Esmeralda la Zíngara, la seducción por el cine más auténtico
Esta obra maestra de 1939 debería llamarse con más propiedad El Jorobado de Notre Dame (que es la traducción original de The Hunchback of Notre Dame). Pero a alguien con no demasiadas luces le dio por poner el título en cuestión, que probablemente le pareció más glamouroso o, en fin, vaya usted a saber. Y es que como ha sucedido bastantes veces con los doblajes de antaño, falseando hasta en los títulos de crédito. Bien, la película es una adaptación novelada del gran Victor Hugo (Nuestra Señora de París) y el resultado se puede decir que fue excepcional. Baste afirmar que no ha existido, sin discusión alguna, otra versión mejor que le resista la comparación.
Esmeralda la Zíngara gira argumentalmente en torno a una jovencita húngara de belleza galáctica que se ve envuelta en un crimen que no comete en el París azotado por la brutal ignorancia endémica y oscurantista del siglo XV. Así pues, a la chica no le espera otra que el cadalso, siendo víctima propiciatoria de la intolerancia y fanatismo propagados por reyezuelos y clero (aquí un tanto dulcificado). Para que nada quede en el tintero recibirá, de propina, el escarnio de un populacho presto a reír las gracias de la Inquisición. Menos mal que por allí andaba Quasimodo, un tipo que no era Brad Pitt pero que se dejaba ver…y le echa un cable antes de que empiece a rodar la hermosa cabeza de la joven. Nuestro jorobado se pone manos a la obra, libra a la bella zíngara de un final previsible y la pone a salvo en una de las torres de la Catedral de Notre Dame. No iba a tener un romance con ella, obviamente, pero la bonhomía de Quasimodo quedaba fuera de toda duda a pesar de su atormentada vida interior y exterior (objeto a diario de mofa y befa por parte de la plebe parisina). Y es que bien sabía el pobre que no iba a pillar más allá de un resfriado. Con su concluyente carga socializadora y crítica contra los poderes dominantes, además de la magistral recreación de de cada uno de los estratos sociales de la Francia medieval, Esmeralda la Zíngara se convierte, por derecho propio, en una de las mejores películas de todos los tiempos.
Charles Laughton, como Quasimodo, está sencillamente perfecto en uno de los mejores papeles de su carrera, metiéndose en el personaje más allá de la epidermis. Menuda panoplia de registros tenía el orondo Laughton, de sombrerazo y medio..Nunca volverás a ver a alguien interpretar un papel con mayor convicción. Y qué decir de Maureen O’Hara (Esmeralda), que debutó en esta peli con diecinueve añitos. Maureen despliega a partes iguales fantasía, sensualidad a borbotones y talento compositivo, a pesar de su radiante juventud. Ambos actores lo bordaron igualmente en otra gema cinematográfica de temática totalmente diferente (Esta tierra es mía, de Jean Renoir). El resto del reparto está, asimismo, en la excelencia (Sir Cedric Hardwicke), aunque al siempre solvente Edmond O’Brien no le ví especialmente brillante, algo desentonado en el papel de presumible amante de Esmeralda. Creo que este actor dio más de sí en el cine negro que en este tipo de papeles que le pillaban un poco a contrapié (por ejemplo en la vigorosa “DOA, con las horas contadas” o en Forajidos, de Robert Siodmak). El director, William Dieterle, remata la faena con sobresaliente.
Buscando información sobre este film por internet he dado de casualidad con este sitio. Estoy de acuerdo en que es la mejor versión hasta la fecha de la obra de Hugo. Puede que no sea la más fiel a la novela, pero sin duda es la que mejor recoge la esencia de la historia y su atmósfera. Además está realizada de una manera que nunca más volverá, la del cine de una época que vivió su esplendor en todos los aspectos durante esos años. Nada menos que de la gloriosa cosecha del 1939, cuajada no sólo de grandes éxitos, sino de obras de arte irrepetibles especialmente inspiradas.
Quería comentar que la traducción del título para la versión española no es, ni mucho menos, debida al azar, sino al parecer a los rigores de la censura de aquella época (se estrenó en España en el 1944, según creo). A tal efecto creo interesante leer este artículo:
http://www.represura.es/represura_5_junio_2008_articulo9.html
Por otra parte, este no fue el debut absoluto de Maureen, quien había participado con anterioridad en el film inglés «La Posada Jamaica» precisamente junto a Charles Laughton, quien la requirió expresamente para esta versión de «El Jorobado de Nuestra Señora» en el papel de Esmeralda. Este fue su debut en el cine en EE.UU.
Edmond O’Brien está bien en su papel aunque por momentos a mi me parece algo sobreactuado, sobre todo en contraposición a las composiciones del resto del reparto, más ajustadas. También me parece poco creíble como amante de Maureen, pero bueno, ella tampoco se ajusta exactamente a la imagen que de una gitana uno podría tener, lo que no quita que para mi ella esté magnífica, obviando por completo ese detalle durante el visionado, hasta el punto de parecerme insignificante.
De Laughton se ha dicho ya todo lo que se podía decir, es simplemente increíble lo que este hombre era capaz de hacer en la pantalla y este quedará por siempre como uno de sus mejores, más especiales y sensibles logros interpretativos. He visto muchos otros Quasimodos antes y después de él, pero la recreación que él hizo de este personaje es absolutamente magistral y muy personal. Sencillamente, él no es Quasi, es Modo (Perfecto).
Todo el elenco de secundarios es magnífico, pero aparte de los ya mencionados, merece especial atención sir Cedric Hardwicke en el rol de Frollo. A mi me parece memorable, a pesar de que a su papel no le dieron tanta cuerda como podrían haberle dado -hay que recordar que el código Hayes condicionaba- A pesar de toda la contención está excepcionalmente bien interpretado, y algunas escenas muy bien resueltas a pesar de las posibles restricciones. Hardwicke para mi gusto, ofrecía un perfil idóneo para ese villano, aunque no me gusta simplificar tanto denominando así un rol tan complejo e interesante como el suyo. Un gran actor de carácter que aquí ocupa un lugar muy prominente tanto en la historia misma como en el resultado final del producto cinematográfico. Cuando él aparece en pantalla, es imposible apartar la mirada. Para mi Esmeralda la Zíngara no sería lo mismo si fallara uno sólo de ellos en este triunvirato magistral: Laughton – O’Hara – Hardwicke.
Me gustaMe gusta
Gracias Marietta por el enlace…de una «colega» de León, precisamente. Desconocía esa crítica y más o menos se identifica con la mía (o yo con la de ella puesto que es anterior).
Me gustaMe gusta
A veces pienso Prometeo que no es posible valorar el cine de ahora sin tener una base cinéfila sustentada en películas como la que nos ocupa, y me siento incómodo pensando que gran número de las nuevas generaciones jamás disfrutarán de tan hermosas y pioneras películas. Y eso que hoy todo está al alcance más que nunca. Pero incluso ese esfuerzo por ver el gran cine, recorriendo en la juventud los cine club universitarios, los cinefórum y demás, tenía su mística.
Estoy contigo que es la mejor versión con diferencia, aunque pienso que esta enorme, sensible y profunda historia está aún por contar, pues hay muchos matices y miradas que aún no han sido plasmadas.
No he visto a Laughton por debajo del sobresaliente jamás, pese a los que le tildaron de excesivo, y en cuanto a O´Hara pues decir que tengo por ella absoluta y total debilidad, tanto en lo relativo a su talento, no suficientemente valorado, como por una belleza natural incitadora a todo y más.
Me gustaMe gusta
Como diría un colega de antaño (de foro)…suscríbolo amigo Altaica. Las nuevas generaciones es posible que ignoren el gran cine de aquellos años en detrimento de la mercadotecnia espuria y huera del actual…Ellos se lo pierden…De Laughton y O’Hara, nada más que decir. ¿Alguno de hoy en día, no ya que les hagan sombra, sino que se acerquen a ellos? Ni hablar…
Me gustaMe gusta