947). El resto de su obra, la verdad, no me interesa especialmente (si acaso, El Idolo Caído). Me acuerdo ahora de la insulsa Trapecio, hecha a mayor gloria del ex acróbata (aquí en el papel de retirado) Burt Lancaster, pasando por la grumosa El Tormento y el Extasis con el siempre insufrible Charlton Heston o ese musical Oliver! que nunca fue “santo” de mi devoción. Larga es la Noche es, en mi opinión, la película más redonda de toda su carrera, incluso por delante de la justamente aclamada El Tercer Hombre. Con una autoridad incuestionable el director inglés maneja de forma admirable todos los resortes narrativos de la película, los ritmos sostenidos, los planos angulados y la tensión dramática.

El universo estético, la fuerza visual de las imágenes de Larga es la Noche están dibujados con una soberbia lógica constructiva. El blanco y negro realza todos y cada uno de los elementos de la película gracias al excelentísimo trabajo del fotógrafo Robert Krasker: el contraste entre luces y sombras en la brumosidad de la noche…los callejones angostos y sombríos…el asfalto mojado…los edificios con sabor añejo en el Belfast de los años 40…la miseria de sus barrios obreros y la aparente frialdad de sus gentes…todo ello en una envolvente atmósfera expresionista.

Carol Reed

Aquí, un fugitivo llamado Johnny  (resuelto por un inspirado y eficiente James Mason, quien subraya con fidelidad todos los matices de su personaje), es acosado sin tregua por la policía después de haber atracado un banco. Johnny es el arquetipo de irlandés independentista e idealista, militante del IRA, cuyas coordenadas temporales, a partir de robo, serán las de sortear toda suerte de obstáculos, aún a sabiendas de que su amarga huída hacia delante no será más que un disfraz, un punto sin retorno. Kathleen, la novia del prófugo (creíble y realista, Kathleen Ryan) irá en la búsqueda de un hombre descompuesto, inconsciente y perdido en su laberinto….llevando hasta sus últimas consecuencias una relación, quebrada de antemano, para llegar a un final conclusivo de tragedia griega casi elegíaca. El excéntrico y delirante pintor Lukey (Robert Newton) o el sacerdote redentorista (W.G. Fay), que busca salvar el “alma” de Johnny (omnipresente siempre el catolicismo irlandés), conforman un buen plantel de secundarios para una obra indiscutible del mejor cine clásico de siempre.

Un Comentario

  1. ateonasri

    Reconozco que no había oído hablar de este film, y me acerco a él por el crédito que resulta de El tercer hombre. Aquella banda sonora, la persecución de sombras en las alcantarillas de Viena, la toma final en el cementerio, andan en mi recuerdo cinéfilo.
    Por cierto, aprovecho para dejar esto aquí, por si es de utilidad:
    http://ateonazari.com/2011/07/19/enlace-a-scribd/
    Salud.

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  2. uraniaenberlin

    Gracias plared por tu aportación, siempre interesante y/o discrepante. Sin esos claroscuros, alejados de cualquier formalismo, la película no sería la misma. Alta…cuando quieras esa consulta. Saludos a ambos.

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  3. plared

    Coincido con altaica en la fotografia, espectacular conjugacion de luces, sombras y nieve en el asfalto. Sobre la pelicula, me parece una buena pelicula, pero creo que ese aire expresionista que para ti resalta sus cualidades. En mi caso diria que le resta puntos, vamos que no le sienta muy bien a la historia. Claro que es una opinion muy personal.

    Por cierto a mi esa sensibeleria que es trapecio, debo de reconocer que me encanta. Y en cuanto al tercer hombre, hay si coincidimos, mucho mejor el libro, aunque eso no lo dices lo intuyo…aunque de profeta tengo poco, por lo que seguramente me equivoque. Abrazos y como casi siempre, una muy buena reseña de una obra. Que puede gustar o no, pero de calidad incuestionable

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  4. ALTAICA

    Coincido totalmente con tu opinión sobre esta obra y su director, algo que se ha dado en el cine con relativa cotidianidad, pues algunos directores han sido capaces de dejarnos una o dos obras cumbres y curiosamente después su carrera es un claro ejemplo de vulgaridad. Pero ojalá todos los directores fuesen capaces de parir películas como la que nos ocupa. Una auténtica maravilla que magníficamente reflejas en esta crónica, como siempre perfecta. Y es que cada vez se hace mayor la brecha entre el gran cine del pasado y del presente. Un abismo que ni el más moderno batiscafo es capaz de explorar. La segunda fotografía que has elegido es una auténtica maravilla. Un abrazo amigo. Por cierto tengo que hacerte una consulta, pero ya buscaré el momento.

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