El carnaval vaticano con «su juventud»
La invención de las llamadas Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ), exaltación pública del catolicismo publicitada «ad nauseum» por todos los medios hegemónicos (sean procatólicos o no) fue, al parecer, una idea impulsada por el papa anticomunista Juan Pablo II, santo por la gracia de la CIA, la mafia y la democracia cristiana de Europa (que es toda), quien decidió que la evangelización forzosa tenía que pasar al terreno callejero e insertarse nuevamente en las sociedades seculares, como antaño lo hicieron con la espada y la cruz. Sólo que hoy la Iglesia romana ha sustituido la espada por un decreto papal y el consentimiento de la clase política cripto-católica de todos los países donde anualmente se celebra este nada fastuoso circo vaticano.
En las JMJ se unen hipocresía, despilfarro de la iglesia de los «pobres», fundamentalismo trasnochado, escenificación de creencias infantiles, ideología retrógrada y fetichismo confesional. Un profuso repertorio de sotanas, santos, beatos de ocasión, confesionarios en las calles e imaginería religiosa de estrambote adornan, esperpénticamente, el evento. Lo de la espiritualidad que dicen profesa la juventud asistente a ese festival de castidad postiza no es más que un autoengaño ya que, en la práctica, es puro teatro. Los jóvenes, «fieles» por cuatro días, necesitan exhibirse cada cierto tiempo ante un absurdo gurú vestido de blanco y un desfile de obispos con los que expiar su mierda de vida mostrando crucifijos y rezando avemarías. Después idolatrarán al nada divino Pokemon Go y disfrutarán de todas las perfidias materialistas condenadas por el ex Santo Oficio, incluidas las de orden sexual.
Dicen que esos jóvenes siguen a Jesús, alguien que si viviera hoy día sería considerado no como un defensor de los débiles, puesto que su mesianismo era más propio de alguien chiflado, sino como un telepredicador más de los que abundan hoy en día por Sudamérica o EEUU. Un ser que sería ignorado por prácticamente todo el mundo que hiciera un uso correcto de la razón, salvo para ese rebaño para el que lo más fácil es creer ya que no exige esforzar demasiado el intelecto.
Este año, en la Polonia meapilas, anticomunista y neofascista, el Papa de Videla y sus alcahuetes han defendido la libertad religiosa ante el avance del ISIS, según he leído por ahí. Libertad religiosa es el camelo que van propagando los que siempre han sido intolerantes y represivos con las libertades de los demás. Pero es que el ISIS no avanza sino es porque los compinches del Vaticano, la red Gladio B de EEUU y la Europa de la OTAN, lo han impulsado deliberadamente para sus objetivos geoestratégicos, que también son los de los curas. Cuanto más se demonice el Islam y menos competidores tenga la secta de Dios…ganancia para todos, globalistas y curánganos.
«La crueldad no acabó en Auschwitz. Hoy también se tortura», dice Bergoglio, olvidando que la Iglesia de Cristo es la mayor torturadora de la historia y que sus alianzas con el régimen nazi han sido ampliamente documentadas. Creo que el Papa de Hitler (Pio XII) estuvo allí y que el Vaticano proporcionó salvoconductos a miles de prófugos-criminales nazis hacia Argentina, dándoles cobijo en sus monasterios y abadías. Lavar la imagen de la iglesia en Auschwitz es lo mismo que pedir «perdón divino». No sirve para gran cosa.
Siempre hablan de que hay «un millón de personas» en estos eventos, aunque con un gran angular es sabido que se consiguen más milagros que todos los que aparecen retratados en la Biblia, un tebeo, por otra parte, repleto de las más increíbles infantilidades. El Papa, además, siempre suele pedir a los jóvenes que se olviden del sexo desordenado, la codicia y el dinero, curiosamente virtudes de las que ha hecho gala la iglesia católica durante toda su existencia.
Por tanto, lo que hay en el escaparate de las fundamentalistas JMJ es un suculento negocio, un marketing desmovilizador e idiotizador hecho a mayor gloria de unas mentes débiles y degradadas, promovido por el Vaticano y su brazo armado, la mafia política cristiana; en definitiva, auspiciado por las élites globalistas, que son, verdadera y realmente, junto al extraordinario poder económico que poseen las jerarquías vaticanas, lo que sostiene en pie a la institución más corrupta y criminal de la historia.
Los Papas se han vanagloriado de ser cercanos a la juventud e infancia (peligrosamente), su decisivo caladero de adeptos, pero sobre todo, como dijo el gran teólogo Karl Heinz Deschner, los Papas (de este y el anterior siglo) han estado siempre con Dios y con los fascistas.
Coincido. La Iglesia deberia llamarse a silencio,luego del vergonzoso papel que cumplio antes, durante y despues de ese conflicto armado. Resulta muy careta lo del Papa ,como cabeza de esa institucion.
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