Yo a Boston y tú al FBI

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Como aclaración previa decir que el título de esta entrada es una parodia de una película americana sesentera, de argumento tirando a infantiloide, rodada en clave de comedia titulada Tú a Boston y yo a California. Una mala película aunque no tanto como lo sucedido en la maratón de Boston hace unas semanas, que sí tenía mucho de película (real) aunque no, precisamente, mucha gracia. ¿Toca otra de conspiraciones? La verdad es que los vientos soplan desafortunadamente en esa dirección. No tenía una idea muy clara al respecto de lo sucedido en Boston días atrás, donde tres personas murieron como consecuencia de la explosión de dos bombas colocadas entre el público por unos presuntos “terroristas” de origen checheno. Pasada la apisonadora informativa (o, para ser más exactos, manipuladora) de Falsimedia lo más confortable sería tragarse por un embudo toda la versión oficial y quedarse en paz, pero en este caso hay que volver a pasar, me temo, de nuevo, por el atril de las conspiraciones y ejecutar la partitura de una más que presumible falsa bandera.

Lo cierto, es que a fuerza de que algunos piensen que asumiendo la tesis contraria a la comúnmente admitida por los papagayos de los falsimedios estás en la órbita de los “conspiralocos”, lo más razonable sigue siendo dudar en esta nueva y lamentable chapuza terrorista. Transcurrido, pues, un tiempo prudencial  del shock producido por el atentado de Boston, éste me olía, de nuevo, a mierda, a montaje-trampa del FBI, a otra farsa sangrienta escenificada (como las de Oklahoma, Torres Gemelas y 11-s) como una estrategia de tensión para seguir ajustando cuentas con las formales libertades públicas estadounidenses y, por extensión, con las del resto del mundo. Aunque tampoco era cuestión de lanzarse a la piscina así como así, ni asumir, de principio, las tesis de showman baratos como Alex Jones quien dijo, nada más explotar las bombas, que lo ocurrido en maratón bostoniano era un atentado de falsa bandera. Estuviese en lo cierto, Jones  es…lo que es, un espabiladillo que vive del cuento de fabular (por conveniencia) grandes tramas políticas, esotéricas y ufólogas en USA y en el resto del mundo. Un notorio publicista de las pseudociencias, de hábil verborrea, muy cinematográfica, pero también muy desinformativa. Prefiero seguir, en este asunto, otros hilos de personajes que inclusive no siendo partidarios de las “teorías de la conspiración” (Dave Lindorff, Algo huele a podrido en Boston) intentan aclarar algunos de los muchos puntos negros de aquel día. Lo que sí queda claro es que a EEUU, de partida, ya no hay quien le crea nada de lo que dice, porque en los últimos años o decenios están acostumbrados sus dirigentes y mercenarios a mentir, falsear, tergiversar, trucar, estafar…, en definitiva, a engañar a la opinión pública con tal de conseguir sus abyectos propósitos. Hay que refutarle, eso sí, sus mentiras con argumentos e hipótesis razonables, no con la verborrea de creyentes en ovnis.

La esquizofrenia política en que está inmersa la clase dirigente norteamericana en lo relativo al control policial sobre sus ciudadanos lo demuestra el hecho de que para la captura de un solo hombre (un “vulgar” estudiante de 19 años de origen checheno) se movilizaran nada menos que nueve mil policías, parafernalia SWAT incluida, en una exorbitante demostración de fuerza, coacción y miedo contra la población. Como bien señala el analista Michel Chossudovsy, se empezó a forjar de inmediato una leyenda negra con el correspondiente tufo a fraude: “la conexión chechena”. El terrorismo separatista que golpea a la Federación Rusa de Putin desde hace años, se trasladó a Boston por arte de birlibirloque de la mano de dos estudiantes de la Universidad de Massachusets: los hermanos “musulmanes” Tsarnaev que, sin ninguna evidencia que lo demostrase, ya tenían el perfil inmediato de dos peligrosos fundamentalistas venidos de Chechenia. Para completar el esperpento simiesco nos hablaron de una “ración” de antrax con destino a la Casa Blanca aparecida poco después de lo de Boston, como tosca continuación de la película del atentado. ¿Nos encontramos con otro “casus belli” similar al que motivó el 11-s para seguir estrechando todavía más el cerco policial y militar sobre los ciudadanos de EEUU y del Mundo?

Desde la misma consumación del atentado todo ha sido rocambolesco, disparatado, fraudulento y con un poso de engañifa verdaderamente escandaloso: uno de los hermanos Tsarnaev, el fallecido Tamerlan, trabajaba en una pizzería y su mujer de modesta auxiliar sanitaria; sin embargo Tamerlan llevaba siempre encima ropa de marca y conducía un coche de alta gama (Mercedes Benz). Según los últimos datos disponibles, el pájaro Tamerlan era todo un recadero de lujo del FBI, un chivato utilizado como comodín por la agencia federal, en su doble papel de infiltrado y «vigilado». Dzhokhar, el otro hermano, aparece en una foto huyendo del escenario del atentado con la mochila que supuestamente había dejado atrás para que explotara en medio de la multitud; el FBI, la policía de Boston y la Guardia Nacional consiguieron, en tiempo récord (pocas horas) blindar una ciudad de un millón de personas sin plan previo alguno; por primera vez en la historia, en la Maratón de Bostón había un verdadero ejército de seguridad privada; uno de los miembros de esta empresa de seguridad privada, Craft International, aparece con una mochila idéntica a la del “terrorista” Tsarnaev y luego se le ve huyendo sin ella; el FBI, paradójicamente, tenía controlados todos los movimientos de los Tsarnaev e incluso, según el testimonio de su madre y otros familiares, habían ido a su casa a hablarle sobre la supuesta peligrosidad de su hijo Tamerlan y de que ambos habían sido objeto de amenazas y acoso continuo por los federales. Queda el sucio tiroteo de la muerte-asesinato de Tamerlan (al estilo del mejor salvaje Oeste) y el intento de hacer lo mismo con su hermano, que no va a correr mejor suerte quedando vivo. Dave Lindorff se pregunta con razón:

¿Por qué resulta inquietante todo esto? Porque una y otra vez, cuando las tramas terroristas se “interrumpen” y se arresta a los supuestos terroristas, resulta que son unos incautos ineptos a los que provocadores del FBI han dirigido hasta sus “complots”. Por tanto, ¿acaso este horrendo atentado fue otra de la larga cadena de operaciones encubiertas del FBI que quizá salió mal? O peor aún, ¿fue esto en realidad, como los padres de los Tsarnaev, ahora divorciados y viviendo por separado en Daguestán, están sugiriendo, un montaje de “bandera falsa” de las agencias de inteligencia estadounidenses?

Una vez más aparece en escena el FBI actuando como lo que es, una banda del crimen organizado gran especialista en orquestar atentados de falsa bandera en territorio estadounidense, esta vez moviendo los hilos de una conspiración de origen chechena para dar carta de credibilidad a la ejecución de la farsa bostoniana. Las evidencias históricas están ahí y no hace falta recordarlas. Pero, por si acaso, James Corbett, del Global Research, nos lo recuerda: “Las evidencias muestran que toda trama terrorista en suelo americano en los ultimos 10 años ha sido fomentada, financiada y equipada por una organizacion: el FBI”. En los últimos diez años, no. En los últimos veinte, diría yo. Porque hay que irse más atrás en el tiempo y señalar los atentados contra las Torres gemelas de 1993, el de Oklahoma en 1995 y, por supuesto, el 11-s. En Boston se ha reeditado toda la tramoya a que nos tiene acostumbrados el FBI: los supuestos planificadores de la “false flag” posteriormente son los dueños absolutos para investigar el caso, para proceder a la destrucción de pruebas y para, en definitiva, proporcionar un manto de falsedades sobre los sucesos de Boston. Más claro…el agua hirviendo que deja caer Lindorff  sobre este tema: “Teniendo en cuenta el largo y perverso historial del FBI a la hora de orquestar y financiar complots terroristas a partir del 11 de septiembre de 2001, para poder después explotarlos tanto para pulir su propia imagen como para aterrorizar a la gente, la última organización que debería encargarse de interrogar a Dzhokhar Tsarnaev en el hospital, y de investigar todo lo relativo al atentado, es el FBI”.

AlQaeda-Afganistán, yihadistas en Chechenia, CIA…esos “extraños” compañeros de viaje

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Ronald Reagan reunido con representantes de AlQaeda en el despacho de la Casa Blanca, en los años 80. Ni es un fake, ni lo será.

Desde la lejana y artificial guerra de Afganistán en los ochenta, una de las prioridades de EEUU ha sido utilizar el terrorismo islámico-extremista como falsa bandera de sus intereses para cercar, tanto a su clásico aunque más difuminado enemigo Rusia (antes la URSS) como para hacer implosionar regímenes que, todavía, no están a sus órdenes. Reagan, en los años ochenta, fue quien impulsó la ayuda militar y financiera a los yihadistas de AlQaeda en Afganistán, mientras que la parte operativa, de reclutamiento y de entrenamiento corrió a cargo de la CIA y el Pentágono (como afirmaba Steve Coll en el Washington Post de 19 de julio del 92). ¿Pero es factible pensar en la reedición de unos vínculos USA-terrorismo islámico de la mano de la insurgencia chechena? Los intereses estratégicos de EEUU siguen siendo los mismos que entonces: desestabilizar la región del Este europeo con movimientos de tinte aparentemente “pacífico”: roboluciones de “colores” en Ucrania, monigotes de feria en Georgia (Sakhasvili) o activando el terrorismo en la región autónoma rusa de Chechenia con el decidido apoyo de la monarquía feudal de Arabia Saudí (la que realmente propugna la implantación del salafismo y la “sharia” islámica y que el terrorismo checheno ha aplicado en los territorios por él controlados) o de los mismos servicios de inteligencia pakistaníes (el ISI). Al mismo tiempo, abre nuevos frentes hostiles en Irán, Corea del Norte o el Oriente Medio (“primaveras árabes”) en unión de su siervos Israel y la UE.

Por tanto, hay una evidencia incontrovertible: AlQaeda y la milicia terrorista islámica chechena son parte de operaciones de la  inteligencia estadounidense y las similitudes son demasiado evidentes (ejemplos: 11-s y Boston, a distinto nivel de masacre, eso sí). El objetivo checheno de Washington se ajusta a los parámetros de su política exterior: tratar de minar a su enemigo soviético de antaño y provocar la desestabilización en Rusia para colocar sus peones a conveniencia. La campaña de demonización-retroalimentación del “satán” musulmán no es nueva. El enemigo soviético (el comunismo, en definitiva) ha dado paso a otro adversario más dúctil y menos directo para el imperio: el islámico, con el que ha jugado a dos bandas; a saber, como cruzada para usarlo como “falsa bandera”, engañosamente en su contra y mediante atentados terroristas contra intereses norteamericanos y, por otra parte, en su favor utilizando a la carta a guerrillas yihadistas para asegurarse intereses petrolíferos y geoestratégicos en determinadas partes del planeta (Libia, Siria..). De este modo, blinda el Estado policíaco en USA, intimida a sus ciudadanos con el terror policial  y controla a la disidencia interior, mientras que en el exterior promueve la subversión, el terrorismo, las torturas y los asesinatos a través de sus marionetas políticas y sus aparatos de inteligencia.

  1. plared

    Hoy en día todo es un baile…De mascaras…. Por lo que uno por mas datos que consiga, que sepa o que intuya. Nunca sabrá en realidad que esta pasando. Huelen tan mal los enemigos del imperio, como el imperio en si…

    En fin en la era de la información, en realidad todo es precisamente lo contrario…. Desinformación y presiento que los encargados de ella, ya sean por parte de los oficialistas como de los contrarios, están mejor valorados y cotizados que los encargados de informar en si….Un tango y como tal, triste como un arrabal que es en lo que se esta convirtiendo todo. Cuidate

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    • uraniaenberlin

      De máscaras y enigmas, como decía la canción de Alphaville (los españoles). La cuestión, plared, es jugar coherentemente con los datos. No hacer una tortilla de conspiraciones sin ton ni son…Yo creo que a EEUU le sentó fatal que inventaran esto de Internet..Sobre todo en USA. Ahora mucha gente allí ya no lee en exclusiva el NYT, la biblia de la desinformación en yankilandia, sino que se atreve a pensar por cuenta propia (dejando de lado a los «showman» conspiratontos) y se cuestiona todo deconstruyendo hábilmente muchas mentiras del imperio.

      Saludos

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