Big Country, en la ciudad del acero
Dentro de las formaciones musicales de pop-rock que surgieron en UK, en los 80, los escoceses Big Country se revelaron como una de las bandas más audaces a la hora de fusionar elementos del folk, rock y country. La originalidad consistía en tomar elementos tradicionales del folclore local para hacer sonar las guitarras como si fuesen gaitas escocesas. Y a fe que lo consiguieron, al menos en sus primeros discos. Luego, el grupo no tuvo la necesaria continuidad o debida imaginación y se diluyó claramente en los años noventa…La verdad es que les tenía injustamente semiolvidados, tanto como la crítica especializada en su momento, hasta que un día me vino a la memoria el para mí LP más redondo del grupo, el segundo, Steeltown (1984), donde se condensaron todas las virtudes musicales de la banda escocesa, un poco siguiendo la estela de su primer LP The Crossing, pero con mayor enjundia musical, en mi opinión, en esta Ciudad del Acero. El álbum fue producido por un brillante personaje, habitual del universo pop de aquellos años, Steve Lillywhite, avezado jovencito que hizo sus pinitos discográficos nada menos que con Ultravox en 1976 (con 21 años). En la década de la new wave británica fue productor de pesos pesados tales como mis añorados Simple Minds, los U2 o los mismísimos The Chameleons.
Steeltown es el álbum definitivo de Big Country, estilísticamente impecable y de una robustez sonora demoledora, en el que están siempre omnipresentes los ecos de ese folclore céltico escocés. Una síntesis de pop-rock-folk plasmada en temas como Flame of the West, el que abre el disco, dinámico y vibrante como pocos. Las invocaciones a las luchas obreras en la época del thatcherismo ultraderechista están presentes en la canción que da título al álbum, Steeltown. Y si hay que escuchar un elocuente “desfile” de gaitas made in Scotland hay que ir a Where the Rose is Sown, recreación del peculiar sonido de esos instrumentos, emitidos por las deslumbrantes guitarras de los componentes de Big Country, donde sin solución de continuidad se da paso a la balada nostálgica y desconsoladora Come Back to Me.
La soberbia e intensa Tall Ships Go precede a la no menos persuasiva y romántica Girl With Grey Eyes. Finalmente The Great Divide y la sentida Just a Shadow, suponen la brillante y emotiva culminación a un conjunto de canciones forjadas en una épica ciudad del acero por parte del grupo que comandó Stuart Adamson, su original y enérgica voz solista (además de magistral guitarrista), quien lamentablemente terminó sus días, saturados de drogas y alcohol, suicidándose en un hotel de Hawai. Bruce Watson (guitarra) Tony Butler (guitarra, bajo) y Mark Brzezicky (baterista) fueron los otros músicos virtuosos de ese Gran País.
Where the Rose is Sown
Come Back to Me
Tall Ships Go