¿Sobrevive la conciencia ‘más allá’ del espacio y el tiempo? (5). La experiencia de Pam Reynolds: sus defensores
¿Qué ocurre realmente después de la muerte?
Nadie que esté vivo lo sabe
Para el cardiólogo Michael Sabom, presente en la operación de Reynolds, otro “maldito” para los gurús pseudoescépticos, «La gran pregunta no es cuándo comenzó la ECM de Reynolds sino cuándo terminó. Reynolds describió su ECM como una experiencia ininterrumpida y contínua percibida como real al comienzo, durante su experiencia “fuera del cuerpo” como, por otra parte, lo fue en todo momento. Según ella, la ECM finalizó al cierre de la cirugía alrededor de las 2:00 de la madrugada, durante un marco temporal que incluyó el período de “inmovilización” y “EEG plano”.
Pero es que el mismo neurocirujano que operó a Reynolds, Robert Spetzler, quien hizo un trabajo impresionante para eliminar el aneurisma gigante de la paciente, testificó sobre la certeza de su condición física: «Si examinara a esa paciente desde una perspectiva clínica durante el tiempo que esa persona permaneció en quirófano y en ese estado, por definición, estaría muerta ya que no había un cerebro funcional que posibilitara desencadenar experiencias de algún tipo. No podía experimentar nada puesto que las ondas cerebrales habían desaparecido por completo. Este es un nivel de conciencia que no depende del cuerpo físico. No hay evidencia de que esto exista, pero no hay evidencia de que no exista.»
Spetzler preguntado sobre las observaciones de Reynolds (al escuchar la conversación de él con algunos de sus colegas, etc. al ver la sierra de huesos …) dijo que «la conciencia anestésica es incompatible con la supresión de las ondas EEG». Es más, cuando Reynolds escuchó la conversación acerca de que “sus arterias eran demasiado pequeñas para proceder a la canulación (inserción de un tubito para extraer la sangre)” le preguntaron a Spetzler si las ondas del cerebro registradas en ese momento en el EEG eran EFECTIVAMENTE PLANAS, a lo que respondió “Sí”. ¿Todavía Woerlee y sus palmeros andan propagando sus tediosos arabescos anti-ECM para desmentir lo contrario?
Creo que hay una aprobación entre la comunidad médica de que que el cerebro no puede funcionar cuando el corazón ha dejado de latir. ¿O han cambiado ese criterio? El Dr. Spetzler ha declarado sistemáticamente que no acepta que ‘Pam’ haya escuchado o detectado alguna información a través de los canales normales. Simplemente dice que no sabe cómo obtuvo la información. Y no sólo eso sino que el doctor Spetzler deja las cosas bastante claras a los partidarios de la teoría «alucinatoria» en las ECM: «La alucinación no es la explicación a lo ocurrido con Reynolds, porque la alucinación, en primer lugar, requiere actividad metabólica. En segundo lugar, la alucinación es una función cerebral que genera anomalías y desórdenes que normalmente no tendrías y, en tercer lugar, una alucinación forma parte de un cerebro activo».
Peter Fenwick, neuropsiquiatra, viene a decir lo mismo del caso Reynolds: «Cuando el corazón está parado y el cerebro no funciona no puede haber recuerdos. El cerebro no puede recordar experiencias durante este período porque el cerebro y el sistema de memoria no funcionan. Cuando las personas con experiencias cercanas a la muerte recuerdan cómo abandonan el cuerpo y observan la reanimación desde una visión cenital es muy difícil para la neurociencia contemporánea comprender cómo podría funcionar un sistema de memoria que se anula. Entonces uno debería pensar que la información se almacena inicialmente fuera del cerebro y luego se ancla más adelante en la memoria cerebral. O que de alguna manera la memoria es absorbida dentro del mismo cerebro de alguna manera que no entendemos». Durante la fase crítica de la ECM, ya sea en las experiencias OBE (fuera del cuerpo) flotando o en encuentros con el túnel de luz, etc los referentes no serían, por tanto, espacio-temporales.
En palabras de Karl Greene, neurocirujano que participó en la operación de Pam Reynolds: «Desde un punto de vista práctico, la experiencia consciente completa de la Sra. Reynolds podría considerarse anómala, en el sentido de que tal experiencia consciente como la descrita por ella no ocurre típicamente en nuestra realidad consensuada. La influencia de la dosis de drogas administrada a la paciente, como los barbitúricos, suprimen marcadamente la actividad electrofisiológica cerebral (supresión de ondas en el electroencefalograma).»
«Por otra parte, apunta Greene, la hipotermia profunda supone la pérdida de actividad electroencefalográfica espontánea y la falta de respuesta somatosensorial (sensación de calor, frío, tacto…) y auditiva del tronco encefálico, mientras que el paro circulatorio también supone pérdida completa de toda actividad electrofisiológica. El relato bien informado de la señora Reynolds de una experiencia consciente durante la alteración profunda y la supresión de la actividad del sistema nervioso central podría considerarse anómalo en este contexto». Una declaración científica de primer orden y escepticismo de la mejor ley que deja a los «pseudoescépticos» en bastante mal lugar.
Reynolds informó de una de las ECM más profundas y certificadas médicamente que se hayan verificado, pero la neurociencia dogmática y sus sacristanes pseudoescépticos niegan, paradójicamente, que eso sucediera y andan enfangados con argumentos lineales y en absurdas contradicciones y tergiversaciones. Habría que preguntarles ¿Ustedes estuvieron en el quirófano con Reynolds y confirmaron sus sesudos alegatos “científicos” o lo que es lo mismo sus entelequias barnizadas con ciencia? No…simplemente…se los “imaginan”. El investigador Chris Carter retó a Woerlee a ir al Barrow Neurological Institute donde se operó a Reynolds para corroborar o desmentir lo dicho por el anestesiólogo holandés. Se negó a ello.
Pam Reynolds tuvo una experiencia cercana a la muerte que involucra una conciencia expandida en un momento en que debería haber ocurrido lo contrario. Suficente para invalidar la incongruente charada pseudoescéptica (si no fueron las drogas, fue la insuficiente anestesia, si no fue la conciencia anestésica…fue el dióxido de carbono…si no recuerdos previamente elucubrados por la mente del experimentador). A día de hoy su neurocirujano, el Dr. Rober Spetzler, y su entonces asistente, Karl Greene, corroboraron todo lo que Pam había experimentado en el quirófano, y no tienen una explicación sensata para ello.
Conviene, y es importante remarcarlo, no confundir los conceptos porque se puede entrar en el terreno de la verdadera pseudociencia. Cuando alguien (no me refiero a Spetzler que habla dentro de sus “términos” médicos) dice que murió y volvió a la vida, la realidad (parece ocioso decirlo) es que no murió de ninguna manera. Pudo acercarse a la muerte, estar realmente cerca de ella, lo que se considera “muerte clínica”, que es un estado transitorio donde existen posibilidades tanto de volver a la vida como de no volver a ella. Pero si realmente esa persona muere (sus células cerebrales mueren), no regresa jamás para contar nada. Es un razonamiento bastante simple pero que se presta a ser utilizado con demasiada frecuencia sobre todo entre los desinformados mass-media, tontainas ávidos de “misterios” y mercachifles de la Nueva Era.
Como también hay que subrayar que NO todos los que han pasado por idénticas situaciones traumáticas (las de Alexander, Reynolds y otros) han experimentado ECM de ningún tipo (quizás algunos de ellos no se han atrevido a contarlas). Por tanto aquí el argumento de los que creen en las ECM como una anticipación de paraísos-infiernos cercanos o lejanos o el de los pseudoescépticos militantes apoyándose en su visión mecanicista se viene irremediablemente abajo en todos sus puntos.
Precisamente, al hilo de lo anterior, uno de los hechos, sino el principal, que destruye la tesis cientifista oficial sobre las ECM es lo que encontró Pim Van Lommel en su estudio sobre dichas experiencias, publicadas en The Lancet: «Nuestro hallazgo más notable fue que las ECM no tienen una raíz médica ni física. Después de todo, todos los pacientes sufrieron de falta de oxígeno, a todos se les administró morfina, todos fueron víctimas de fatiga nerviosa intensa. Entonces claramente se puede decir que esas no son las razones para que un 18% de los pacientes haya tenido ECM y el 82%, no. Si las ECM fueran provocadas por cualquiera de esas razones (anoxia, administración de fármacos opiáceos, etc), todos las habrían experimentado».
Por supuesto, hay excepcionalidades que pueden resultar todavía incluso más increíbles que la de la propia Pam Reynolds, tan inexplicables que poco o nada tienen de “místicas”, como es el caso reportado por el neuropsiquiatra Bruce Greyson de una ECM a cargo de «un niño de 9 años que al despertar de un coma de 36 horas, les dijo a sus padres que había estado con su difunto abuelo, su tía y tío, y también con su hermana de 19 años, que estaba viva estudiando en la universidad, a 500 millas de distancia. Horas más tarde de ese mismo día, sus padres recibieron noticias de la universidad de que su hija había muerto en un accidente de tráfico esa mañana temprano».
Como es sabido, en las experiencias cercanas a la muerte, donde aparecen relatos de encuentros con familiares, éstos se han reportado siempre con personas fallecidas. Ese niño no pudo saber jamás que su hermana había muerto puesto que la comunicación del fatal suceso ocurrió después de salir el chico del coma y de haber contado la ECM a sus padres. Sin embargo, el niño reconoció haber visto a su hermana en la ECM, es decir, como un «familiar fallecido». La narración de ese niño sólo cabría inventariarla, para los pseudoescépticos, en el almacén de los sueños metafísicos. Pero en este caso, ni hubo magia, ni sueños fortuitos, ni “dones divinos”. Sólo acontecimientos inexplicables (ponga usted la etiqueta que quiera menos la paranormalista).
Y al hilo de esto último, sin duda, el planteamiento más exacto y acertado que se puede decir de las ECM lo propusieron Bruce Greyson, Janice Miner Holden y Pim van Lommel, cuando refutaron el mito pseudoescéptico acerca del “paranormalismo” en las ECM, señalando que «No hay nada paranormal acerca de las experiencias cercanas a la muerte. Pueden ser paranormales en el sentido de ser difíciles de explicar en términos del marco reduccionista que prevalece actualmente. Pero creemos que son fenómenos completamente legales y naturales que pueden y deben estudiarse por métodos científicos, en lugar de descartarse sin realizar ningún tipo de investigación».
Sabemos que el punto de inflexión de las teorías científicas es que tienen que ser comprobadas, es decir falsadas mediante experimentos, para demostrar que dicha teoría es errónea. En las ECM sólo se pueden obtener datos indirectos puesto que la conciencia es, por definición, infalsable, y por tanto sólo hipotetizable. ¿Pero qué pruebas falsables han aportado los neurocientíficos de que del cerebro emana, efectivamente, la conciencia?. Ninguna, salvo alteraciones observadas en las “pruebas” de imagen, en un cerebro que sería, presumiblemente, el receptor de la conciencia. Y, sin embargo, se apoyan en falsas premisas para seguir consolidando el dogma.
Si los cartesianos ortodoxos logran determinar que estoy enamorado de alguien, son capaces de leer mis pensamientos para el día de mañana o advierten que tal o cual música forma parte de mis gustos musicales…premio gordo para ellos. Pero que no lo hagan con estudios de neuroimagen o mediante EEG donde se perciba mayor o menor actividad cerebral que da lugar a «estados de conciencia». Eso no es indicativo de nada puesto que estamos hablando de intangibilidad de la conciencia, no de algo material donde el cerebro trabaja a niveles neurofísicos, por tanto, eventos materiales. Una vez más, el cerebro sería el receptor de esa conciencia, no su generador-transmisor.
Dado que existen miles de ECM registradas lo más prudente es tenerlas en consideración y no reducirlas a “sueños alucinatorios” de un cerebro agonizante, del cual uno esperaría toda clase de experiencias que van desde la caricatura hasta la confusión sin sentido que todos vemos en nuestros sueños aleatorios, no una experiencia cristalina, lúcida y expandida de la conciencia.
Si gente como Woerlee, Blackmore, Harris o Keith Augustine realmente creyeran que una ECM es irrelevante e intrascendente, no dedicarían tanto tiempo y pasión a argumentar en contra de una explicación vamos a llamarle “sobrenatural” y explotar detalles menores de los casos de ECM. Cada año aparece un nuevo artículo en una revista como New Scientist, donde un científico que se promociona a sí mismo declara que la ECM finalmente está «desacreditada». Y, al igual que un mecanismo de relojería, los mismos argumentos fundamentales sobre la ECM continúan, con muchos elementos básicos, como el caso Pam Reynolds, que no han podido ser explicados por la oposición escéptica a ningún nivel satisfactorio.
Dice Chris Carter que «Ningún experimento ha demostrado la génesis de la conciencia a partir de la materia. Uno también podría creer que los conejos emergen de los sombreros de los magos. Sin embargo, esta etérea posibilidad, esta neuro-mitología cerebro-mente, ha encantado a generaciones de científicos crédulos a pesar del hecho de que no hay ni un átomo de evidencia directa para apoyarlo»
El tipo de materialismo que defienden Woerlee y otros como Susan Blackmore se conoce como «materialismo promisorio», con su promesa de que algún día podremos explicar la mente en términos de actividad cerebral. El problema es que, piensa uno, como ocurre con la escatológica promesa que nos contaron los biblistas acerca de la “venida de Cristo a la Tierra” para instaurar un inminente “reino de los cielos” (y ya llevamos 2.000 años esperando ese momento), ese «algún día» nunca llega.
Neurocientíficos como John Eccles y el filósofo Daniel Robinson han dicho, a este respecto:
«Consideramos el materialismo promisorio como una superstición sin una base racional. Cuanto más descubrimos sobre el cerebro, más claramente distinguimos entre eventos cerebrales y fenómenos mentales. El materialismo promisorio es simplemente una creencia religiosa sostenida por materialistas dogmáticos que a menudo confunden su religión con la ciencia».
FUENTES