La Caída de la Casa Usher: buscando a Edgar Allan Poe en el infierno

Vincent Price
Nunca he sido un fan del llamado cine de “terror”, ni me ha resultado especialmente llamativo dentro de la gran variedad de géneros disponibles en el mundo del celuloide. Ello no ha sido obstáculo para que me haya quitado el sombrero ante un puñado de sobresalientes producciones cinematográficas realizadas sobre esta temática, incluyendo en las mismas a actores tan míticos como Boris Karloff, Bela Lugosi, Peter Lorre o Vincent Price. Indiscutiblemente, mis preferencias han ido hacia aquellas películas realizadas en el período que abarca de los años 40 a 60, dado que el cine digamos “moderno” me ha dejado, por lo general, indiferente, cuando no he pasado olímpicamente de él ya que he encontrado siempre, en exceso, demasiados subproductos de charcutería barata y sobredosis de diseño postizo. Roger Corman fue uno de esos directores llamados “de culto” que dirigió a finales de los cincuenta, pero sobre todo en los sesenta, un buen puñado de buenas y a veces excelentes películas de cine fantástico o de terror (dentro del llamado cine de serie B, es decir, producciones de bajo coste en la que participaban, básicamente, actores noveles). Sus incursiones más afortunadas fueron las adaptaciones que hizo de algunas de las obras literarias del gran escritor norteamericano Edgar Allan Poe. De este novelista, Corman plasmó en pantalla un total de ocho historias con el común denominador de una contrastada autenticidad cinematográfica y una fe incondicional en los cuentos novelados de Poe, empezando por esta La Caída de la Casa Usher (1960) y terminando por su última y fascinante La Tumba de Ligeia (1964). Corman, con un presupuesto más apañado del que habitualmente disponía para sus producciones, exprime inteligencia y una convicción absoluta a la hora de dirigir esta primera entrega, dando un eficaz pulso narrativo a la historia (se nota la mano maestra del lustroso guionista Richard Matheson) además de sacar buen partido a la sensibilidad lírica, a veces mórbida, a veces enfermiza, que emana del texto de Allan Poe.

Roger Corman (izq) y Vincent Price durante el rodaje de La Caída de la Casa Usher
La Caída de la Casa Usher es, en este aspecto, un relato sobre la sordidez de un personaje, Roderick Usher, interpretado magistralmente por el hercúleo y siempre convincente Vincent Price, el icono con el contó Corman para siete de sus ocho relatos cinematográficos. Price ya sabía lo que era meterse en la piel de un malvado psicópata en Los Crímenes del Museo de Cera (1953), meritoria película de André de Toth, o bien haciendo de elegante villano en El Castillo de Dragonwyck (1946), del casi infalible Joseph L. Mankiewicz, junto a la deslumbrante Gene Tierney. Vincent Price se hace aquí con el personaje de un renqueante aristócrata que anda confinado en su particular torre de marfil: un claustrofóbico castillo perdido en un lugar cualquiera. Le acompaña su misteriosa hermana, Madeline, que tampoco anda muy boyante de salud (papel encomendado a la actriz-modelo Myrna Fahey, que no alcanza los cotas interpretativas de su compañero de reparto, pero tampoco desentona). Entre medias, aparece en escena el pretendiente de Madeline, interpretado por Mark Damon, un actor que tuvo alguna proyección, pero cuya carrera declinó rápidamente hasta recalar en el spaghetti western más achacoso (recuerdo haber visto su nombre en algún “peplum” italiano o similar, cuando yo todavía era un crío). Damon, convence a medias en su caracterización del caballero galante Philip Winthrop, dando la sensación de que le falta aliento interpretativo y profundidad a su personaje.
En definitiva, en La Caída de la Casa Usher podemos encontrar todos los elementos que, de forma invariable, aparecen reflejados en las obras de Allan Poe: esto es, ambientación gótica decadente de apariencia fantasmagórica; seres destructivos de perfil atormentado; profusión de telarañas en galerías subterráneas opresivas; espíritus perturbadores de naturaleza diabólica; maldiciones ancestrales y agobiante atmósfera fúnebre…Una demostración de cómo se podía hacer buen cine con no demasiados medios, pero con un resultado fructífero en forma y contenido, sin efectismos superfluos. A destacar, adicionalmente, el brillante trabajo fotográfico de Floyd Crosby.
desde que tengo 12 o14 anos,que me hice fanatico del cine fantastico.vincent price me impacto por su talento y habilidad para el genero de comedia con eso tintes de personajes atormentados.sus cejas arqueadas son su principal sello.en el caso de boris karloff,su sola presencia y esa mirada profunda hicieron de el un mito.y quien supo adaptarse a los tiempos,cuando el terror era tomado mas en broma.hoy en dia el gore terror parece ser lo que mas gusta.yo prefiero lo de antes.chaney,karloff,price,lugosi viven aun!!
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Usted siempre me deja con la boca entre abierta, y los ojos llenos de admiración, Mi adorado Prometeo
Le dejo un beso de duendecilla
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Que recibo siempre como el mejor y más poético de los besos
Otro beso matinal para vos duende
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Razón tienes, que cosa mas mala eso de los chicos del maíz, pero en fin. Si en algun genero el cine ha perdido ha sido en este y en la comedia. Tanto en uno como en otro, practicamente la totalidad de las películas filmadas han derivado en productos para adolescentes descerebrados amantes de las tetas gordas y el gore mas brutal. Saludos
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De lo mejor de la supuesta serie b, en la que se engloba. Una película cuya estética, supera en mucho a su argumento. Como dices Price magnifico y una de las mejores adaptaciones de Poe para la pantalla. La considero una obra muy buena, digna de figurar en alguna entrada de esas de culto.
La fotografía esplendida y el ambiente logrado con tan escasos medios, impresionante. Con el añadido de que sugiere y apenas muestra, como debe de ser el buen cine de este genero. Algo que parece olvidarse ultimamente, viendo los bodrios que sacan. Muy buen recordatorio de una pelciula que creo que se incluyo en las que merecen ser conservadas por su valor cinematográfico o algo asi. Una especie de biblioteca visual que hicieron hace algunos años. Abrazos
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Yo creo que Corman hizo unas adaptaciones para el cine realmente buenas de las obras de Allan Poe (El Péndulo de la Muerte, Obsesión -aquí, para variar, con Ray Milland en lugar de Vincent Price-, La tumba de Ligeia). Cine de serie B…pero con actores de primera…cosa que no se puede decir de los endémicos bodrios de hoy en día. Sin ir mucho más allá, el otro día me dio por mirar de pasada (era en la tele) un petardazo vergonzante y lamentable de los ochenta como fue Los Chicos del Maíz (por aquello de establecer, es un decir, una comparativa entre cine B, aunque la del maíz se sale del diccionario..por la cola). No valía ni para zapping. Una de las cosas más horrendas (por risibles, aunque suene paradójico) de la historia del cine…
Un abrazo
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