Cuando algo es hiper excesivo, por ejemplo abrumadoras concentraciones festivas de personal, entiendo que no puede ser bueno ni tampoco demasiado divertido. Más al contrario, a mí me resulta muy incómodo y harto repelente. Como también es pasto del exceso, hablando ya directamente del festejo sanferminero, el ir disfrazado todo dios, mecánicamente como autómatas, cada día de rojo y blanco. Me parece una horterez aldeana tan demasiado típica y previsible como arcaizante. Una ciudad, Pamplona, que huele a mierda a diario (alcohol, orines y caquitas en cada esquina) no es tampoco algo que pueda llenar a uno de gozo y resulte admisible porque debe prevalecer, por encima de todo, la tradición (al final, guarra). Si a ello unimos el habitual maltrato taurino que «reparten» esos mozo cavernícola-borregos en los llamados encierros (dejemos la miseria negocio de las corridas a un lado) no parece un cóctel ciertamente agradable, y menos la muerte de un animal “estresado” por culpa de animales con dos patas. Por otro lado, los “guiris” y demás ganado que provienen del “far west” americano o del país de los canguros aquí se atreven con todo porque saben que no les ocurrirá nada (al contrario que en sus países donde irían de cabeza a la trena a las primeras de cambio). Salvo que un toro les cornee donde más les duele que, vaya por dios, casi siempre se llevan merecidamente ese excelente regalito del animalico. Y todo por honrar a un monigote de feria que instituyó (o consolidó) el franquismo (viva sanfermin, gora san fermin, es el canto bobo integrista-festivo). Ateo práctico que es uno, enemigo de romerías y rituales festivos con trasfondo de incienso y sacristía.

Por otra parte, la politización que hacen, o intentan hacer, algunos de este sarao es algo que me parece irrelevante puesto que si no te gusta el conjunto de la “fiesta” no vas a darle importancia al circo que cada año montan los mozalbetes de la izquierda abertzale y la guardia de corps de los upn’s requetés. En la “transacción” de los setenta si estuvo justificada la movilización política contra los esbirros terroristas del franquismo puesto que el pucherazo de la “democraCIA” estaba en marcha y había que dejarse ver de cualquier manera. Y, bueno, ya sabemos que “demócratas” como Martín Villa, Fraga y compañía se cobraron alguna que otra víctima (el joven troskista Germán González en los sanfermines del 78).

Pero, para mí, la cuestión mollar es que esta verbenera sanferminera es agobiante, mastodóntica, hipertrófica. Es un coñazo inaguantable y odioso en todas sus vertientes. Una plaga langostina, colérica (que diría Bergamín) de la que hay que huir como de la peste.