La Escuela de idiomas Hyperion de París, la central eléctrica terrorista “roja” de la CIA y el Mossad para Europa (y 4)

 

 

 

El 30 de diciembre de 2008, los editores de «America Oggi» (periódico editado en New Jersey, EEUU, en lengua italiana) publicaron un artículo donde señalaban que «La administración estadounidense encabezada por el presidente Jimmy Carter tomó en consideración la hipótesis de realizar acciones secretas en territorio italiano para dividir al Partido Comunista y cortar definitivamente cualquier posibilidad del Compromiso histórico”. Esto es lo que surge de una serie de documentos con fecha de 1978 y hasta ahora guardados en los archivos secretos del Ministerio de Asuntos Exteriores británico. Las carpetas, que fueron consultadas exclusivamente por ANSA (Agenzia Nazionale Stampa Associata, una agencia de noticias italiana fundada en 1945), se hicieron públicas a través del Archivo Nacional, o archivo central británico, tan pronto como expiraron los sellos del secreto de estado, 30 años.

Dichos documentos relatan con precisión quirúrgica los acontecimientos que marcaron el horrible año de la democracia italiana: la crisis del gobierno de Andreotti, las consultas para formar un nuevo ejecutivo, el “desviacionismo” de Moro y, finalmente, el asentamiento de la escena política italiana que siguió al descubrimiento del cuerpo, en Via Caetani. Sobre todo, los documentos desclasificados explican las inquietudes y los antecedentes tanto de la administración estadounidense como de la administración británica.

Estados Unidos, en particular, se vio preso del pánico por el colapso del tercer gobierno de Andreotti. Y reaccionaron con tal determinación que incluso los británicos se sorprendieron. Lo que, como lo demuestra la correspondencia entre la embajada británica en Roma y la sede de la FCO (Oficina de Relaciones Exteriores y de la Commonwealth) en Londres, los británicos se mostraron menos obsesionados por el “peligro rojo” en Italia. En un comunicado codificado del 21 de enero de 1978, el embajador británico en Roma, Sir Alan Campbell, pide al primer ministro James Callaghan que escriba un telegrama alentador a Andreotti, quien recibió el mandato de formar un nuevo gobierno.

Al mismo tiempo, el presidente norteamericano Carter pronuncia en una conferencia de prensa el famoso edicto en el que advierte a los italianos que la entrada en el gobierno del Partido comunista tendría graves consecuencias. Los estadounidenses, conscientes del impacto que estas preocupaciones tendrán en Italia, piden a los británicos que los apoyen públicamente, emitiendo una declaración conjunta. Los británicos, sin embargo, con el embajador Campbell, desde Roma, aconsejan cautela. El 23 de enero, Londres se pone en contacto con su embajador en Washington, Peter Jay.

El renombrado escritor y director de cine italiano Pier Paolo Pasolini, uno de los referentes de la progresía española en aquel cine que se proyectaba en salas específicas de arte y ensayo, en los últimos coletazos del franquismo, escribió en el Corriere della Sera (lo cual ya de por sí era extraño, siendo el Corriere un medio vinculado a la Logia Masónica P2 y siendo Pasolini comunista), el 14 de noviembre de 1974, un perturbador testimonio donde dejaba entrever las claves ocultas de la estrategia de tensión italiana.

Pasolini amenazó entonces con destapar la caja de los truenos de Gladio: «Lo sé. Conozco los nombres de los responsables de lo que se llama un golpe (y eso en realidad es una serie de golpes establecidos como un sistema de protección del poder). Conozco los nombres de los responsables de la masacre en Milán el 12 de diciembre de 1969 (Piazza Fontana). Conozco los nombres de los responsables de las masacres en Brescia y Bolonia, de los primeros meses de 1974.

Conozco los nombres de los asistentes a la cumbre donde maniobraron los viejos fascistas creadores del golpe, conozco a los neofascistas autores materiales de las primeras masacres y de las masacres más recientes”. Posiblemente, Pasolini se refería, cuando habla de la «cumbre», a la reunión que organizaron las élites italianas en el Hotel Parco dei Principi de Roma, del 3 al 5 de mayo de 1965, bajo la dirección del Instituto Pollio, mientras que el golpe al que hacía referencia era probablemente el de 1970 que intentó llevar a cabo el neofascista Valerio Borghese, bajo la atenta mirada de EEUU.

“Conozco los nombres que han manejado las dos fases de tensión diferentes, de hecho, opuestas: una primera fase anticomunista (Milán 1969) y una segunda fase antifascista (Brescia y Bolonia 1974). Conozco los nombres del grupo de poderosos que, con la ayuda de la CIA crearon (después de todo, un miserable fracaso) una cruzada anticomunista para amortiguar el ’68.

“Conozco los nombres de aquellos que, entre una masa y otra, han otorgado las disposiciones y asegurado la protección política a los viejos generales (para mantenerse de pie, en reserva, en aras a organizar un posible golpe de Estado), a los jóvenes neofascistas, de hecho, neonazis (para crear una tensión anticomunista concreta) y, finalmente, criminales comunes (banda Della Magliana) hasta ahora, y quizás para siempre, sin nombre (para crear la próxima tensión antifascista)”.

Ahora pregúntate por qué Pasolini murió asesinado casi un año después, el 2 de noviembre de 1975, en circunstancias nunca aclaradas, sino es porque su crimen tuvo todas las trazas de haber sido cometido por encargo de Gladio, en el marco de ir silenciando a tiros las voces más críticas y disidentes con la estrategia de tensión. Y Pasolini era un conocedor de primera mano de todo ello.

El director italiano acabó sus días asesinado como aquel empresario incómodo llamado Enrico Mattei (víctima de un sabotaje en su avión privado en 1962) o el periodista de la Logia P2, Mino Pecorelli, en 1979, dos hombres que “sabían demasiado”. Y es que como dijo el juez del caso Moro, Ferdinando Imposimato (1936-2018): «Gladio es el secreto de la República (italiana). Es un material que debe manejarse con cuidado…una estructura oculta absolutamente inconstitucional que tiene las manos libres para realizar cualquier tipo de acción preventiva».

 

HYPERION, LA CÁMARA DE COMPENSACIÓN DE SERVICIOS SECRETOS ESTE-OESTE QUE NUNCA EXISTIÓ

 

Cuando la trama parisina de Hyperion se había demostrado que era un lugar de encuentro del terrorismo internacional, bajo el manto protector de agencias de inteligencia occidentales, pasadas décadas desde su descubrimiento, sotto voce todo hay que decirlo, se propuso por algunos lanzar una extravagante y absurda teoría de la desinformación sobre aquella Escuela de “idiomas” francesa: que el Este Socialista de Europa también habría intervenido en dicho centro mediante la hipótesis de que podría haberse tratado de «una cámara de compensación” de varios servicios secretos del Oeste y del Este de Europa (entre ellos el KGB), para mantener el equilibrio geopolítico en la era post-Yalta”. Entre los “teóricos” de esta solemne majadería, que no podía tener pies ni cabeza, estaban algunos jueces como Rosario Priore o el político pseudocomunista Giovanni Pellegrino, quien estuvo a cargo de la Comisión sobre las Masacres en los años de plomo en Italia.

Ni teórica ni en la práctica se sostenía esa creencia puesto que la única “cámara de compensación” demostrable con mil pruebas fue la que idearon dos países: EEUU e Israel, a través de la CIA y el Mossad, para gestionar el terrorismo roji-negro en Europa occidental. Las demás elucubraciones ni  demás no tienen base documental probatoria alguna ya que en las propias investigaciones judiciales italianas, no se encontró rastro alguno de nexos entre los miembros de Hyperion (Brigadas Rojas) y el KGB, la Stasi u otros servicios de espionaje del Este socialista, como el checoslovaco.

Únicamente, propagandistas de nuevo cuño como la Comisión Mitrokhin o el historiador de los servicios de inteligencia italianos, Gianluca Falanga, han intentado resucitar una conspiranoia antisoviética (a estas alturas) y, sobre todo, anti-RDA en el manejo del terrorismo de extrema izquierda. Falanga supuestamente aportó “nuevas” revelaciones en la Comisión Parlamentaria sobre el secuestro y asesinato de Aldo Moro, de 20 de junio de 2016. El italo-alemán Falanga, historiador advenedizo que montó su particular «show» en dicha Comisión a base de repetir un mantra conocido Stasi-Stasi-Stasi, es empleado-colaborador en el emblema más anticomunista y manipulador de la postguerra fría, el Museo de la Stasi de Berlín (por lo que podíamos ahorrarnos la catadura del personaje y su sectarismo).

Falanga utilizó como elemento de prueba en su comparecencia ante dicha Comisión evidencias sobre supuestos “papeles fragmentados de la Stasi” (aparentemente reconstruidos) que se encontraron en la sede del MfS, en Berlín Oriental, tras la apertura del Muro en 1989, además de exponer un buen repertorio de elucubraciones tratando infructuosamente de montar una película «Stasi-Brigadas Rojas» con un guión trucado de antemano. Falanga nunca hizo referencia a los servicios de espionaje occidentales (CIA-Mossad o los italianos) en la participación del terrorismo en Italia durante toda su perorata ante la Comisión Moro, lo que demostraba la vergonzante parcialidad de este elemento.

Papeles de la Stasi, troceados o no, que nunca dijeron apoyar al terrorismo sino que señalaban un “tratamiento preventivo” de aquél, pero Falanga ha hecho interpretaciones sesgadas de los mismos, citando testimonios de dudosa credibilidad por parte de algún ex brigadista,  que supuestamente implicarían a la KGB y la Stasi, para conspirar contra Italia, así como unas supuestas declaraciones de altos funcionarios soviéticos sobre que había que “tomar nota” del desviacionismo del PCI y de este modo (matando a Moro) se reorientaría la política “eurocomunista” del PC italiano hacia Moscú. Te tienes que reír ante una conspiranoia de libro.

Que un personaje como Steve Pieczenik, conspirador del Departamento de Estado de EEUU, dijera que fueron ellos (EEUU) los que decidieron el destino fatal de Moro, no le debe servir de mucho al tonto Falanga que ha persistido en sus trece, al igual que decir, ante la Comisión Moro antes mencionada, entre otros muchos disparates, que «la Stasi estaba interesada en las relaciones entre la RAF y las Brigadas Rojas» (cuando era el BND, el servicio secreto de Alemania Occidental, quien manejaba los hilos de la RAF) o bulos propagandísticos conocidos, desmontados por antiguos ex miembros del MfS, como que «más del 90 por ciento de sus esfuerzos (de la Stasi) se dirigieron a la vigilancia de sus ciudadanos».

Respecto de la RDA y el “terrorismo”. Gracias a su servicio de inteligencia exterior, el HVA, la RDA conocía tanto las operaciones como el nombre, direcciones y teléfonos de los miembros del Gladio “oficial” que operaban en la vecina Alemania Federal (es decir, el de los “reservistas” de ultraderecha de la red Stay Behind de la OTAN que también iban a ser utilizados para atentados de falsa bandera). La RDA también sabía que Occidente estaba instrumentalizando el terrorismo “rojo” para “evitar un giro a la izquierda en los países de la OTAN”, según afirmó en su día Klaus Fischer, ex agente de contrainteligencia del MfS-Stasi.

Respecto de los vínculos nunca demostrados de la RDA con el terrorismo Wolfgang Hartmann, ex agente del HVA, reiteró que tales nexos eran inexistentes y en sus archivos no constaban tales operaciones. El verdadero terrorismo que estaba en los archivos incautados de la sede de la Stasi, en 1989, era aquel donde constaban al detalle todas las operaciones de Gladio en Europa Occidental y el espionaje del NSA norteamericano sobre sus socios europeos. Muchos de esos archivos, los más sensibles, fueron llevados a EEUU y allí borradas sus huellas o simplemente destruidos.

En realidad, si diésemos por buena la fábula de la teoría “compensatoria” de Hyperion, como una amalgama Este-Oeste para el control del terrorismo, o que países como la URSS o la RDA hubiesen participado directamente en el asesinato del dirigente democristiano italiano Aldo Moro así como en el manejo del terrorismo europeo, lo que hubieran hecho los países habría sido beneficiar enormemente los intereses de EEUU y los sectores empresariales, políticos y financieros reaccionarios de Italia que querían impedir, a cualquier precio, el acceso del PCI al poder con el Compromiso Histórico y, por extensión, frenar el auge del comunismo en el resto de Europa.

El escritor comunista italiano Gianfranco Sanguinetti ya refutó magistralmente la patraña KGB-PCI-Brigadas Rojas en 1980 cuando se quiso involucrar a la Unión Soviética en el terrorismo «brigadista» y de Gladio. Y lo hizo de la siguiente manera:

«[Algunos] pensadores asalariados, desde Eugenio Scalfari hasta Giorgio Bocca, razonan (…) fraudulentamente que la estrategia de Brigadas Rojas persigue, entre otras cosas, prevenir la llegada del PCI (Partido Comunista Italiano) al poder. Pero no lo hacen desde la aversión del partido (comunista) a ciertos sectores del capitalismo italiano y los servicios secretos, sino desde la aversión que, dicen, tienen los estalinistas soviéticos a sus homólogos italianos del PCI. Nuestros pensadores concluyen que Moro fue secuestrado con el apoyo del KGB y el servicio secreto comunista checoslovaco”

Sanguinetti señalaba, a continuación, con sutil ironía que: “Los capitalistas italianos, los militares y los agentes de SISDE, SISMI, CESIS, DIGOS y UCIGOS [siglas de algunos servicios secretos oficiales de Italia], así como Jimmy Carter (presidente de EEUU), estarían felices de ver al PCI en el gobierno. en Italia, pero desafortunadamente esto no es posible porque los rusos y el KGB no lo quieren. ¡Qué bueno!. Esta curiosa y estúpida teoría, que el inoportuno Pertini [séptimo presidente de la República Italiana de 1978 a 1985] se apresuró a hacer suya, sirve claramente para tranquilizar la mala conciencia de todos aquellos que quieren creer que este Estado, que está en guerra con el terrorismo, no puede liderar dicha guerra”.

Como apunte final se pueden extraer también datos muy interesantes del papel desempeñado por Francia como núcleo de la inteligencia estadounidense y europea para el control y explotación de grupos terroristas en Europa.  Algunos apuntan el hecho de que durante los años en que el TT (Think Tank) e Hyperion estuvieron activos, Francia se salvó de la ola de euroterrorismo que sacudía Europa con los alemanes de la RAF, los italianos de las Brigadas Rojas, la ETA vasca, el IRA, etc.

Francia pasó por una década tranquila a diferencia de la anterior donde el conflicto argelino fue un capítulo oneroso para el país galo. No es ilógico pensar que las “autoridades supranacionales” de Gladio escogieran París y su tapadera-Escuela de Idiomas como centro de operaciones a cambio de garantizar a los franceses “tranquilidad terrorista”. Sólo tras el cierre de la Escuela en 1979 hubo cierta actividad armada con Action Directe, una organización francesa de Gladio que logró captar a activistas antinucleares y pacifistas para sus acciones.

A pesar de estar Francia salpicada de lleno por Gladio, sus medios-basurero franceses de desinformación, como el “ex progre” Liberation optan por ridiculizar y descalificar con la ya clásica muletilla “teorías de la conspiración” a todo aquello que suponga poner de relieve tramas criminales organizadas por los Estados. Y es que para Liberation, como para los pseudoescépticos del cientifismo barato, meter en el mismo morral “la tierra es plana” con “el asesinato de Kennedy”, el 11-s o Gladio ya es caricaturizable, a costa de ocultar verdades políticas incómodas.

Liberation está en manos del capital de un miembro de la familia de banqueros Rothschild (Edouard) desde 2005, quien no se “hizo de izquierdas” (porque Liberation no lo era), sino que compró la mayoría de acciones del periódico para salvarlo de la quiebra y nutrir dicho medio de columnistas reaccionarios próximos a las tesis liberal-sionistas, como su editor Laurent Joffrin o el falso filósofo ultraderechista de Bilderberg, Bernard Henry Lévy, otro mangante que se disfrazó de progre en el pucherazo del Mayo francés para luego vender neoliberalismo e injerencismo imperialista.

Lejos quedaban los tiempos en que su fundador, el filósofo neoizquierdista, Jean Paul Sartre, quiso darle un barniz progre-independiente a la política francesa al calor de las protestas estudiantiles de los años 60. No se puede esperar mucho del panorama “informativo” actual en Francia donde los medios hegemónicos que controlan la opinión pública francesa como es el caso del socialdemócrata Le Monde y el conservador Le Figaro, gozan del respaldo de grandes editoriales como Dassault y Hachette, vinculadas ambas con la industria militar y de inteligencia francesa.

Por tanto, olvídate (como en España) de que hagan en Francia periodismo de investigación sobre “su” Escuela de “idiomas” Hyperion, la red Gladio o la patraña de los atentados yihadistas en Europa, es decir, el renombrado como Gladio B. Con despachar el asunto como “teoría de la conspiración” ya cubren el expediente al terrorismo de Estado.

 

 

ESTE ARTÍCULO SE PUEDE REPRODUCIR POR CUALQUIER MEDIO, SIEMPRE QUE SE CITE LA FUENTE ORIGINAL (BERLÍN CONFIDENCIAL) TAL COMO ESTABLECE LA LICENCIA CREATIVE COMMONS. DE LO CONTRARIO QUEDA TOTALMENTE PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN

 

 

FUENTES:

http://diquadila.splinder.com/post/21833945

La guerra secreta de Estados Unidos para subvertir la democracia italiana, Arthur E. Rowse

Puppetmasters: El uso político del terrorismo en Italia, Philip Willan.

Terrore Rosso, de Pietro Calogero, Carlo Fumian, Michele Sartori

http://diapason.typepad.com/diapason/brigate_rosse/

http://www.storiain.net/storia/hyperion-e-i-misteri-italiani-della-strategia-della-tensione/

https://comedonchisciotte.org/strane-alleanze-parte-prima/

http://tueriesdubrabant.winnerbb.com/t2114-organisation-hyperion

https://www.lettera43.it/it/articoli/politica/2015/10/13/sequestro-moro-lombra-di-mossad-e-cia/157207/

http://www.pmli.it/gallonimorosapevabrinfiltrate.htm

http://www.pangea.news/chi-ha-ucciso-davvero-aldo-moro-la-p2-le-brigate-rosse-i-servizi-segreti-israeliani-gli-americani-francesco-cossiga-indagine-sullomicidio-che-ha-cambiato-litalia-seconda-punta/

 

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