El cártel de HollyCIAwood (3): cine de propaganda al servicio de la CIA y el Pentágono (I)
El cine de la CIA-Pentágono se puede decir que alcanza su punto de inflexión en el siglo XXI con el “pistoletazo” de salida del autoatentado terrorista de las Torres Gemelas en el año 2001. Curiosa “coincidencia” o no, la posterior guerra del imperio y sus socios contra el “terror” dará pie a que Hollywood se configure como una de las herramientas más visibles de legitimación de la política exterior de Washington y sus brazos armados. Aunque previamente, unos meses antes, una película patriotera, Pearl Harbor (2001) fue una preparación para lo que llegaría después. La televisión merecería otro capítulo aparte, con sus aburridas, postmodernas, propagandísticas y reiteradas series de policías con las que nos llevan fustigando desde hace varios años. Con notables excepciones, ya añejas (qué le vamos a hacer): por ejemplo, ese descriptivo teniente Colombo (Peter Falk) plasmado como un policía que sobrevive con cuatro «duros» y un coche Peugeot semidesvencijado, vistiendo casi indigente y hecho a posta un zote para engañar a los poco habilidosos e idiotas asesinos ricos; aquella Hill Street Blues de comienzo imprescindible (imposible olvidar la música de Ted Post) con alcohólicos (Kiel Martin, Daniel J. Travanti), sobrios (Michael Conrad), algunos mugrientos (Bruce Weitz), otros enérgicos (Dennis Franz), algunos humanistas (Joe Spano, Michael Warren) y, por qué no, a veces conmovedores policías y, también, por supuesto, abogadas para seducir irremediablemente (Veronica Hamel) o, en fin, la elegante Corrupción en Miami, que iba más allá de la obscena superficialidad de un Ferrari Testarossa, la estimulante (a veces) música ochentera de la «New Wave», los cameos de Frank Zappa o Phil Collins y, cómo no, los trajes de Armani de la pareja protagonista (Don Johnson-Philip Michael Thomas), sobreimponiéndose la soberbia construcción analítica del personaje a cargo de Edward James Olmos, el Teniente Castillo y, ya más en un segundo plano, la presencia un tanto anémica de las dos protagonistas femeninas (Saundra Santiago-Olivia Brown). La ficción, entonces, era un cuento de hadas (sociológicamente casi eran de izquierdas) comparada con la cruda o cocida realidad de ahora, como bien se puede comprobar en esa epidemia de terrorismo policial que está sacudiendo al Tío Sam en los últimos tiempos.
En el blog Screechingkettle se hace un muy buen análisis de una serie de películas que se considera de acusada propaganda imperial en este siglo y que han sido financiadas por el Departamento de Defensa y la propia CIA. En función de ello y para hacer una crítica con sentido (desde la óptica política, ojo, por tanto apenas se van a encontrar aquí, por no decir nada, elementos objetivos –o subjetivos- puramente cinematográficos) he decidido que tenía que ver al menos alguna de ellas (a pesar de mi congénita repulsión hacia el cine actual). No he visto un par de ellas (las dos primeras), otras las abandoné a mitad de la sesión y el resto he llegado hasta el final con la nariz tapada ya que ponerse una venda en los ojos no era lo más recomendable, por razones evidentes. Empecemos:
1. Pearl Harbor (2001)
Esta es una película que se hizo por y para los militares del Pentágono, con supervisión directa, en el rodaje, del Departamento de Defensa. Destinada, principalmente, intuyo, a fagocitar el patrioterismo fácil entre el ciudadano medio consumidor de Macdonald’s, la Superbowl y la NBA. Dicen que Pearl Harbor fue una de las primeras falsas banderas. No he puesto especial interés en estudiar esta cuestión así que no voy a opinar o montar una conspiración alegremente sobre si hubo o no “false flag”, ni tampoco, obviamente, sobre sus supuestas “cualidades” cinematográficas, que las desconozco, ni es mi objetivo aquí describirlas, puesto que, fundamentalmente, de lo que se trata es de destripar su carácter político-panfletario-propagandístico que, sin, repito, haberla echado un vistazo, es lo que pinta.
2. The sum of all Fears (La suma de todos los miedos o Pánico Nuclear, 2002)
Este film sería una demostración de cómo el Pentágono y la CIA pueden manejar y teledirigir a su antojo un guión en Hollywood. Aunque esta vez tuvieron a su escritor ultra favorito, Tom Clancy, para adaptarla libremente ya que éste había retratado originalmente en su novela a los siempre “odiosos” comunistas (el maccarthismo es siempre un fantasma altamente rentable), a unos palestinos de Hamás que trabajaban conjuntamente con Al-CIA-eda para, al parecer, montar un pollo en Denver (EEUU) y hasta algún renegado indígena americano sioux. Un cóctel de fascismo ideal para el patán medio americano, al que proporcionar un engendro con palomitas y Patriot Act. Pero el guión se reelaboró y se sustituyeron los “terroristas” favoritos de Hollywood (árabes y comunistas) por un despistado neonazi, algo que no hizo nada de gracia a los espectadores ultraconservadores norteamericanos que querían fidelidad a la obra escrita y no lo que ellos denominaban “sacrificio de la obra original en aras de la corrección política”. Tiene su guasa…pero esos criterios “correctores” fueron solamente de oportunidad política en el país que más brutalmente ha demonizado a los musulmanes. El avispero político anti-árabe lo azuzaron con el 11-s un año antes y simplemente, en el cine, dejaron la criminalización en “stand-by”. Con todo el resultado es, al parecer, una obra cien por cien propaganda imperial.
El autor del blog de referencia dice que la sumisión de la película al Pentágono fue el precio a pagar por utilizar los abundantes “juguetes” bélicos que proporcionó a este film el ejército norteamericano. El actor protagonista, Ben Affleck, parece ser que es el niño mimado de la CIA ya que en esta película (al igual que en Argo) interpreta a un agente de esa organización. Nada tendría de particular, lo de encasillarse en un personaje, si no fuera porque la afinidad de Affleck con la CIA ha ido más allá de una pantalla de cine ya que incluso fue a visitar las instalaciones de la Agencia en Langley, en “tour” personal acompañado del entonces jefe de la banda, George Tenet. Morgan Freeman es de suponer que saldría airoso del pastiche y daría vuelta y media al mediocre Affleck.
3. United 93 (2006)
Predecible e infame propaganda de la versión oficial del 11-s, estrenada incluso de forma oportunista cuando se estaba produciendo el juicio contra un chivo expiatorio del 11-s, Zacarias Moussaoui, el presunto vigésimo secuestrador que se sacaron de la chistera los perpetradores de la fabulada y criminal opereta bufa de tan infausta fecha. United 93 es el nombre del vuelo (el cuarto avión) que dicen se “estrelló” en una zona boscosa de Shanksville (Pennsylvania) pero que, en realidad, fue detectado (poco después de «estrellarse») en el espacio aéreo de Indiana e Illinois gracias a la información proporcionada (indirectamente) por los Acars (registros liberados del FOIA) del despachador terrestre Ed Ballinger. La realidad de lo ocurrido en Pennysilvania se redujo, muy probablemente, a que un caza del ejército norteamericano se encargó de hacer un boquete en la tierra mediante un misíl en las afueras de la mencionada población de Shanksville. El que quiera saber más sobre esta cuestión puede pasarse por las entradas del 11-s, de aquí mismo.
United 93 es un fraude hecho a mayor gloria de la versión oficial y los conspiradores. La película busca el recurso fácil, simplista y artificioso de impactar al espectador con el impostado y fabricado “heroísmo” de los pasajeros, antes que poner sobre la mesa cualquier elemento “crítico” con la versión oficial. El objetivo: inocular lo que fue un engaño de principio a fin adornado con recursos cinematográficos de película de entretenimiento. La Comisión Oficial del 11-s y los ejecutores del autoatentado debieron estar especialmente satisfechos y agradecidos con Greengrass
4. En tierra hostil (2008)
La guerra-agresión de EEUU y sus aliados de la OTAN contra Irak ha sido trasladada, en los últimos años, al cine de Hollywood como vehículo de propaganda en favor del intervencionismo militar de EEUU en diversas partes del mundo. Esta En Tierra Hostil ha sido una de esas deleznables operaciones de manipulación ideológica y justificación de la “guerra” por parte del imperio, en donde la directora (Kathryn Bigelow) se recrea a gusto con un guión fabricado enteramente por la CIA, a pesar de que, según dicen, no fue muy del agrado del Pentágono, ya que la bulimia compulsiva de los halcones militares del Departamento de Defensa exigía en pantalla “algo más de ardor guerrero”.
La síntesis de este libelo militarista la proporciona el autor del blog, Jon Reynolds, quién señala su carácter ferozmente propagandístico. Dice que en el mundo de las películas de propaganda de Hollywood, cuando fuerzas extranjeras atacan a los Estados Unidos son descritas como bárbaros salvajes que se lanzan en paracaídas sobre las escuelas y abren fuego contra los estudiantes. Aquí, además de la demonización colectiva ejercida sobre todo un pueblo, se invisibilizó, muy calculadamente, el millón y medio de muertos iraquíes ocasionados por el embargo y posterior invasión estadounidense, además de no reflejar el sadismo torturador de los marines «usanos» contra miles de personas inocentes e indefensas.
La perspectiva deliberadamente miope de Bigelow consiste en verlo todo bajo el prisma americano que, normalmente, suele ser profundamente maniqueo cuando se trata de glorificar a sus huestes de las barras y estrellas. Suficiente pecado y crimen para considerar a esta En Tierra Hostil como la plena justificación de un genocidio masivo en el que los americanos son retratados poco menos que como víctimas y no como lo que deberían haber sido: verdugos equiparables a la barbarie nacionalsocialista desatada en el frente oriental de Europa durante la II Guerra Mundial. Estas «justificadas aventuritas» del imperio ya se sabe que son unas cosas tan patriotas y oscarizables….
5. Iron Man (El hombre de Hierro, 2008)
Se pregunta Jon Reynolds ¿Qué demonios está haciendo en esta lista Iron Man? Así es, una adaptación cinematográfica de un cómic de la serie Marvel parece una cosa ciertamente “superficial y aséptica” y, de partida, sin carga política para un consumidor que no busca ir más allá de visualizar en el cine un tebeo de “superhéroes”. Pero nuestro autor nos refresca la memoria sobre cuál fue el pasado de este personaje herrumbroso. El Hombre de Hierro fue, en origen, novelado (años sesenta) como un personaje anticomunista que servía a los propósitos de la guerra fría pero ha sido readaptado en esta película al fenómeno del “terrorismo” global, esa engañifa patrocinada, como es bien sabido, por EEUU-Europa-Israel. Si uno leía en el pasado infantil cómics de Marvel sin esa carga ideológica subyacente, ahora lo más lógico es que te parezcan una cosa bastante infumable y no digamos sus versiones adaptadas al cine, como ha sido el caso. Son las cosas de ir creciendo y tal..
Este Iron Man (Tony Stark, hombre de negocios en la ficción del cómic, interpretado por Robert Downey Jr) es una pieza más de propaganda del imperialismo americano que el blogger Reynolds apunta en una cita del crítico Robert Ebert: Iron Man es un superhéroe capitalista para quien la guerra es un buen negocio, y cuyo interés es garantizar que ese “negocio” siga funcionando ya que la guerra será siempre el mejor activo posible para lucrarse. Como la vida misma trasladada al complejo militar-industrial. Y es que, digo yo, los héroes de chatarra, cartón-piedra, plastilina y demás super-hombres americanos de Marvel-CIA pueden con todo (incluido el “comunismo”) y además son rentables asesinos a sueldo de Wall Street. Desde luego, no iban a ser aliados del NKVD, pero uno esperaba algo más de “neutralidad” cinematográfica. Algo así como un James Bond (la entrada que seguirá) luchando contra Spectra y su gatito persa (construido, solapadamente, todo hay que decirlo, como la encarnación de la maldad “comunista”).
En definitiva, Iron Man, además de aburrirme hasta el bostezo, rezuma el mensaje de siempre de los EEUU: somos los mejores (hasta que nuestros superhéroes de papel de fumar, los reales, salen escaldados de lugares como Vietnam). A la hora de la verdad, son los mejores en su propio país: disparando afroamericanos por la espalda.
Continuará…
muy interesante.
Siempre me ha parecido muy curioso como no solo en las películas de Hollywood, ya que también aparecen las series y hasta en dibujos animados para adultos, se suelen dejar pinceladas sobre temas relacionados con los servicios secretos o proyectos del pentagono/DARPA.
Obviamente los guionistas/productores deben ester muy bien informados y lo más lógico es que tengan a asesores de las propias fuerzas de seguridad de los Estados Unidos (y con el beneplacito/cooperación de éstos mismos).
Me gustaMe gusta