A la memoria inolvidable de Sara

La muerte no existe, es una ilusión
(Robert Lanza)

Sara fue mi madre. Hace poco más de un mes, el día 4 de junio, a las 5:30 de la madrugada, me comunicaron-sobresaltaron que mi admirada madre había fallecido en el hospital, después de sufrir un calvario interminable de varios años con una de las enfermedades más devastadoras que existen, añadida al final con otra igualmente terrible. Cuando me comunicaron la desoladora noticia me encontraba en ese momento en casa, durmiendo en sueño profundo, puesto que me había despedido de mi madre la noche del día anterior para vernos el día siguiente y nada parecía (a pesar de un pronóstico nada bueno) que iba a tornarse en fatal desenlace.

Me desespera a día de hoy no haber podido estar a su lado en los momentos finales de su vida, haberla acompañado en su último aliento, a pesar de que estaba agotado de noche tras noche sin apenas dormir debido al estado de agitación mental de mi madre, y aunque el médico me dijera que no fuese cruel conmigo mismo por aquélla circunstancia (me lo repitió varias veces)..Pero debo serlo (cruel) y me duele la conciencia hasta el infinito….no haber estado presente la noche más trágica de mi vida al lado de mi madre…

Mi madre fue una mujer increíblemente bondadosa, generosa, paciente, imprescindible como pocas, sacrificada como ninguna…pero sobre todo el rasgo distintivo de mi madre fue, desgraciadamente, el de ser maltratada en vida, desde que nació hasta que murió (una historia que no puede ser contada)…y con todo la entereza y superación que mostró ante tanta adversidad le hizo ser increíblemente más fuerte a pesar de que era, paradójicamente, débil y cuando lo más fácil habría sido haber tirado la toalla…

Decidió sacar la familia adelante yendo a las 4 de la madrugada a limpiar las oficinas de la entonces conocida multinacional americana NCR hasta que recaló en la Diputación provincial donde como quien dice iba a diario con la comida en la boca a las 2 de la tarde para salir a las 9 horas de la noche…y luego, de vuelta a casa, para más inri, hacía la cena para los demás…demasiadas veces desagradecidos y malencarados.

Un año entero me dediqué al cuidado de mi madre (dejando el trabajo) creyendo que iba a poder superar lo que era un imposible (3-5 años de supervivencia)…fracasados todos los tratamientos médicos convencionales que sólo parchearon malamente, agravaron y destruyeron su poca salud…pero, infortunadamente, entre los alternativos tampoco hubo solución en los años que la traté o tal vez llegué muy tarde a ello con el que era el indicado (probé muy al final, con prometedores resultados al inicio, el aceite de marihuana medicinal de Rick Simpson, pero sobre mi madre había caído como una losa otra cruel enfermedad adicional a la que ya tenía y que le impidió mejorar de ninguna de las maneras puesto que su patología de base había destrozado tanto su salud que había dejado su sistema inmune extremadamente debilitado; la segunda enfermedad fue la que acabó con ella). Nada se pudo hacer y ya nada importa y menos retomar el pasado sobre el qué pudo ser y no fue…Es otro lamento inútil que a veces me remuerde, seguramente, de forma absurda la conciencia.

Desde la desaparición de mi madre apenas he podido salir del estado de devastación que me ha producido su insoportable pérdida, de no poder articular palabra alguna entre interminables sollozos…la extraña sensación de estar en una angustiosa y fría soledad…de estar desubicado del mundo real y andar perdido en una espiral depresiva donde el sufrimiento padecido durante largos años por mi madre es lo único que permanece en mi mente…el silencio interior y exterior…la pérdida de la que era mi confidente principal, el faro que iluminaba el sentido de mi vida…

Mi madre fue la mujer de mis sueños, pero ahora sólo es un sueño perdido fuera del espacio y el tiempo.

Hay recuerdos que nunca se borrarán y personas que nunca se olvidarán. Espero encontrarme pronto en tu camino.
Te amo mamá

 

Cuando me acaricias – M Trini

 

C’est la vie – Emerson, Lake & Palmer

 

Beim Schlafengehen (Cuatro últimos Lieder – Richard Strauss)

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