Solo en la Noche…encadenado al pasado

John Hodiak y Nancy Guild en una escena de Solo en la Noche

                      John Hodiak y Nancy Guild en una escena de Solo en la Noche

Toca cura de desintoxicación etílico-política (momentánea) y…qué mejor que volver al casi olvidado cine “noir”. La verdad es que cuando abordé Solo en la noche (1946) de Joseph L. Mankiewicz no pensaba que éste  director se iba a desenvolver tan excepcionalmente bien en un género a veces tan difícil, sombrío, pesimista, melancólico, enrevesado y ambigüo como es el film noir. Pero sabiendo cuales fueron sus postreros trabajos (esta era su tercera entrega cinematográfica, tras la sabiamente construida El Castillo de Dragonwyck -con la eterna Gene Tierney- y la menos conocida Backfire) no me extrañó para nada que facturase una de las más estimulantes joyas “noir” de los cuarenta, no tan conocida como las grandes pero codeándose con ellas. Merecedora (creo yo) de situarse entre las obras superlativas de este género.

Algunas de las más bendecidas obras «noir» fueron rodadas en un período especialmente complicado en EEUU (en los años previos y posteriores a la conclusión de la  II Guerra mundial). Historias que giraban en algunos casos, directa o indirectamente, en torno al conflicto bélico recién terminado con veteranos de guerra que intentaban sobrevivir en un medio hostil rodeados de hampones y marrulleras rubias platino (Humphrey Bogart-Lizabeth Scott, Callejón sin Salida). Solo en la Noche se apoya en esta última temática, la excusa de la postguerra, para dar pie a la odisea de un ex soldado amnésico que anda recluido en un psiquiátrico de presencia más bien deprimente, casi lúgubre, que anda buscando rescatar su propia identidad, aferrada a un pasado traumático.

NANCY GUILD

                                   NANCY GUILD (SOLO EN LA NOCHE)

Cuando se habla de cine negro siempre aparece, de una u otra manera, un rompecabezas complejo, laberíntico que va transmitiendo una sensación permanente de claustrofobia o cierto hermetismo narrativo, lo que en esta película es, si acaso, más acendrada sobre todo debido a la complejidad interior de un personaje, el amnésico Taylor, extremadamente vulnerable, misterioso, pero también fascinante en su proyección psicológica interior. Solo en la noche reúne algunos de los códigos estéticos del género que han sido retratados de forma y manera magistral: una sempiterna atmósfera opresiva reflejada en las calles más angostas de San Francisco, cargando las tintas con una iluminación expresionista acorde con el ambiente nocturno que rodea a la película; paisajes urbanos de bajo perfil con sus opresivas sombras; luces apenas perceptibles que se transforman en claroscuros; edificios enjaulados en sus escaleras de incendios; callejones serpenteados, siempre dando la sensación de ser inhóspitos y, en ocasiones, sin salida. O, en fin, los inefables clubes nocturnos, ubicados en algún decadente sótano de la gran ciudad, antros donde solían recalar matones a sueldo de rostro siempre enfurruñado, gángsters sibaritas, alcohólicos perdedores, golfas de centavo y medio o sobrias cantantes de belleza iridiscente que llevaban encima la pátina de femmes fatales

hodiakguild

No resulta difícil sustraerse al encanto de este film noir con arquetipos y arquitecturas narrativas y visuales tan absorbentes como soberbiamente resueltas en su fisonomía dramática. Un buen ejemplo de esto último es la escena final de la película resuelta con un meritorio suspense. Solo en la Noche es, ante todo, una película de ritmo equilibrado y excelente construcción formal que tiene, en el capítulo actores, unas excelentes credenciales en las actuaciones del malogrado John Hodiak (fallecido prematuramente a los 41 años, en el año 1955) como el amnésico ex soldado Taylor, autocontenido en su papel y puliendo con lucimiento su personaje. Nancy Guild, en su primera aparición en el cine como la cantante Christy Smith realiza una soberbia composición cinematográfica. Su aspecto físico recuerda, para no variar, a Lauren Bacall (estética, pose, peinado) actriz cuya sombra es alargada. Pero Guild saca a flote su personaje y tiene el suficiente carisma y glamour para brillar con luz propia. Richard Conte, fue uno de los los actores más eficientes en los años cuarenta y cincuenta, con algún que otro papel principal (por ejemplo, en la irregular Mercado de Ladrones, de Jules Dassin). Aquí realiza una buena actuación pero el enfoque psicológico de su personaje no llega a ser satisfactorio del todo siendo ligeramente inferior al del detective Kendall, encarnado por el sobrio Lloyd Nolan. Otro excelente plato de cine negro para degustar reposadamente. 

  1. plared

    Otra de las grandes olvidadas donde se hace un uso de las sombras impresionante. Juegos de luces tenues que resaltan multitud de escenas. Grande la película que tiene la desgracia e englobarse en un genero donde las sublimes abundan.

    En cuanto al director que decir. Cualquier genero lo domina, aunque cuando lo prefiero es dirigiendo a mujeres a poder ser de esas de caracter tormentoso….Ahí lo borda. A cuidarse

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    • uraniaenberlin

      Mankiewicz casi hizo oro cinematográfico todo lo que tocó…Y esta gema olvidada del noir…está ahí, en lo más alto, a pesar de esas grandes que implícitamente mencionas pero que dudo mucho que le hagan sombra…si acaso alguna tenue luz

      Saludos y re-bienvenido

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  2. altaicaaltaica

    Pues querido amigo, no sé si tú más o y más, o yo menos y tú más, pues yo llevo un año no solo olvidable, sencillamente dramático. Pero no es cuestión de entrar en detalle, pero créeme si te digo que lo mío es prácticamente insuperable. No obstante, en ese caos en el que nos encontramos, tan solo espero y deseo que ambos dos nos veamos en tesituras inminentes mejores. Un fortísimo abrazo y ya sabes que para lo que yo te haga falta, tan solo lo hablamos. Lo digo de corazón, pues ya llevamos juntos más de una década. Cuídate maestro.

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  3. altaicaaltaica

    Espléndida crónica de una olvidada y excepcional película de género, que como bien indicas, no ha sido suficientemente valorada. De un Joseph L. Mankiewicz que se configura como un prestidigitador único e intransferible, capaz de dejarnos algunas de las mejores películas de la historia del cine, grande entre los grandes, pues ésta que nos ocupa, más su ópera prima oficial, en unión de ese ramillete prodigioso como «El fantasma y la señora Muir», una de las más hermosas historias de amor atmosférico jamás filmadas; «Carta a tres esposas,», uno guión sublime para una película magistral; «Eva al desnudo», la palabra en el cine, el guión en el cine, el cine en el teatro, el cine dentro del cine, y el cine en estado puro; «Operación Cicerón», notabilísima y olvidada; «Julio César», muy buena pese a su inevitable servidumbre teatral; «La condesa descalza», inabarcable obra maestra; «Ellos y ellas», pese a mi desprecio injusto a los musicales, uno de mis favoritos, ¿por él?; y…, ¿opinamos sobre el resto? Un genio aún dormido y a la altura de los más grandes. Para mi un cineasta excepcional, culto, refinado, exquisito, único, formidable, certero, inteligente, magistral… Un fortísimo abrazo y un retorno cinéfilo como era de esperar. Siempre te he considerado uno de los grandes.

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    • uraniaenberlin

      De Mankiewicz lo has dicho todo, así que sobran las palabras…Gracias de nuevo por tu aporte e inmerecidos elogios y saludos desde el dique seco…Te escribo forzado ya que estoy averiado y con problemas familiares, también de salud, que nunca se solventan…Así que no retornaré al blog en días…o meses…ya se verá…o no.

      saludos

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