La Muerte tenía un Precio, western crepuscular a la italiana

La muerte tenía un precio (1965), del director italiano Sergio Leone, es, con todos los pronunciamientos favorables, un clásico del cine del Oeste de siempre. Le guste o no a esa intelectualidad criticona y sectaria (tipo Carlos Boyero y demás hierbas) que han denostado y triturado el cine de Leone (a excepción de su Érase una vez en América). Lo digo con todos los respetos a su labor como solventes opinadores del cine de ahora y de todos los tiempos. Algunos se sentirán extrañados ante una afirmación tan categórica, como la que he señalado al principio de esta entrada. Porque para lo más puristas, y  razonablemente postmodernos, el paradigma del género “western“ está en las películas de maestros indiscutibles como John Ford o Anthony Mann, cosa que, aclaremos, es indiscutible. Como tampoco es incuestionable que la quintaesencia de ese género se ha realizado en el país donde se llevó a cabo la llamada  «conquista del Oeste», todo hay que decirlo, en términos de exterminio. Resultado de ello es que, también, algunas (o muchas) de esas películas fueron torticeramente manipuladoras, sesgadas y tendenciosas; tenían un más que evidente tufo reaccionario. Me acuerdo de Murieron con las botas puestas (Errol Flynn) o Paso del Nordeste (Spencer Tracy), vigorosos western de corte fascista que seguro hicieron las delicias de McCarthy.

El llamado “spaghetti-western” fue la etiqueta de ocasión para definir una serie de producciones italo-españolas o italo-alemanas que se rodaron mayormente en España (con algún actor norteamericano contratado para dar un poco de lustre al tema; dejando de lado a los americanos postizos -italianos-) en los años sesenta y setenta. Un cajón de sastre donde había de todo, desde subproductos pordioseros de chacinería barata, como Le llamaban Trinidad y similar roña…..pasando por películas muy dignas con trasfondo revolucionario y clave anti-imperialista, o bien otras como la trilogía que rodó Sergio Leone en Almería y Burgos, que nada tenían que ver con aquéllas tosquedades cinematográficas y menos con el apelativo despectivo de “spaghetti” (incluida la densísima de este  último director, Hasta que llegó su hora). No obstante, las verdades últimas del cine del oeste seguían estando en USA, donde algunos sesudos analistas también reinterpretaban, a su manera, ese cine de “buenos y malos” del “far-west”, inviertiendo, mal que bien, los términos y conceptos y haciendo abstracciones cinematográficas un tanto curiosas.

Retomando a Leone, decir que el director italiano facturó una buena trilogía, con Clint Eastwood de protagonista, empezando por la convincente Por un Puñado de dólares y culminada por la un tanto grumosa, pero aceptablemente buena El bueno, el feo y el malo. Entre medias esta excelente La muerte tenía un precio, donde todo está en su sitio, dirección, guión y actores incluidos. Clint Eastwood se desenvuelve como pez en el agua con su poncho a cuestas por los desiertos almerienses, excelentemente secundado por el coronel Lee Van Cleef, un tipo duro, hierático en la expresión e implacable como mandan los cánones (la escena con Klaus Kinski es para enmarcar),  así como por un Gian Maria Volonté que trazó un muy buen personaje, el de un pirado y flipante drogota que le daba con mucho salero a la “maría”. La escena final, inolvidable, con el reloj de bolsillo y su sonido de carillón….como testigo nada mudo del duelo entre Mortimer (Van Cleef) y el “indio” (G.M. Volonté), más el recuento por Eastwood de los fiambres de la banda de este último  (“es que no me salían las cuentas viejo”) ponía un epílogo a una entretenida y excelente película de western crepuscular. Aunque esto último sonará, repito, excesivo para determinados críticos que siguen entronizados en su propia mediocridad. Mención final,  merece la inmensa banda sonora compuesta por el todoterreno Ennio Morricone, sin la cual la película no sería la misma. Encaja a la perfección y como un guante de seda en cada una de las secuencias, te atrapa de inmediato (el arpa y el silbido) y no digamos en la mencionada escena final (Addio colonnello).

  1. Néctar

    ¡Cómo echaba de menos un análisis tan perfecto! la verdad, todo tiene un precio pero volver a leerte y disfrutar de cada una de tus letras, No tiene precio.
    Un abrazo de duendecilla 🙂

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    • uraniaenberlin

      Bueno….néctar-duende…quizás haya otros mejores. El mío solamente es una reflexión sobre un tipo de cine (el de Leone) que no fue muy apreciado entre determinada crítica….

      Gracias a ti por tu comentario y seguimos dando la turra…

      Un abrazote-besote
      uraniaenprometeo

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