La Sinfonía Doble Cero de Anton Bruckner

 

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Todo melómano seguidor del arte sinfónico bruckneriano sabe que el maestro austríaco Anton Bruckner (1824-1896) compuso nueve sinfonías, llamémosle “oficiales” más otras dos con la curiosa numeración de Cero y Doble cero. Digo curiosa porque nunca fue habitual esta notación en los compositores del repertorio sinfónico, desde el período clásico hasta el contemporáneo. Sea como fuere Anton Bruckner compuso la sinfonía doble cero como una especie de preparación de lo que sería su magna arquitectura sinfónica posterior. Llamada de “Estudio” fue desechada en su momento por Bruckner ya que no le debió parecer muy digna. Lo cierto es que, sin ser un monumento musical ni mucho menos excepcional, si contiene elementos sonoros del romanticismo alemán (Schumann o Mendelssohn) que la hacen digna de tener en consideración.

Y sí de una versión hay que hablar como referente a la hora de escuchar esta “estudiantil” sinfonía es la que hizo un director no muy conocido: Georg Tintner al frente de la Royal National Scottish Orchestra dentro de su aplaudido, moderadamente, ciclo sinfónico bruckneriano para el sello Naxos, del que adquirí en su día la integral completa…y de la que guardo buenas sensaciones, sin que ello suponga escuchar en manos de Tintner un ejercicio superlativo de magisterio bruckneriano. En cualquier caso, es un ciclo que brilla, en general, por la claridad de líneas, solidez, entrega, fidelidad y ejemplar visión cosmogónica del director austríaco. Por supuesto no todas las versiones tienen idéntico nivel interpretativo (destacaría por encima la Cero, Doble cero, Segunda, Tercera, Cuarta, Séptima y Octava).

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En esta Doble Cero Tintner se mueve como pez en el agua en lo que fue uno de sus últimos testamentos discográficos ya que, desgraciadamente, Tintner se suicidó a los 82 años después de batallar durante seis años contra un cáncer. De una obra aparentemente menor el director vienés saca un buen partido dejando una de las mejores versiones posibles en el mercado sino la mejor (superior a la de Inbal y su Sinfónica de la Radio de Frankfurt). El cuidado control rítmico del primer movimiento, de texturas transparentes, da paso a un Andante resuelto con exquisita corrección y vehemente calidez. En el Tercer movimiento se advierten ya los aspectos estilísticos que iban a marcar el punto de inflexión en los “scherzos” del resto de las sinfonías de Bruckner. El Finale (que para nada es el movimiento más “débil”, según Tintner) es resuelto mediante un enfoque apropiado, esto es, sin grandes adensamientos sonoros y con la efusividad que se presupone en la coda final.

Se añade como complemento a la doble cero un Finale alternativo a la Sinfonía noº 4 ‘Romántica’, uno de los muchos experimentos que hizo Bruckner en su vida con sus trabajos sinfónicos, revisados casi hasta la saciedad (editados posteriormente por musicólogos como Robert Haas o Leopold Nowak) por las continuas “dudas” del autor a la hora de dar forma definitiva a su edificio sonoro. El mencionado Finale alternativo es igualmente magnífico.

Está claro que para ejecutar el denso e imponente universo sinfónico de Bruckner se necesita una orquesta con ciertas garantías. La Royal Scottisth no es que sea la majestuosidad sonora personificada, ni mucho menos; le falta un plus para moverse entre las grandes en este repertorio (léase, Concertgebow de Amsterdam o las Filarmónicas de Viena y Berlín). No obstante, es digno de aplauso como ha resuelto el escollo bruckneriano, es decir, de forma excelente. Un magnífico trabajo de Georg Tintner que se complementa con el resto de sinfonías, todas de buena factura. En serie económica…que más se puede pedir.

 

Dos fragmentos de los dos últimos movimientos de esta Sinfonía Doble Cero de Anton Bruckner, con Tintner y la RSNO

 

3. Scherzo. Schnell

 

4. Finale. Allegro

Un Comentario

  1. plared

    Sin ser un experto y ya que veo que si lo sois vosotros. Dire que la que mas me gusta es precisamente la que parece que a ti no. La tercera la que dedico a Wagner que según creo fue un fracaso absoluto en su estreno y ha conocido múltiples versiones. De las que me quedo con la ultima sin ninguna duda. Cuidate

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    • uraniaenberlin

      Experto….no mucho, sinceramente, pero gracias. Y…así es…hasta el propio Wagner no le debió hacer ninguna «gracia» la Tercera de Bruckner, a pesar de la dedicatoria. Una obra, la Tercera, que ha ganado con el tiempo (con las ediciones Haas o Nowak, me da igual) y para mí se sitúa entre las más importantes del compositor austríaco. Y de las más «escuchables» para los «alérgicos» a Bruckner, al menos bastante más que otras que les siguieron (4ª y la «repetitiva» y contrapuntística 5ª…e incluso la Sexta). La Novena que citas no sé si será la mejor. Quizás porque es inconclusa y le falta ese esperado Finale yo me quedaría con la Octava…aunque casi diría que la Novena tiene algo especial que no tiene la precedente, con un sabor a trágica despedida…Es tremendo el Feierlich inicial y no digamos el Scherzo y Adagio final…

      Saludos y cuídate

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  2. luciérnaga rebelde

    Para mi entender el que más profundizó en Bruckner era Sergiu Celibidache. Ha logrado dar una legibilidad y claridad a lo que parece a primera vista un magma poco digesto que es propiamente pasmante. Suerte que existe youtube donde puede encontrar bastantes ejemplos de su manera de entender la música: fascinante! Existe -o existía- una edición completa de las sinfonías, pero no logré encontrarla. Se ve que se retiró del mercado: historias de herederos?

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    • uraniaenberlin

      Parece que existe un amplio consenso para definir a Celibidache como el pope entre los popes brucknerianos. Sigo prefiriendo, en Bruckner, antes que a este canonizado y venerado maestro, a otros directores que, en mi opinión, me dijeron más que las mistificadas, eternas y (lo siento) a veces soporíferas versiones del rumano. Y no hablo de ciclos completos, porque es muy difícil encontrar alguno que sea «redondo». Me quedaría, a bote pronto, con el incompleto (no hay sinfonías 1 y 2 y menos las «cero») que grabó Herbert Kegel con la Sinfónica de la Radio de Leipzig en los años setenta. Con todas sus imperfecciones (del directo, sobre todo), las urgencias en los tempi (Novena) y una orquesta un poco inferior a las grandes, pero cumpliendo como un reloj suizo. Luego hay miles de versiones sueltas igualmente interesantes y mejores que las de Celibidache (cuya orquesta de Munich tampoco es que fuese superlativa). Me refiero a Karajan (Octava con Viena, 1979), Svetlanov (Octava y Novena, con la Sinfónica de la URSS y la Radio de Suecia), el inencontrable Gúller con una orquesta semiprofesional (Orquesta Juvenil del Sur de Alemania, Novena) Suitner (Octava, Staatskapelle de Berlin), Sanderling (Tercera, Gewandaus Leipzing) y un largo etc…Celibidache es la verdad «bruckneriana» para muchos, pero para mí es moroso, cuando no mortecino, y perjudica muchos aspectos de las sinfonías de Bruckner (movimientos extremos)

      Lo de la edición completa de las sinfonías de Bruckner…no sé a qué te refieres, si a la grabación en video del rumano o las que grabó en estudio..

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      • luciérnaga rebelde

        Yo no soy fan de Bruckner, pero lo estimo mucho: no soporto ni Mahler, ni Wagner (aparte evidentemente algunas obras muy bonitas) por «geschwätzig». Bruckner corre este riesgo si está mal interpretado, y no lo es, sino «breit ausladend», lo cual necesita otros tempi que los de los directores y orchestas que miden el tiempo. Además -y yo no soy religiosa para nada- Bruckner es profundamente religioso.
        Esto dicho te cuento: tuve la enorme suerte de escuchar en París a Celibidache con su orchesta de Munich, no me acuerdo ya en cual de las tardías sinfonías. Salí de allí borracha, dando tumbos de la tan profunda impresión -en el real sentido de la palabra- que sentí. No sabía nada de Celibidache sino que un amigo músico me había dicho un día que si tuviera ocasión que vaya absolutamente.
        Tenía ya en aquel momento unas versiones de Eugen Jochum con la Philharmonia de Berlín. Me gustaban, pero no tenía que ver con lo que recibí en aquel concierto. Y es cuando entendí el porqué Celibidache se negaba rotundamente a grabar discos: esta dinámica que desarrolla él no pasaba, por lo menos en disco analógico. Pero sí, grabó esta edición completa directamente para CD a finales de su vida…
        Voilá

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        • uraniaenberlin

          Entonces algo más o menos te sucede como a mí. Mahler y Wagner son los paradigmas de cómo hacer música revolucionaria en muchos aspectos (Wagner, sobre todo) pero a mí me siguen sin dar «vidilla» sonora…A Mahler le veo como un exceso de ampulosidad y pretenciosidad por todas las corcheas y semicorcheas de sus pentagramas. Es algo así como un Bruckner fallido. Ya lo dijo su mujer Alma: «él (Bruckner) puede y tú no». Sus sinfonías carecen del sentido unitario de las de Bruckner (lo digo por establecer paralelismos con obras mastodónticas similares), abunda la pedantería musical y extemporáneos-absurdos cambios de humor. Dicho lo cual, algunos Adagios de sus sinfonías merecen ser escuchados con verdadera atención y, a pesar de todo, hace unos años fui a un concierto en Amsterdam donde se programaba una única obra (su Tercera sinfonía). Sin salir dormido del todo (debido al frío que hacía en la sala) necesité desperazarme un buen rato.

          Yo tampoco soy religioso (todo lo contrario) y escucho a Bruckner más allá de la supuesta religiosidad de sus notas. Por eso el discurso de Celibidache me resulta tan místicazo y solemne que da la sensación de jugar a ser más papista que el Papa Bruckner. Que la Novena la dedicara al «buen Dios» no significa que todas sus obras sean metareligiosas..Me alegro de tu impresión sobre el amigo Celi…Probablemente sus conciertos en directo eran toda una experiencia sonora…no lo dudo. Del ciclo de Jochum con Berlin y luego Dresden…es otro entronizado bruckneriano que a mi tampoco me ha entusiasmado.

          Lo de Celibidache y su alergia a grabar…no era nada más que una pose de divo. Celibidache grabó desde que era joven, con la Filarmónica de Berlín, hasta sus últimos días. Que grabase poco o mucho es otro cantar. Pero grabar, grabó y bien, sobre todo a partir de los años sesenta. Recordar que registró un ciclo semicompleto de Bruckner con la Sinfónica de la Radio de Stuttgart y otro con la Filarmónica de Munich. Curiosamente, sin las dos primeras sinfonías.

          Saludos

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